lunes, 26 de agosto de 2019

Una historia de amor



“¿Preferirías amar más y sufrir más, o amar menos y sufrir menos? Esa es, creo yo, al final de cuentas, la única pregunta que importa.” (p. 3) Así, directo, comienza Julian Barnes The Only Story, una novela sobre el amor y la memoria basada en la desgarradora historia de Susan y Paul.
Es una novela sobre el amor y la memoria, y sobre la narración. En la primera página del libro, el narrador, que es siempre Paul aunque vaya cambiando y use primera, segunda y tercera persona, dice algo que después vemos que le dijo Susan; que “La mayoría de nosotros tiene solo una historia para contar. (...) sólo una importante, sólo una que al final de cuentas valga la pena contar.” (p. 3) La historia de Paul, la terrible historia de Paul, es que, a los 19, se enamoró de una mujer mucho mayor, y una mujer que sufrirá y lo hará sufrir.
Así, el libro toma un vuelco importante, desde un inicio lleno de humor y efervescencia juvenil a un nudo tan duro y triste que se me hizo difícil continuar, y un final angustiante de impotencia. Pero lo hace tan bien, con tanta belleza y tanta inteligencia que uno sigue adelante. El juego de las personas y los tiempos es genial. Toda la primera parte es en primera persona y en gran medida en presente. ¿Por qué? Porque “el primer amor siempre ocurre en la apabullante primera persona. ¿Cómo podría no ser así? Además, en el apabullante tiempo presente.” (p. 71) En la segunda sección, de pronto pasa a segunda persona, quizás porque es lo más arduo y el narrador quiera distanciarse. Al final, ya de vuelta, pasa a la tercera. Paul piensa que ya no va a tener sexo, porque “El sexo es de a dos. Dos personas, primera persona y segunda persona: vos y yo. Pero en estos días, la estridencia de la primera persona adentro suyo estaba silenciada. Era como si viera, y viviera, su vida en la tercera persona.” (p. 162)
La memoria está siempre presente. Ya de grande, Paul considera que una de sus últimas tareas en la vida es “recordarla correctamente (...) su último deber, para ambos, era recordarla y tenerla como ella había sido en la época en que recién se conocían.” (p. 163) Pero la memoria nunca es tan confiable: “A veces él se hacía una pregunta sobre la vida. ¿Cuáles son más verdaderos, los recuerdos felices o los infelices? Decidió, al final de cuentas, que la pregunta era imposible de responder.” (p. 161)
Tratando de recordar y tratando de darle sentido a los recuerdos, Paul se pregunta también por la naturaleza del amor. En un momento, ya de grande, lleva una libreta donde anota definiciones del amor que encuentra interesantes o iluminadoras. Luego, las va tachando en la medida en que ya no las encuentra certeras. Con un instrumento tan lábil como la memoria y un tema tan inabarcable como el amor, sólo queda la narración como mecanismo de acercamiento y de contención (la comprensión y la cura parecen inalcanzables): “Quizás el amor nunca podría ser capturado en una definición; sólo podría ser capturado en una historia.” (p. 206)

Otras lecturas mías de Barnes


Originales de las citas usadas
“Would you rather love the more, and suffer the more; or love the less, and suffer the less? That is, I think, finally, the only real question.” (p. 3)
“Most of us have only one story to tell. (...) only one that matters, only one finally worth telling.” (p. 3)
“first love always happens in the overwhelming first person. How can it not? Also, in the overwhelming present tense.” (p. 71)
“Sex involved two people. Two persons, first person and second person: you and I, you and me. But nowadays, the raucousness of the first person within him was stilled. It was as if he viewed, and lived, his life in the third person.” (p. 162)
“As he saw it, one of the last tasks of his life was to remember her correctly. (...) it was his final duty, to both of them, to remember and hold her as she had been when they were first together.” (p. 163)
“He sometimes asked himself a question about life. Which are the truer, the happy memories, or the unhappy ones? He decided, eventually, that the question was unanswerable.” (p. 161)
“Perhaps love could never be caught in a definition; it could only ever be captured in a story.” (p. 206)

