miércoles, 23 de febrero de 2011

La fragilidad de las cosas

Caminando por avenida Belgrano me llamaron la atención dos o tres grupos de personas paradas en la vereda, mirando algo.
Gente curiosa.

Al seguir su mirada vi que el objeto de su interés era una demolición. Mirar una demolición me pareció tan morboso como mirar un accidente de tránsito, una glorificación de la destrucción. Nunca, pensé, nos detenemos a ver a obreros levantando una pared. Pero seguí mirando cómo la máquina atravesaba la pared de ladrillo como si fuera de papel. Tira abajo en segundos lo que costó meses construir, pensé.
Demolición en avenida Belgrano y Tacuarí.

Me di cuenta en ese momento que estaba pensando en mucho más que paredes. Me acordé de la película Closer, que muestra cómo relaciones humanas construidas con un esfuerzo sostenido por años se pueden destruir en segundos. En política sucede algo parecido: costó años construir la credibilidad del INDEC, pero hizo falta muy poco para vaciar de sentido esa institución. De la misma manera, una marca comercial puede destruir en una acción comercial equivocada un vínculo construido durante generaciones.
Quizás esta sea mi veta “conservadora”, que no tiene que ver ni con lo religioso ni con lo económico, sino con una conciencia de la fragilidad de las construcciones humanas. A veces, qué duda cabe, es imprescindible destruir para poder construir una estructura (física, afectiva, política) superadora, pero muchas veces destruimos sin ninguna posibilidad de generar algo mejor.
Muchos creen que Argentina requiere mucha demolición antes de empezar a construir, y puede ser cierto. Pero no debemos olvidar que, desde 1930 hasta acá, hemos apelado demasiadas veces a esta opción y muchas menos a la paciencia y la constancia para producir mejores familias, empresas más sólidas, instituciones políticas que nos cobijen mejor.

3 comentarios:

  1. Ayer veía con mi hija mayor la demolición de la enésima casa de nuestro barrio para dar lugar a imponentes torres de cemento. Le decía a mi hija, que más allá de las lindas casas que se demuelen, con la demolición se van recuerdos, anécdotas, olores, lugares personales....muy triste.

    Saludos, el Melli

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  2. Es un placer seguir día a día las reflexiones de la derecha racional. Hacía falta una voz así un país azotado por el progresisimo y la derecha no democrática. Salud!!

    Saludos, STL

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  3. Sí, Melli, es así. Igual, a veces hay que demoler, eh?
    STL: ¡gracias! Más allá de izquierdas y derechas, lo que falta es más república y más liberalismo.

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