domingo, 24 de octubre de 2021

Una aventura literaria

 

Leí un libro hermoso y es un libro de aventuras. Es el libro más bello que he leído en meses, quizás años: es Gentlemen of the Road, de Michael Chabon y sí, como dije, es un libro de aventuras. Un libro de señores con espadas, donde hay batallas y heridos, engaños y confabulaciones. Y es de Michael Chabon y es hermoso. De Chabon leímos: The Yiddish Policemen’s Union, Telegraph Avenue, The Amazing Adventures of Kavalier and Clay y Moonglow; con Moonglow se me fueron un poco las ganas de más Chabon, pero con Gentlemen of the Road me volvieron.

El libro es físicamente hermoso. Lo leí en la edición original de tapa dura de 2007 sobre un papel de calidad, con una tipografía elegante y con colores distintos para los títulos. Las retiraciones de tapa y contratapa tienen el mapa (¡sí, el mapa!) del mundo de Gentlemen of the Road, entre el mar Caspio y el Negro. Y tiene ilustraciones, también muy bellas, de Gary Gianni.


Chabon escribe una historia de aventuras como Chabon escribiría una historia de aventuras: con una prosa impresionante y con personajes que parecen reales y humanos, adorables. Además, la historia es un poco una historia de amor. Un “fantasma” y un “negro gigante” vagan por Asia Central hacia el año 950 haciendo estafas pequeñas; el fantasma Zelikman es un médico de Franconia; el gigante Amram, un ex soldado africano; ambos son judíos, ambos llevan consigo grandes tristezas del pasado y ambos son, para el otro, “el amigo de su vida” (p. 67), hermanos, casi una pareja.

Es imposible no amar a Zelikman y Amran. El franco es un personaje con un corazón de piedra pero lleno de sensibilidad. “Zelikman era ajeno a sentimientos de simpatía por el joven que lloraba, habiéndose despertado una mañana, alrededor de su decimoquinto cumpleaños, y descubierto que, por algún proceso misterioso quizás ligado tanto con sus estudios de los sufrimientos y las debilidades humanas como por la violación y asesinato de su madre y hermana, su corazón se había convertido en una piedra.” (p. 27) Pero en varios momentos Chabon nos lo muestra misericordioso y humano, como en una escena cerca del final, cuando tapa los ojos de unas niñas para que no sufran viendo algo parecido a lo que él vio de joven. Zelikman comienza la aventura sin esperanza sobre la vida o los humanos - cuando alguien le agradece haberle salvado la vida, responde “Yo no salvo vidas (...) Apenas prolongo su futilidad.” - (p. 103) - pero hacia el final parece crecer y conectarse, cerrar heridas, quizás soñar. Y algo parecido ocurre con el gigante negro, Amran, melancolizado por haber perdido a su hija.

Esta extraña pareja se convierte en un triángulo más extraño aún cuando se topan con Filaq, “un infante milagroso” cuyo padre había sido el rey de los Khazares antes de ser asesinado por el usurpador Buljan. Así comienzan la aventura de retornar a Filaq al lugar que se merece. Y la historia se cuenta sin vergüenza, sin un narrador, sin aclaración de la instancia de enunciación: se cuenta directamente, sin excusa ni justificación. Y se cuenta con la cadencia de las viejas historias de aventuras, pero mejor, porque es Chabon, y usa oraciones largas y fluidas, donde cada una suena bien, pulida, alargada, y el resultado es casi como si la narración nos hipnotizara. El lenguaje es complejo, requiere de un esfuerzo, tuve que buscar muchas definiciones, pero parte del encanto es leer primero casi sin entender, escuchando la música de la historia, y el esfuerzo vale la pena.

