lunes, 28 de septiembre de 2015

El comienzo de la historia


Los libros de cuentos, si son largos, suelen cansar; a veces hay que dejarlos y volver al tiempo. No me pasó con Our Story Begins, de Tobias Wolff (también leímos Old School). Son más de treinta cuentos pero los leés uno detrás de otro sin problema, en parte, supongo, por la gran diversidad entre ellos. Aunque hay algunos temas que se repiten, como cuentos sobre relaciones entre un hijo y su madre ("The Liar", "Firelight", "A Mature Student", "Down to Bone") o entre un hijo y su padre ("Powder", "Nightingale"), en cada cuento, incluso los más cortos, Wolff arma un universo: una familia, una relación, un vínculo que remite a un núcleo de la experiencia humana.
En muchos de ellos el meollo es una decisión moral; como en "Two Boys and a Girl": "Las razones siempre venían con un propósito, para dar la apariencia de una lucha entre el principio y el deseo. Pero no había habido lucha. El principio tenía poder sólo hasta que descubrieras aquello que tenías que tener." (p. 195) Con cierto fatalismo, algunas de esas decisiones o eventos deciden todo lo que vendrá después, y la vida deja de estar en manos del protagonista (o quizás nunca lo estuvo): "Y entonces te topás con un sector con hielo en una curva un día soleado de marzo y el volante en tus manos se convierte en un chiste y vos en nada más que un espectador de tu propio deslizamiento somnoliento hacia el borde" (p. 274) Ese destino parece quitarle brillo a los sueños, a las pasiones de la juventud y a veces los personajes luchan por no perderlo: "Se supone que tenemos que sonreír frente a las pasiones de los jóvenes, y frente a lo que recordemos de nuestras pasiones, como si fueran nada más que una serie de fraudes dulces con los que nos habíamos engañado a nosotros mismos hasta que nos avivamos. (...) Pero no había nada ingenuo en lo que sentíamos." (p. 225)
Todo esto es contado con oraciones directas y con imágenes únicas. "La nieve aflojó, pero igual la tierra no tenía borde cuando se encontraba con el cielo." (p. 21) dice en el clásico "Hunters in the Snow". O en "Firelight": "Los troncos se acomodaron en la chimenea, muy suavemente, como algún viejo perro que durmiendo ajusta sus huesos." (p. 258) Ocasionalmente, también, incluso frente a los peores dramas, encontramos humor, como al comienzo de "Sanity": "Llegar desde La Jolla al Hospital Estatal de Alta Vista no es fácil, salvo que tengas auto o un colapso mental." (p. 160)
Tobias Wolff es un maestro del cuento, el que a través de la literatura retrata lo cerca que está todo del derrumbe. El chico de uno de los cuentos, "The Liar", inventaba historias de enfermedades y muertes. Su madre, en cambio, "podía imaginar a las cosas como cuajando, no cayéndose a pedazos." (p. 51) Las historias de Wolff se detienen siempre en el momento en que la balanza puede inclinarse para uno u otro lado.


Originales de las citas usadas
"Reasons always came with a purpose, to give appearance of a struggle between principle and desire. But there'd been no struggle. Principle had power only until you found what you had to have." (p. 195)
"And then you hit an icy patch on a turn one sunny March day and the wheel in your hands becomes a joke and you no more than a spectator to your own dreamy slide toward the verge". (p. 274)
"We're supposed to smile at the passions of the young, and at what we recall of our own passions, as if they were no more than a series of sweet frauds we'd fooled ourselves with and then wised up to. (...) Yet there was nothing foolish about what we felt." (p. 225)
"The snow let up, but still there was no edge to the land where it met the sky." (p. 21)
"Getting from La Jolla to Alta Vista State Hospital isn't easy, unless you have a car or a breakdown." (p. 160)
"The logs settled on the fireplace, very softly, like some old sleeping dog adjusting his bones." (p. 258)
"She could imagine things as coming together, not falling apart". (p. 51)

lunes, 7 de septiembre de 2015

Ser artista

Ottonello quedó al lado de Leo Oyola. Seguro que lo cuida.

