lunes, 5 de noviembre de 2012

Fauna interior



En Fauna, una de las dos novelas del libro doble Fauna / Desplazamientos de Mario Levrero (Mondadori), el héroe recibe la inesperada visita de una hermosa mujer que lo enamora mientras le pide ayuda entre psicológica y parapsicológica para su hermana. Al poco tiempo, el héroe se encuentra a sí mismo en medio de una aventura que choca y se solapa con la cotidianidad de su vida de clase media montevideana: "ciertas circunstancias pueden justificar el ejercicio de una profesión sin título, sin nombre y aun sin tener los conocimientos suficientes; pero que al mismo tiempo debiera preocuparme por ganarme la vida con un quiosco, hacer las compras de mi casa, cocinar, escribir artículos periodísticos y enfrentar a una demoníaca banda de delincuentes invisibles y tortuosos, encabezada por una rubia que me había hechizado mediante artes diabólicas, ya era a todas luces demasiado." (p. 92)
De alguna manera, la aventura acentúa la soledad de nuestro héroe inesperado y ese es el tema clave de la novela, la soledad. "Fue recién hacia el fin del domingo, a eso de las once de la noche, cuando sonó mi teléfono por primera vez en todo el fin de semana, quebrándose por primera vez en muchas horas el monótono diálogo conmigo mismo." (p. 50) El protagonista busca atacar esta soledad con algún encuentro sexual, y la descripción de sus relaciones con compañeras habituales pero con vínculos que no van mucho más allá de lo sexual es genial. También intenta atenuar las consecuencias de la soledad con visitas a locales de flippers que son descriptos en gran profundidad. En la primera visita concluye que todos esos "artilugios mecánicos de color y sonido" no son más que una "pobre sustitución (...) para esa forma vacía que ya caminaba constantemente a mi lado, para esa ansiedad mía por llenar esa forma abstracta con el contenido de la mujer que me había enamorado." (p. 70) En una segunda visita descubre el secreto para una máquina que, así, pierde todo encanto y hace perder el encanto a las demás: "Sabía, de una manera obscura pero terminante, que no volvería a jugar en esas máquinas nunca más." (p. 101) Como en Tommy, de The Who (ver video), disco que precede al libro en 10 años, el pinball es un mal sustituto para los vínculos humanos.
A su manera, sin embargo, el héroe avanza, ayudando a su "paciente" a volver a florecer, a dejar de ser como la flor marchita que se posa sobre el piano de cola de su casa. (p. 125) Al hacerlo gana cada vez más conciencia de su propia soledad, de que él también es como esa flor abandonada, que su fauna interna pide salir de la jaula: "Yo también necesitaba, sin duda, la ayuda de un psicólogo." (p. 132) "Sonreí, entre un montón de lágrimas que me rodaban sin vergüenza por la nariz y las mejillas, aceptando con dolor y con rabia mi soledad final, mi realidad." (p. 133)


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