miércoles, 2 de septiembre de 2015

Las cosas como son


Se me hizo larga The Lay of the Land, tercera entrega de la tetralogía Bascombe de Richard Ford, pero en gran medida porque efectivamente es larga (casi quinientas páginas) y lo leí en el Kindle, donde no te das demasiada cuenta del largo de las cosas.
Encontramos ahora a Bascombe cerca de los sesenta, meditando sobre la longitud de su vida: tiene cáncer de próstata, su segundo matrimonio está en problemas por las acechanzas del pasado, su primera mujer sigue dando vueltas, intenta con dificultad relacionarse con sus hijos. Más al punto, algunos eventos que parecen poco trascendentes lo van a llevar a pasar de lo que llamaba el "Período Permanente" a "El Próximo Nivel". En el Período Permanente, Frank Bascombe creía haber encontrado la aceptación; una postura casi zen de intentar concentrarse más en el hacer, en ser, que en convertirse en algo: "el final del perpetuo estar convirtiéndose, de pensar que la vida ha maquinado cambios maravillosos para mí". (p. 54) De otra forma, "lo que nos enseña el Período Permanente: si realmente no podés olvidar algo, al menos podés ignorarlo para llegar a tiempo a tus planes para la cena." (p. 227)
Los eventos de este fin de semana de Acción de Gracias rompen ese equilibrio y Frank llega a la conclusión de que "Todos esos años y formas de acomodarse, de soportar, de vivir con, de negociar el mundo para poder pertenecer en él (...) estas no parecen ahora ser formas de aceptación como yo lo pensaba, sino terribles formas de no-aceptación" (p. 357) El Próximo Nivel pasa por "aceptación, prudencia y gratitud". (p. 367) La primera novela ocurre en Pascuas y tiene que ver con un renacer, la segunda en el Día de la Independencia y tiene que ver con la liberación; esta tercera, en Acción de Gracias, pasa más por la aceptación que por la gratitud, o por entender la gratitud como aceptación, que es también una manera de lidiar con el envejecimiento y con la idea de una muerte cada vez más cercana: "Envejecer requiere reconciliarse con algunas cosas, y nadie dijo que ponerse viejo fuera lindo ni su alternativa mejor." (p. 296)
Frank, el inmobiliario de la costa de Nueva Jersey, se pregunta como un filósofo por la buena vida; "lo que todos queremos saber, lo que causa nuestras preocupaciones más desviadas y que tememos que pueda ser verdad pero nos resulta imposible conseguir una respuesta franca del mundo en general. ¿Soy bueno? ¿Soy malo? ¿O estoy perdido por algún lado en un medio teñido de neblina?" (p. 94) Hacia el final, lo importante parece ser intentarlo; la mejor pregunta motivacional puede no ser "¿Soy bueno?" sino "'¿Tengo acaso un corazón?' ¿Veo al bien al menos como una posibilidad?" (p. 476).
El libro cierra con el descenso de un avión, bajando a escala humana. "Es, por supuesto, sólo en escala humana, con el gran mundo acostado chato abajo tuyo, que el Próximo Nivel ofrece sus recompensas (...) una aceptación práctica de qué es qué, en tiempo real y con los pies sobre la tierra, vale como espiritual si podés arreglártelas." (p. 484) The Lay of the Land, como título, aparece así intraducible (aparentemente ni lo intentaron: veo que en la traducción española titularon "Acción de Gracias"); habla de aceptar los límites que impone lo físico, la tierra, la importancia de mantener los pies ahí hasta que nos lleven con los pies para adelante a otro lado. Quizás por eso se me hizo largo; quizás queremos todos alargar la llegada de ese momento.

Originales de las citas utilizadas
"an end to perpetual becoming, to thinking that life schemed wonderful changes for me". (p. 54)
"what the Permanent Period teaches us: If you can’t truly forget something, you can at least ignore it and try to make your dinner plans on time." (p. 227)
"All these years and modes of accommodation, of coping, of living with, of negotiating the world in order to fit into it (...) these now seem not to be forms of acceptance the way I thought, but forms of fearful nonacceptance". (p. 357)
"acceptance, prudence and gratitude". (p. 367)
"Aging requires reconciliations, and nobody said getting old would be pretty or the alternative better." (p. 296)
"the thing we all want to know, that causes most of our deflected worries and that we fear may be true but find impossible to get a frank opinion about from the world at large. Am I good? Am I bad? Or am I somewhere lost in the foggy middle?" (p. 94)
"the best motivational question in the spirituality catechism, and one seeking an answer worth remembering, may not be “Am I good?” (...), but “Do I have a heart at all?” Do I see good as even a possibility?" (p. 476)
"It is, of course, only on the human scale, with the great world laid flat about you, that the Next Level of life offers its rewards and good considerations. And then only if you let it. A working sense of spirituality can certainly help. But a practical acceptance of what’s what, in real time and down-to-earth, is as good as spiritual if you can finagle it." (p. 484)

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