miércoles, 21 de agosto de 2019

En el mismo laberinto



Leí, poco antes de las elecciones primarias del 11 de agosto, la reedición de Los deseos imaginarios del peronismo de Juan José Sebreli. Y vale la pena la aclaración porque ya en el prólogo el autor afirma que espera que el libro “contribuya, a su manera, a la batalla cultural siempre oscilante e inconclusa, entre la democracia republicana y la libertad de los ciudadanos, contra el populismo irracional autoritario (...) En las elecciones de 2019 no se trata tan sólo de un cambio de hombres, ni siquiera de partidos; se trata de un punto nodal, del pasaje crucial de un sistema político, social, económico y ético regido por el estatismo antidemocrático y aislado del mundo, en dirección de una república integrada al mundo democrático.” (l. 44-50)
El libro tiene las ventajas y las desventajas de un planteo simple. El autor pasa por definir ciertas categorías de regímenes políticos y luego busca encasillar al peronismo en alguna de esas categorías. “Los regímenes que por apartarse de la democracia parlamentaria, característica de las sociedades capitalistas “normales”, se han dado en llamar “Estado de excepción”, pueden clasificarse en tres tipos: dictadura militar tradicional, bonapartismo y fascismo.” (l. 288-290) “No hay una contraposición excluyente entre bonapartismo y fascismo. El bonapartismo es una forma atenuada del fascismo, y el fascismo, una exacerbación del bonapartismo. Si bien no todo bonapartismo es fascismo, siempre hay en él gérmenes de fascismo. El peronismo participó en realidad de los tres tipos del Estado de excepción, surgió como una dictadura militar de corte clásico, derivó hacia el bonapartismo, aspiró siempre a ser un fascismo y realizó la mayor cantidad de fascismo que le permitieron la sociedad argentina y la época en que le tocó actuar.” (l. 346-350)
La otra simplificación es que, siguiendo una perspectiva marxista, los actores son actores colectivos, las clases sociales o determinadas corporaciones, y las personas, incluso las que lideran, son secundarias. “En los años 1943-1945 (...) La dictadura militar bonapartista-fascista estaba en el aire y Perón no hizo sino ocupar un lugar preexistente y no creado por él. La historia no es, como pretenden los ideólogos del bonapartismo, el producto de la acción extraordinaria del Grande Hombre, el hombre del destino, el superhombre, el genio individual, la personalidad creadora, el salvador supremo. Por el contrario, muy frecuentemente los conductores de pueblos son personajes insignificantes. La biografía de Perón lo muestra como un pequeñoburgués diletante, de vida sedentaria y mediocre hasta los cincuenta años, de ideas simples y estereotipadas y de gustos vulgares (...) La relación entre el personaje y la circunstancia histórica es sumamente compleja, porque en la historia la necesidad está indisolublemente ligada al azar.” (l. 459-471)