Como es Chabon, también tenía que ser una historia sobre judíos. En el epílogo - que todavía no me convenzo si está bien o está mal, volveremos - aclara un poco por qué. Dice que se le reían cuando decía que estaba escribiendo una historia de aventuras protagonizada por judíos, judíos con espadas, pero se pregunta: ¿qué es la historia de los judíos sino una historia de aventuras? La aventura, dice, es lo que pasa cuando uno sale de casa, y “La historia de los judíos se centra en (...) los peligros y los accidentes, los infortunios y los desastres, los logros de inspiración, las penurias y la desesperanza, y los intermitentes momentos de gracia y gloria que conllevan las travesías desde casa y de vuelta a ella.” (p. 203) (Esta otra defensa del judaísmo no cuaja en mi texto, pero tiene que estar: en un momento, un comerciante judío se lamenta por la caída del comercio de las grandes caravanas y lo atribuye a “la caída de Roma y el surgimiento de esos hijastros guerreros del judaísmo, los seguidores del islam y del cristianismo, quienes en violación del deseo y de las enseñanzas de Dios y sobre todo por sobre su sentido común, prefieren matar a regatear” - p. 109).

Además de una defensa de la aventura judía, el libro es una defensa de la aventura que es vivir. No me convence que me explique esto en el epílogo, pero el epílogo, más filosófico, ensayístico, también es hermoso. Como Zelikman, siempre pensamos que estamos más cerca de la derrota y la desesperanza, pero como Zelikman, al final siempre se enciende una luz de esperanza. “No había esperanza para un imperio que había perdido la voluntad de perseguir la grandiosa y tremenda empresa de la aventura” (p. 176), nos dice, ¿pero acaso no es eso válido para cualquier persona? No tenemos destino si no nos animamos a la aventura, a salir de casa; no hay esperanza sin esperanza: “Toda aventura ocurre en ese espacio maldito y mágico, donde sea que se encuentre o que aparezca, que menos se asemeja a la casa de uno. Apenas cruzás el umbral de tu casa o la frontera de tu ciudad, a ese lugar en el que las estructuras, leyes y convenciones de tu crianza ya no aplican, donde el apoyo y la aprobación (pero también la desaprobación y la represión) de tu familia y de tus vecinos ya no están disponibles: ahí entraste al terreno de la aventura, un lugar de penas, maravillas y arrepentimientos.” (p. 202) Y ahí, en una historia de aventuras de judíos en Asia en el siglo X, Michael Chabon me habla a mí, a mí realidad de hoy y, así, creo yo, a cualquiera que quiera leer con el corazón abierto.

 

Originales de las citas usadas

“a miraculous infant, accompanied by a ghost and a black giant, had raised an army and set out to conquer Khazaria and the world in the name of Allah.” (p. 104)

“Zelikman was alien to feelings of sympathy with young men in tears, having waked one morning, around the time of his fifteenth birthday, to find that by a mysterious process perhaps linked to his studies of human ailments and frailties as much as to the rape and murder of his mother and sister, his heart had turned to stone.” (p. 27)

“‘Thank you for saving my life’, [Filaq] he said. ‘I don’t save lives’, Zelikman said. ‘I just prolong their futility’.” (p. 103)

“The story of the Jews centers around - one might almost say that it stars - the hazards and accidents, the misfortunes and disasters, the feats of inspiration, the travail and despair, and intermittent moments of glory and grace, that entail upon journeys from home and back again.” (p. 203)

“the fall of Rome and the rise of those warring stepchildren of Judaism, the followers of Islam and Christianity, who in violation of God’s desire and teaching and above all his good sense would rather kill than haggle.” (p. 109)

“There was no hope for an empire that lost the will to prosecute the grand and awful business of adventure.” (p. 176)

“All adventure happens in that damned and magical space, wherever it may be found or chanced upon, which least resembles one’s home. As soon as you have crossed your doorstep or the county line, into that place where the structures, laws, and conventions of your upbringing no longer apply, where the support and approval (but also the disapproval and repression) of your family and neighbors are not to be had: then you have entered into adventure, a place of sorrow, marvels, and regret.” (p. 202)




domingo, 17 de octubre de 2021

Traición

 

Alguien me dijo que acá Roth está parecido a un ex presidente argentino.


Leí I Married a Communist, de Philip Roth, genio, y me aburrió un poco. La novela tiene genialidades, claro, porque es Roth, pero es un poco desordenada y da la impresión de que Roth quiere meter demasiado al mismo tiempo. Y la trama se me hizo larga y aburrida.

