Llueve en Buenos Aires y me siento a escribir sobre Walk the Blue Fields, preciosa colección de cuentos de Claire Keegan. Nacida en Irlanda en 1968, Keegan es, para mí, sencillamente, extraordinaria. Antes de este leí Antarctica (cuentos) y Small Things Like These (novella).
Walk the
Blue Fields contiene
ocho cuentos que ocurren principalmente en la ruralidad irlandesa. Hay curas
que se enamoran, mujeres que son abusadas en silencio durante años, parejas que
no pueden comunicarse, oportunidades perdidas, supersticiones, caballos
hermosos, perros perfectos y sobre todo mucha dificultad emocional sobre un
mundo natural que está siempre presente. Al final del cuento que le da el
título al libro, el cura piensa: “¿Dónde está Dios?, se había preguntado, y hoy
Dios está respondiendo. El aire todo alrededor está agudo con el fuerte olor de
los arbustos de grosellas salvajes. Un cordero escala de un sueño profundo y atraviesa
el campo azul. Arriba, las estrellas rodaron a sus posiciones. Dios es la naturaleza”.
(p. 58)
En “The
Long and Painful Death”, una autora cumple 39 años durante una residencia en la
casa de Heinrich Böll (escritor alemán ganador del Premio Nobel de 1972). Al
principio le cuesta escribir y pierde tiempo paseando y haciendo una torta y
además la interrumpe un señor alemán que resulta ofendido de que ella pierda el
tiempo en casa de Böll en lugar de estar escribiendo, pero con eso, justamente,
la escritora hace un cuento.
En “The Parting
Gift” Keegan cuenta con pasmosa naturalidad la historia de una chica abusada
por su padre durante años. Es el día que se va, finalmente, de la casa, a
Estados Unidos, y aunque el padre no le da el regalo de despedida que hubiera
esperado, su hermano le da otro que la deja llorando encerrada en el baño del
aeropuerto, pero que, quizás, sea el camino a la liberación.
En “Walk
the Blue Fields” un cura de pueblo casa a dos jóvenes, y al poco tiempo sabemos
que la novia fue su amante, la mujer por la que él estuvo a punto de dejar el
sacerdocio. El cura lleva todo el dolor frente a todo el pueblo, solo, y
recuerda la oportunidad perdida. (En este cuento “los árboles son altos y acá
el viento es extrañamente humano” [p. 38], lo que no sé muy bien qué significa,
pero suena hermoso). El cuento que le sigue (“Dark Horses”) es el de otra
oportunidad perdida: Brady le cuenta a Leyden cómo fue que dejó ir a “la mujer
más bella que jamás pasó por acá” (p. 66). En “Night of the Quicken Trees”, en
cambio, Margaret Musk ve una oportunidad y sí la toma. El cuento relata la
extraña relación entre Stack, un solterón que vivía con una cabra, y Margaret,
una mujer supersticiosa (y con poderes de sanación) que se muda al lado de
Stack, en un pueblo cerca del mar. Allí había tanto viento que “Los ponis
estaban parados con sus colas al viento como si el viento pudiera
fertilizarlos. Toda criatura parecía capaz o al borde de volar” (p. 146).
“The
Forester’s Daughter” es demasiado complejo para contar, pero baste decir que
hay pareja donde nada se dice por décadas, un hombre sin amor por nada más que
por su tierra y su granja, una hija solitaria a quien le dan y le quitan un
perro, un hijo con problemas mentales y un perro hermoso. El cuento, que podría
ser una novela, tiene momentos geniales de terceras primeras de un perro; por
ejemplo: “Desconcertado primero por la presencia de un desconocido, el retriever
mira a su alrededor y después se acuerda de ayer. O’Donnell había tratado de
dispararle, pero claro, la rabia de O’Donnell fue siempre más aguda que su puntería.
Era, simplemente, un ejemplo de un cazador malo que culpa a su perro” (p. 78).
En fin, Keegan es una genia, y harían todos muy bien de ir a leerla.
Otras citas
que me gustaron
“When she woke, she
felt the tail end of a dream –a feeling, like silk– disappearing”. / “Cuando se despertó sintió la
cola final de un sueño –una sensación, como seda– que desaparecía”. (p. 4)
“There are tears there
but she is too proud to blink and let one fall. If she blinked, he would take
her hand and take her away from this place. This, at least, is what he tells
himself. It’s what she once wanted but two people hardly ever want the same
thing at any given point in life. It is sometimes the hardest part of being
human.” / “Hay lágrimas
ahí pero ella es demasiada orgullosa como para pestañar y dejar que caiga una.
Si pestañara, él la tomaría de la mano y la sacaría de este lugar. Esto, al
menos, es lo que se dice a sí mismo. Es lo que ella quiso en un momento pero
difícilmente dos personas quieran lo mismo en cualquier momento dado de la
vida. Es a veces lo más difícil de ser humano” (p. 51).
Originales
de las citas
“Where is God? He has
asked, and tonight God is answering back. All round the air is sharp with the tang
of wild currant bushes. A lamb climbs out of a deep sleep and walks across the blue
field. Overhead, the stars have rolled into place. God is nature. (p. 58).
“the trees are tall and
here the wind is strangely human” (p. 38).
“the finest woman ever
came around these parts” (p. 66).
“Ponies stood with their
backsides to the wind as though the wind would fertilise them. Every creature
seemed capable or on the verge of flight” (p. 146).
“Puzzled at first by the presence of a stranger, the retriever looks around and then remembers yesterday. O’Donnell tried to shoot him but then O’Donnell’s rage was always sharper than his aim. It was, quite simply, a case of the bad hunter blaming his dog” (p. 78).