Para decirlo en pocas palabras, el peronismo sería un fascismo en el sentido de ser un movimiento conservador de masas, un mecanismo por el cual se moviliza a las masas para preservar a la burguesía de la verdadera revolución proletaria. “El papel doble jugado por el bonapartismo peronista consistía en presentarse a la clase trabajadora como portavoz de sus reclamos a la burguesía, haciéndole sentir a ésta la presión de las masas detrás de ella, pero a la vez ofrecerse a la burguesía como el único capacitado para frenar a las masas y evitar el desborde, y, por lo tanto, el verdadero protector de las clases burguesas contra las masas, como el defensor del capitalismo ante la posible revolución social”. (l. 720-724) Y para ello el peronismo habría adoptado, hasta donde pudo, las características del “fascismo clásico (...): apoyo y movilización de masas, formación de una elite del poder compuesta en gran parte por marginales, creación de una ideología nueva aparentemente opuesta a la tradicional, intento de estructurar un Estado totalitario alrededor del partido único y del jefe carismático.” (l. 1119-1122)
El resultado fue una transformación radical de la economía y la sociedad argentinas (que se explica muy bien en La larga agonía de laArgentina peronista de Tulio Halperín Donghi). “Las causas de la crisis económica estructural a partir del peronismo deben buscarse no, como gusta la derecha, en el obrerismo —al fin el distribucionismo fue frenado ya en 1949— sino en la protección a esa pequeña y mediana burguesía industrial. El predominio de la industria ligera sobre la pesada, de la industria de bienes de consumo sobre la generadora de bienes de producción, del mercado interno sobre el comercio exterior, provocó el desequilibrio permanente de la balanza de pagos, la escasez de divisas, la inflación, lo que trajo a su vez la incapacidad para importar bienes de capital, maquinarias y equipos. El rezago tecnológico y los altos costos de la producción impedirían a la industria argentina elaborar bienes exportables, competir en el mercado internacional, subordinándola cada vez más a la sobreprotección del Estado —créditos, exención de impuestos, barreras aduaneras— y, lo que resulta paradójico, haciéndola dependiente de las exportaciones agropecuarias, que se habían desalentado para beneficiar a los industriales.” (l. 2751-58)
El cambio excede lo sociológico: “La historia argentina del último medio siglo, donde los débiles y vacilantes regímenes democráticos fueron esporádicos y fugaces, siendo el resto dictaduras reaccionarias surgidas de golpes militares o regímenes semifascistas plebiscitados, nos permite definir a la Argentina como una sociedad política autoritaria con fuertes tendencias al totalitarismo que forma a una sociedad civil sumisa y conformista, acostumbrada a que le den órdenes y decidan por ella, y a la vez plena de odio y fanatismo, proclive a estallidos de violencia irracional.” (l. 3860-3865) Por eso el desafío de fondo es tan complejo, porque se trata de “democratizar una sociedad que desde hace décadas es esencialmente antidemocrática” (l. 4119-4120) Para el autor, seguramente, el primer paso electoral de 2019 no es alentador en este “momento crucial en la historia argentina” en la que se produce “una nueva confrontación entre la república democrática y el paso a un régimen autoritario con visos totalitarios.” (l. 4366-4367)