La novela se estructura con una narración. Murray Ringold, de más de 90 años, le cuenta al escritor Nathan Zuckerman, de más de 60, sobre su hermano Ira Ringold. Son seis noches en las que el viejo le cuenta toda la historia de una manera inverosímil por distintas razones: por el nivel de detalle que tiene sobre escenas de su hermano, porque nunca se olvida nada ni parece faltarle una palabra, por la energía del narrador. Me parece inverosímil y por momentos artificial, una manera muy rara de contarme una historia. Pero ese es, como en La Odisea, uno de los temas; la literatura, la narración, el ejercicio de contar una historia. Y de hecho, así reflexiona Nathan, al final de la última noche, sobre la narración de Murray: “¿No es acaso un fenómeno por lo menos semidivino el ser arrojado dentro de lo más íntimo de todo lo que está mal de una existencia humana tan solo por virtud de estar sentado en la oscuridad, escuchando lo que se dice?” (p. 697)

El segundo gran tema es la traición. En la trama de Ira, él primero es traicionado por su mujer, Eve, que publica en pleno macartismo un libro titulado I Married a Communist que termina con la carrera de Ira. Pero luego él traiciona a Eve, se venga, y las dos vidas terminan deshechas. Como dice bien pronto en su narración Murray: “Te tenés que sacar el sombrero ante la vida por las técnicas a su disposición para desnudar a un hombre de su significancia y vaciarlo por completo de su orgullo.” (p. 403)

Hacia el final del libro, la traición es mucho más que lo que se hacen Ira e Eve. La vida es traicionera; porque nos enteramos hacia el final que también Murray termina traicionando y traicionado, por la vida y por su país. “Esta fue la existencia que Estados Unidos había armado para él –y que él se había armado para sí mismo por pensar, por su venganza sobre su padre por pen-sar crí-ti-ca-men-te, por ser razonable frente a la falta de razón. (...) Controlás la traición de un lado y terminás traicionando por otro lado.” (p. 694) Y aunque no terminamos de saberlo, porque Zuckerman se oculta en este libro, todo hace pensar que él también traicionó o fue traicionado, y que por eso vive como un monje en el medio de la nada. (Y sabemos también que hay quienes dicen que en verdad todo el libro es una traición de Roth a su ex mujer, Clarie Bloom). Siendo la traición un leitmotif, no es raro que el profesor de literatura que es Murray vuelva una y otra vez a Macbeth.

Pero I Married a Communist también es una Bildungsroman, la historia de cómo Nathan Zuckerman se hace hombre a fuerza de ir cambiando de mentores, que es lo mismo que decir a fuerza de ir traicionando a mentores. A Nathan le importa la historia de Ira porque Ira fue por un tiempo un mentor, reemplazando a su padre, y porque se la cuenta otro mentor (Murray fue el profesor de literatura de un chico que terminó siendo escritor.) Dice Nathan: “Es un juego más peligroso, moralmente y emocionalmente, que lo que uno se da cuenta en el momento esto de conseguirse padres adicionales como una niña bonita consigue galanes. Pero eso es lo que estaba haciendo. Mostrándome siempre eminentemente adoptable, descubrí el sentido de traición que viene de tratar de encontrar un padre sustituto aún cuando amás al propio.” (p. 498) Todos esos padres que pasan por la vida de Nathan (su verdadero padre, Murray, Ira, Leo Glucksman en la universidad) “los que primero me enseñaron a navegar el mundo y sus reclamos, los padres adoptivos que también, cada uno a su turno, debían ser descartados junto con sus legados, tenían que desaparecer, haciendo así lugar para la orfandad que es total, que es ser un hombre. Cuando estás ahí afuera en esta cosa, totalmente solo.” (p. 601)

En el medio, está la trama, toda compleja y enrevesada. Pero también esa reflexión tan de Roth sobre su país, sobre los Estados Unidos vistos por un judío de Newark. Y pequeñas genialidades. Como cuando Ira lleva a un joven Nathan a ver a un ex compañero en el ejército, Erwin Goldstine, que había compartido las ideas del comunismo con Ira pero ahora es el dueño de una fábrica de colchones; y Erwin le dice a Nathan: “No dejes que te llene con ideas comunistas, pibe. Son todas mentiras. Ganá guita. La guita no es mentira. La guita es la forma democrática de contar los porotos.” (p. 488) O cuando, en esa misma escena, Nathan dice de un arma de fuego que está “elocuente con posibilidad” (p. 489). Roth está siempre elocuente de posibilidad de pensar la literatura y la vida, incluso cuando una novela no convence.

