martes, 3 de mayo de 2016

El abrazo de las palabras


Soldados de Salamina, de Javier Cercas, es un relato real centrado alrededor de un suceso de la Guerra Civil española, es un libro sobre la escritura de un relato real centrado alrededor de un suceso de la Guerra Civil española y es, al final de cuentas, un libro sobre la escritura en sí.
El suceso central del libro es un fusilamiento masivo, pocos días antes del fin de la guerra, de prisioneros rebeldes por parte de los rojos, en el que sobrevive Rafael Sánchez Mazas. Dice Cercas que "Sánchez Mazas es un buen poeta; un buen poeta menor". (p. 78), el "principal ideólogo y propagandista" de la Falange (p. 81) y "más responsable de la victoria de las armas franquistas que todas las ineptas maniobras militares de aquel general decimonónico que fue Francisco Franco." (p. 49) El otro personaje principal aparecerá casi de sorpresa, más tarde en el libro, pero será el que le dará su carácter emotivo.
El hecho de que se trata también de un libro sobre el libro se sabe en el primer párrafo. En la primera oración, Cercas comenta cuándo fue que él oyó hablar por primera vez del objeto de estudio de su libro; y en la segunda oración sitúa ese hecho no en relación con la historia de España sino en la de su propia biografía: "Tres cosas acababan de ocurrir por entonces: la primera es que mi padre había muerto; la segunda es que mujer me había abandonado; la tercera es que yo había abandonado mi carrera de escritor." (p. 15)
Ese es el dispositivo por el que Cercas es famoso: el narrador es el escritor y está presente todo el tiempo en el relato, más allá de que se trate de algo que ocurrió sesenta años atrás. Como le dice el Cercas personaje a su novia en una comida que relata el Cercas escritor, el libro "Será como una novela (...) Sólo que, en vez de ser todo mentira, todo es verdad." (p. 66) Así, el libro es también la hoja de ruta de la investigación; las dudas y las preguntas del investigador a las fuentes están siempre presentes; pero además el escritor está involucrado personal y explícitamente.
En tercer lugar, es una defensa del oficio de escribir relacionada con la memoria, con recordar a quienes ya no están. Aunque sea cierto que la escritura siempre incomoda ("la escritura y la plenitud son incompatibles" - p. 138), hay algo ahí; y no es sólo una obsesión, aunque la obsesión es necesaria ("el personaje y su historia se habían convertido con el tiempo en una de esas obsesiones que constituyen el combustible indispensable de la escritura" - p. 48). Pero Cercas nunca se acerca a Sánchez Mazas; esa obsesión está bien lejos de la emoción, que queda reservada para la contraparte, un viejo soldado rojo, Miralles. Al final del día, el libro se justifica por él, porque "mientras yo contase su historia Miralles seguiría de algún modo viviendo" (p. 206) y es él y no Sánchez Maza el que es digno de ser un soldado de Salamina. Y para cerrar el círculo, ese recordar a Miralles es recordar también a su padre: de las tres cosas que mencionaba al comienzo del libro (la muerte del padre, el abandono de la escritura y el abandono de su mujer), Cercas resuelve de alguna manera dos a través de este libro.
Además de leerse muy bien (aunque entiendo que pueda molestar esa intromisión permanente de este narrador/escritor en el relato mismo), el libro tiene momentos bellos, como cuando frente a una gran vieja casa rural abandonada dice: "su aire común de desamparo, de esqueletos en piedra entre cuyos costillares descarnados gime el viento en las tardes de otoño, no contenía una sola sugestión de que alguien, alguna vez, hubiera vivido en ella." (p. 69) Y momentos emotivos, especialmente en el encuentro con Miralles, donde Cercas parece poder volver a tener a su padre por unos segundos, gracias a la fuerza del abrazo de las palabras.

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