lunes, 5 de agosto de 2019

Parar la pelota



Leí Thinking, Fast and Slow, de Daniel Kahneman, psicólogo cognitivo que ganó el premio Nobel en Economía en 2002 por sus estudios sobre economía del comportamiento. Lo central del argumento es que, contrario a los supuestos básicos de la economía, el ser humano es muy poco racional. Y no es que sea lo emocional lo que nos nuble, sino algo así como que pensamos mucho peor de lo que pensamos: “Documentamos errores sistemáticos en el pensamiento de personas normales, y rastreamos esos errores hasta la maquinaria de la cognición más que a la corrupción del pensamiento por la emoción.” (p. 8)
El planteo básico es que usamos poco nuestra capacidad cognitiva profunda (lo que llama Sistema 2) y mucho más lo que llama el Sistema 1, basado en (pre)juicios veloces, sesgos y decisiones inconscientes. Más aún, muy habitualmente el Sistema 2, cuando opera, lo hace sobre un menú presentado por ese Sistema 1. “El Sistema 1 provee las impresiones que muchas veces se convierten en nuestras creencias, y es la fuente de los impulsos que muchas veces se convierten en nuestras elecciones y nuestras acciones. Ofrece una interpretación tácita de lo que te pasa y de lo que pasa alrededor tuyo, ligando el presente con el pasado reciente y con las expectativas sobre el futuro cercano. Contiene el modelo del mundo que evalúa al instante los eventos como normales o sorprendentes. Es la fuente de tus juicios veloces y muchas veces precisos. Y hace la mayor parte de eso sin que vos seas consciente de sus actividades.” (p. 58)
Los dos conceptos básicos para entender este pensar mal son los sesgos y las heurísticas. “La definición técnica de una heurística es un procedimiento simple que ayuda a encontrar respuestas adecuadas, aunque muchas veces imperfectas, a preguntas difíciles.” (p. 98) Ante una pregunta difícil (¿qué pienso sobre Fulano?), el cerebro simplifica con una pregunta más fácil (¿cómo me cae Fulano?) Así, si Fulano me cae bien, voy a decir que es bueno / inteligente / simpático; este es la heurística del afecto. Por otro lado, el Sistema 1 tiene sesgos: lo negativo se ve más fuerte que lo positivo, lo que ocurrió último se magnifica en el recuerdo, etc. Así, ante una pregunta difícil (¿es seguro viajar en avión?), en lugar de pensarlo estadísticamente (sólo hay accidentes en un ínfimo porcentaje de los vuelos) la mente magnificará la información sobre accidentes, etc.
La cabeza se equivoca de maneras que nos parecen inconcebibles. En un experimento, se sometió a dos grupos a un editorial de radio; un grupo tenía que asentir con la cabeza mientras escuchaba y el otro grupo tenía que negar; después se les preguntó si estaban de acuerdo o no con lo que habían escuchado y el grupo que asentía estuvo mucho más de acuerdo que el otro. Cuando uno entra a una negociación y la otra parte pone un número, por más ridículo que sea, fija un ancla. Y muchos ejemplos más de cómo pensamos mal: nos olvidamos de los datos estadísticos básicos, buscamos coherencia cuando no la hay, hasta nos olvidamos de lo que vivimos.
Parte del problema viene de la incertidumbre. Nos cuesta operar bajo incertidumbre y nuestra cabeza busca crear rápidamente historias coherentes para entender el mundo y operar sobre él. Pero la mayor parte del tiempo nos equivocamos, e incluso se equivocan los supuestos especialistas: “la gente que dedica el tiempo y se gana el sustento estudiando un tema en particular produce peores predicciones que monos tirando dardos, que hubieran distribuido sus opciones más o menos parejo sobre las alternativas.” (p. 219) Es que estamos “predispuestos a exagerar la consistencia y la coherencia de lo que vemos. (...) Estamos demasiado inclinados a rechazar la creencia de que mucho de lo que vemos en la vida es aleatorio.” (p. 117)
“¿Qué podemos hacer frente a los sesgos? ¿Cómo podemos mejorar juicios y decisiones, tanto los nuestros como los de las instituciones a las que servimos y que nos sirven? La respuesta corta es que muy poco puede lograrse sin una inversión considerable de esfuerzo. (...) La manera de bloquear los errores que se originan en el Sistema 1 es simple en su principio: reconocer las señales de que estás en un campo minado de cognición, parar la pelota, y pedir refuerzos al Sistema 2.” (p. 417) Pero esto es más fácil de decir que de hacer; los “errores pueden ser prevenidos solo por el monitoreo aumentado y costoso del Sistema 2. Como forma de vida, sin embargo, la vigilancia continua no es necesariamente buena, y es ciertamente impráctica.” (p. 28)

Originales de las citas usadas
“We documented systematic errors in the thinking of normal people, and we traced these errors to the design of the machinery of cognition rather than to the corruption of thought by emotion.” (p. 8)
“System 1 provides the impressions that often turn into your beliefs, and is the source of the impulses that often become your choices and your actions. It offers a tacit interpretation of what happens to you and around you, linking the present with the recent past and with expectations about the near future. It contains the model of the world that instantly evaluates events as normal or surprising. It is the source of your rapid and often precise intuitive judgments. And it does most of this without your conscious awareness of its activities.” (p. 58)
“The technical definition of heuristic is a simple procedure that helps find adequate, though often imperfect, answers to difficult questions.” (p. 98)
“people who spend their time, and earn their living, studying a particular topic produce poorer predictions than dart-throwing monkeys who would have distributed their choices evenly over the options.” (p. 219)
“errors can be prevented only by the enhanced monitoring and effortful activity of System 2. As a way to live your life, however, continuous vigilance is not necessarily good, and it is certainly impractical.” (p. 28)