 

Originales de las citas

“Is it not at least a semidivine phenomenon to be hurled into the innermost wrongness of a human existence by virtue of nothing more than sitting in the dark, listening to what is said?” (p. 697)

“You have to take your hat off to life for the techniques at its disposal to strip a man of his significance and empty him totally of his pride.” (p. 403)

“This was the existence that America had worked out for him - and that he’d worked out for himself by thinking, by taking his revenge on his father by cri-ti-cal think-ing, by being reasonable in the face of no reason. (...) You control betrayal on one side and you wind up betraying somewhere else.” (p. 694)

“It is, morally as well as emotionally, a more dangerous game than one knows at the time, getting all those extra fathers like a pretty girl gets beaux. But that was what I was doing. Always making myself eminently adoptable, I discovered the sense of betrayal that comes of trying to find a surrogate father even though you love your own.” (p. 498)

“All were remarkable to me in their own way, personalities to contend with, mentors who embodied or espoused powerful ideas and who first taught me to navigate the world and its claims, the adopted parents who also, each in his turn, had to be cast off along with their legacy, had to disappear, thus making way for the orphanhood that is total, which is manhood. When you're out there in this thing all alone.” (p. 601)

“Don’t let him fill you full of Communist ideas, kid. They’re all lies. Make money. Money's not a lie. Money’s the democratic way to keep score.” (p. 488)

“eloquent with possibility”. (p. 489)


lunes, 11 de octubre de 2021

Solo palabras

 

Los Conjurados es el primer libro que compré de Borges, en 1993 o 1994, y es el libro con el que cierra el tercer tomo de las Obras Completas. Me pregunto si leeré el cuarto, de prólogos y conferencias y no sé la respuesta aún.

En el prólogo, Borges nos dice que “Sería muy raro que este libro, que abarca unas cuarenta composiciones, no atesorara una sola línea secreta, digna de acompañarte hasta el fin.” (p. 493) Y de hecho, desde el día que compré esa edición a hoy, hay una línea de Los Conjurados que debe ser la que más veces he citado en mi vida; es de “Otro fragmento apócrifo” y dice “Te incumben los deberes de todo hombre: ser justo y ser feliz.” (p. 529) Es casi el lema que me gustaría sentir que sigo en mi vida, como para grabar a fuego en un escudo de armas imaginario.

Esa composición tiene otra línea que ahora rescato: “Nadie puede perdonar, ni siquiera el señor. Si a un hombre lo juzgaran por sus actos, no hay quien no fuera merecedor del infierno y del cielo.” (p. 528) Ahí hay, quizás, una diferencia interesante entre los 19 y los 46: de joven uno cree que los otros pueden hacer cosas imperdonables, a los 46 uno siente que uno mismo puede haberlas hecho. En “Cristo en la cruz”, Borges lo dice de otra manera: Cristo “Nos ha dejado espléndidas metáforas / y una doctrina del perdón que puede / anular el pasado.” (p. 495) Allí leo a Arendt.

Una línea menos profunda pero interesante es la que equipara al eco y al espejo; es en “Alguien sueña” y dice “esos dos curiosos hermanos, el eco y el espejo”. (p 510) No son gemelos idénticos, claro: hermanos.

Solo es nuestro lo que perdimos me parece otra línea memorable. “Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que lo ven. (...) sólo es nuestro lo que perdimos”. (“Posesión del ayer”, p. 521) Las cosas que perdimos, la gente que ya no está con nosotros, lo que dejamos de ser; eso hace nuestra historia quizás más que lo que queda con nosotros.