Quiero ser artista, de Pablo Ottonello, y editado por Tenemos Las Máquinas, es una muy buena colección de cuentos de un chico del que vamos a leer mucho. Son seis cuentos en los que se repiten dos tópicos: la cuestión del arte, de ser artista, de cuándo somos artistas; y el sexo, la pareja, la infidelidad.
En "Kovacic" vemos el contrapunto entre dos cineastas: el narrador es un cineasta comercial y el otro un artista, al borde de la locura o del otro lado, que cree haber descubierto la bacteria de la poesía del cine. En "Quiero ser artista", una pareja joven que se dedica al cine hace turismo en un set y el chico se cruza con un actor famoso, con un artista. Artista, parece decirnos, se es y no se es al mismo tiempo todo el tiempo. Como dice un personaje de ese cuento: "A veces creo, dice Olga, que el arte es tener trabajo en el arte" (p. 70) y en otra conversación que "El arte es tener tranquilidad económica" (p. 72).
"Fundar un sexo" y "La gleba" son el reverso de la misma cuestión milenaria. En el primero un hombre casado se bambolea al borde de la infidelidad y en el segundo se pregunta si la mujer le es fiel. "La gleba" tiene una estructura especial: es un fluir de conciencia de una sola oración de cinco páginas, y se lee fantásticamente bien. En los dos hay una prosa muy poética, un cuidado del lenguaje y un juego con las palabras que es realmente muy especial. Si lo leés y escribís te pasa un poco como el autor: querés ser artista. Por ejemplo, en "Fundar un sexo" leemos: "Mostraste la cabeza de la copa y tiraste un chorro para que las gotas cayeran hacia el interior con una lentitud de dibujitos, una ecografía cayente, derramada en su cosa de gota y de uva". (p. 53) (Ottonello también tiene apuntes culturales divertidos, y el humor está siempre presente, como cuando dice que el "Sic Itur Ad Astra" es "un colegio patricio donde las familias con plata de zona norte mandaban a su cría a que aprendiera sus primeros argumentos de macroeconomía y sembraran amistad entre el mejor trigo de la Argentina." - p. 82)
"Comprar crema" es de alguna manera un poema que une los dos tópicos de los cuatro cuentos anteriores, un cuento sobre cómo el sexo y la poesía están en todos lados. "Amalia", el cuento que cierra el libro, parece el más distinto de todos, aunque también tenemos problemas de pareja e infidelidad. Tiene, por lo pronto, más profundidad vincular; es la historia de la destrucción de una familia y de una persona. Pero al final, quizás, no es tan distinta: una vida sin poesía, sin arte, como la de esa familia, una familia en la que no circulan las emociones, se rompe; la madre híper entrenada de ese cuento, que cree que "Cuanto más uno se entrena, más sano está, más años vive" (p. 98) resulta la prueba de lo contrario: de tan dura perdió flexibilidad y se rompe en pedazos. De nuevo, Ottonello cuenta este cuento duro con humor, como cuando dice de un personaje que "la cocaína se le fue de las manos. De las manos a la nariz." (p. 112)
En definitiva, una muy buena primera obra (publicada: sabemos que hay mucho más allí) de un muchacho de quien vamos a leer mucho.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Las cosas como son