Y después está “Todos los ayeres, un sueño”, donde Borges usa su propia trayectoria para decir, una vez más, lo que siempre dijo, que las palabras y las ideas vienen antes (p. 533). Vuelve a Juan Muraña (nombre que figura en por lo menos otros tres libros: La cifra, La moneda de hierro y El informe de Brodie) para demostrar lo poco que le costó “erigir una mitología”. Lo hizo con “Naderías.” Así, “El pasado es arcilla que el presente / labra a su antojo. Interminablemente” Leo de nuevo, y no es solo lo ideal sobre lo real; es la literatura sobre cualquier otra cosa: “La sabia historia / de las aulas no es menos ilusoria / que esa mitología de la nada.” Ex nihilo.

Borges termina su trayectoria diciendo eso. Diciendo: ven, muchachos, los libros son lo único que importa. Y no puede extrañar, entonces, que lo que hermana a dos tan iguales y tan distintos (¿como el eco y el espejo?) en “unas islas demasiado famosas”, sea la literatura, el lenguaje. Siempre amé “Juan López y John Ward”; lo leo cada aniversario de Malvinas, pienso en mi amigo Huguito. Es verdad que es muy lejano de lo real (en vez de mierda y suciedad y hambre y frío y ruidos y miedo, para hablar de soldados habla de Chesterton, Cervantes y Conrad). Borges siempre va por ese lado, como en “Todos los ayeres”. Los libros son lo único que importa. El lenguaje es lo único que importa. Y es precisamente por eso que es incomprensible que Ward y López se conviertan en Caín y en Abel, que hagan lo imperdonable y se ganen el cielo y el infierno: es “un tiempo que no podemos entender”. (p. 540)

lunes, 4 de octubre de 2021

Ese loco loco siglo

 


Leí The Spanish Civil War, magistral libro sobre esa otra guerra del historiador inglés Hugh Thomas.

Del libro en sí, diré poco: que es muy bueno, pero también muy largo. O, en términos más generales, que a los nerds des-especializados nos gustaría poder encontrar una serie de este nivel de scholarship pero con ensayos de 20 a 30 páginas. ¿Se imaginan? Ensayitos así sobre los grandes temas de los que querés tener una idea general pero no el detalle de si el primer ministro comía mucho o no. Por otro lado, de esos detalles se hace la historia, lo sé… Pero si uno tiene que leer un libro sobre la Guerra Civil Española, los que saben dicen que es este y este se lee bien.

De la Guerra Civil diría algo más. El primer comentario es sobre la brutalidad del siglo XX. “La Guerra Civil Española fue la parte española de la trágica descomposición europea del siglo veinte, cuando se hicieron añicos la tradición liberal del siglo diecinueve y el optimismo que había durado desde el renacimiento”. (p. 920) A lado de las dos guerras mundiales, del Holocausto y del Gulag, los costos de esta guerra parecen menores, claro, pero la locura de matar y morir por ideas estaba ahí. Las atrocidades de ambos lados están ampliamente documentadas. Thomas calcula 500.000 muertos (incluyendo civiles, e incluyendo aquellos por causas no directamente militares) más 300.000 emigrados: algo así como 3% de la población española al comienzo de la guerra (de cerca de 25 millones). A eso hay que agregar los costos materiales y los de su consecuencia principal: los casi 40 años de autoritarismo que siguieron a la guerra.

Las tres causas principales, los tres conflictos que dan lugar a la guerra, son clase, religión y región (p. 183). Dos de ellos quedan básicamente sepultados como conflictos centrales, mientras que el regionalismo quedó latente por años para resurgir en distintos momentos y en diferentes maneras después de la caída de Franco. La más “siglo XX” de las tres es la de clase, y esa es una de las causas por las que “la Guerra Civil Española sería más aún que una guerra civil europea: sería una guerra mundial en miniatura”. (p. 449) De hecho, “En sentido amplio, la Guerra Civil Española fue la consecuencia del influjo de las ideas generales de Europa en España.” (p. 323) De un lado, las diversas ideas de izquierda (anarquismo, socialismo, comunismo), del otro las más viejas (monarquismo) y las más nuevas (fascismo) de la derecha.