Se me hizo larga The Lay of the Land, tercera entrega de la tetralogía Bascombe de Richard Ford, pero en gran medida porque efectivamente es larga (casi quinientas páginas) y lo leí en el Kindle, donde no te das demasiada cuenta del largo de las cosas.
Encontramos ahora a Bascombe cerca de los sesenta, meditando sobre la longitud de su vida: tiene cáncer de próstata, su segundo matrimonio está en problemas por las acechanzas del pasado, su primera mujer sigue dando vueltas, intenta con dificultad relacionarse con sus hijos. Más al punto, algunos eventos que parecen poco trascendentes lo van a llevar a pasar de lo que llamaba el "Período Permanente" a "El Próximo Nivel". En el Período Permanente, Frank Bascombe creía haber encontrado la aceptación; una postura casi zen de intentar concentrarse más en el hacer, en ser, que en convertirse en algo: "el final del perpetuo estar convirtiéndose, de pensar que la vida ha maquinado cambios maravillosos para mí". (p. 54) De otra forma, "lo que nos enseña el Período Permanente: si realmente no podés olvidar algo, al menos podés ignorarlo para llegar a tiempo a tus planes para la cena." (p. 227)
Los eventos de este fin de semana de Acción de Gracias rompen ese equilibrio y Frank llega a la conclusión de que "Todos esos años y formas de acomodarse, de soportar, de vivir con, de negociar el mundo para poder pertenecer en él (...) estas no parecen ahora ser formas de aceptación como yo lo pensaba, sino terribles formas de no-aceptación" (p. 357) El Próximo Nivel pasa por "aceptación, prudencia y gratitud". (p. 367) La primera novela ocurre en Pascuas y tiene que ver con un renacer, la segunda en el Día de la Independencia y tiene que ver con la liberación; esta tercera, en Acción de Gracias, pasa más por la aceptación que por la gratitud, o por entender la gratitud como aceptación, que es también una manera de lidiar con el envejecimiento y con la idea de una muerte cada vez más cercana: "Envejecer requiere reconciliarse con algunas cosas, y nadie dijo que ponerse viejo fuera lindo ni su alternativa mejor." (p. 296)
Frank, el inmobiliario de la costa de Nueva Jersey, se pregunta como un filósofo por la buena vida; "lo que todos queremos saber, lo que causa nuestras preocupaciones más desviadas y que tememos que pueda ser verdad pero nos resulta imposible conseguir una respuesta franca del mundo en general. ¿Soy bueno? ¿Soy malo? ¿O estoy perdido por algún lado en un medio teñido de neblina?" (p. 94) Hacia el final, lo importante parece ser intentarlo; la mejor pregunta motivacional puede no ser "¿Soy bueno?" sino "'¿Tengo acaso un corazón?' ¿Veo al bien al menos como una posibilidad?" (p. 476).
El libro cierra con el descenso de un avión, bajando a escala humana. "Es, por supuesto, sólo en escala humana, con el gran mundo acostado chato abajo tuyo, que el Próximo Nivel ofrece sus recompensas (...) una aceptación práctica de qué es qué, en tiempo real y con los pies sobre la tierra, vale como espiritual si podés arreglártelas." (p. 484) The Lay of the Land, como título, aparece así intraducible (aparentemente ni lo intentaron: veo que en la traducción española titularon "Acción de Gracias"); habla de aceptar los límites que impone lo físico, la tierra, la importancia de mantener los pies ahí hasta que nos lleven con los pies para adelante a otro lado. Quizás por eso se me hizo largo; quizás queremos todos alargar la llegada de ese momento.

Originales de las citas utilizadas
"an end to perpetual becoming, to thinking that life schemed wonderful changes for me". (p. 54)
"what the Permanent Period teaches us: If you can’t truly forget something, you can at least ignore it and try to make your dinner plans on time." (p. 227)
"All these years and modes of accommodation, of coping, of living with, of negotiating the world in order to fit into it (...) these now seem not to be forms of acceptance the way I thought, but forms of fearful nonacceptance". (p. 357)
"acceptance, prudence and gratitude". (p. 367)
"Aging requires reconciliations, and nobody said getting old would be pretty or the alternative better." (p. 296)
"the thing we all want to know, that causes most of our deflected worries and that we fear may be true but find impossible to get a frank opinion about from the world at large. Am I good? Am I bad? Or am I somewhere lost in the foggy middle?" (p. 94)
"the best motivational question in the spirituality catechism, and one seeking an answer worth remembering, may not be “Am I good?” (...), but “Do I have a heart at all?” Do I see good as even a possibility?" (p. 476)
"It is, of course, only on the human scale, with the great world laid flat about you, that the Next Level of life offers its rewards and good considerations. And then only if you let it. A working sense of spirituality can certainly help. But a practical acceptance of what’s what, in real time and down-to-earth, is as good as spiritual if you can finagle it." (p. 484)