La primera consecuencia de esto es que la política interna sería fundamental para el resultado de la guerra. Los rebeldes triunfaron, en gran medida, porque lograron una mejor y más rápida concentración del poder que los republicanos (que estuvieron un buen tiempo, primero, haciendo una revolución antes que una guerra). El mayor éxito de Franco es político: “La alianza política que logró entre sus seguidores fue la principal razón de su victoria.” (p. 905) “Si la unidad política ayudó tanto a la victoria nacionalista, la división entre los republicanos fue la principal causa de su derrota.” (p. 906)

Comentario lateral: tanto idealismo de la izquierda a veces roza con el amateurismo. El presidente Azaña, durante los Días de Mayo de 1937, terminó de escribir un libro, La velada de Benicarló (p. 642); y el primer ministro Negrín asistió en 1938 a un congreso de fisiología en Zúrich. (p. 824) No parece haber lo mismo en el nacionalismo, más allá del agradable día a día de un piloto como Juan Antonio Ansaldo (ver foto, p. 735).

La segunda consecuencia, como dice Thomas, de la importancia de las ideas europeas en las causas de la contienda es que la guerra pasó a ser una guerra civil europea y una guerra mundial en miniatura. Franceses e ingleses participaron más bien de la primera manera (como voluntarios en las brigadas internacionales), mientras que soviéticos, italianos y alemanes participaron mucho más directamente (a pesar del cínico funcionamiento del comité de no intervención).

Lo más curioso de esta intervención, que no tenía claro antes de leer el libro, es que según Thomas ni Hitler ni Stalin estaban muy inclinados a ver una victoria de sus protegidos. En ambos casos sobresalía la búsqueda del interés nacional, que para ambos significaba en ese momento que la guerra española no deviniera en guerra mundial. Por eso las intervenciones son importantes pero no decisivas; de las cinco intervenciones clave, las primeras cuatro son defensivas y solo la última es decisiva: cuando, después de Checoslovaquia, Hitler había extraído la lección de que Francia e Inglaterra no entrarían en guerra por España. “Alemania y Rusia compartían su intención de no arriesgar el estallido de una guerra general por España (...) Stalin había seguido una política similar a aquella de Hitler: prevenir que su protegido sea derrotado, sin asegurar su victoria; porque asegurar una victoria republicana hubiera significado un compromiso a una escala que hubiera arriesgado una guerra general.” (p. 915)

Eso explica, en parte, una de las grandes preguntas de la guerra: ¿por qué dura tanto? A la paridad de origen se agrega ese equilibrismo de los protectores internacionales y las mencionadas atrocidades. Rápidamente los contendientes entendieron que no podían rendirse sin ser asesinados por sus enemigos; la guerra tenía que ser a vida o muerte: “el miedo mutuo era la razón para la continuidad de la guerra”. (p. 843) Y cuando ya era obvio que la victoria sería de Franco, su negativa a cualquier garantía a los derrotados: “Si los nacionalistas no hubieran hecho evidente su deseo de castigar a muchas personas después de su victoria, la guerra podría haber terminado un año antes.” (p. 909)

 

Originales de las citas usadas

“The Spanish Civil War was the Spanish share in the tragic European breakdown of the twentieth century, in which the liberal heritage of the nineteenth century, and the sense of optimism which had lasted since the renaissance, were shattered.” (p. 920)

“Henceforth, in more ways than one, the Spanish Civil War would be more even than a European civil war: it would be a world war in miniature.” (p. 449)

“In a broad sense, the Spanish Civil War was the consequence of the working of general European ideas upon Spain. (...) It was inevitable, therefore, that the war which began in 1936 should become a European crisis.” (p. 323)

“The political alliance which he achieved amongst his followers was the chief reason for his victory.” (p. 905)

“If political unity helped the nationalist victory so much, division among the republicans was a prime cause of their defeat.” (p. 906)

“Germany and Russia shared a disinclination to risk a general war breaking out over Spain (...) Stalin had followed a policy similar to that of Hitler: prevention of his protégés’ defeat, without ensuring their victory; for to ensure a republican victory would have meant a commitment on a scale which would have risked general war.” (p. 915)