miércoles, 3 de agosto de 2016

Desde el interés nacional


Leí La Argentina y el mundo. Claves para una integración exitosa, de mi amigo Francisco de Santibañes. El libro es una excelente reflexión sobre el escenario internacional que enfrenta la Argentina y la mejor manera de aprovecharlo para hacer un país grande y que sirva para todos los argentinos.
La principal virtud del libro es que, sin dejar de pensar el mundo tal como es, ancla el análisis desde el interés nacional. No desde lo que le conviene a China, a Estados Unidos, a Europa o a Brasil, sino a lo que nos conviene a nosotros. Más allá de que la definición del interés nacional pueda y deba estar siempre en discusión, el principal mérito de de Santibañes es plantarse desde ese lugar: y justamente ese es el cargo que le hace en términos generales a “la disciplina de las relaciones internacionales en Argentina”, que no se planteó “como cuestión central de análisis cuáles son nuestros intereses nacionales.” (p. 168)
El autor define el interés nacional con tres preceptos: “Es del interés nacional de la Argentina fomentar el fortalecimiento del sistema internacional, y en particular el proceso de integración económica” (p. 168), porque Argentina tiene para ganar con la globalización. “La Argentina debe mantener buenas relaciones con la mayor cantidad de países con los que esto sea posible” (p. 170), porque mayor integración son más oportunidades económicas y políticas. Y “es del interés nacional argentino preservar un elevado grado de autonomía, para lo cual tendremos que evitar involucrarnos en disputas globales que no reflejan nuestros intereses y oponernos al surgimiento de una potencia hegemónica regional.” (p. 170)
En definitiva, dice de Santibañes, con una buena estrategia internacional llevada adelante con paciencia y constancia, Argentina puede "jugar un rol relevante en el concierto de las naciones", lo cual es indispensable "para cumplir con el sueño de tener una nación grande y para todos." (p. 346-347) ¿Qué implica esa estrategia? Implica usar las herramientas del poder "duro" (poderío económico y militar) y "blando" para avanzar el interés nacional. Implica insertarse económicamente a partir de nuestras fortalezas. Implica generar instituciones para ser más predecibles para la inversión y para establecer sociedades comerciales y políticas.
En las últimas décadas, Argentina no avanzó en esa línea, en parte porque "la clase dirigente argentina no ha estado dispuesta a sostener una estrategia de inserción internacional ni las instituciones necesarias para llevarla adelante". (p. 344-345) Eso explica, en gran medida, las tres anomalías que de Santibañes describe en los últimos tres capítulos del libro: la debilidad del empresariado nacional; la debilidad de su sistema de defensa; y la brecha existente entre la retórica que defiende la necesidad de recuperar las Malvinas y el hecho de que "carecemos de una estrategia para recuperarlas". (p. 307)
Más allá de algunos matices o discrepancias en temas concretos, el libro expresa la visión de una parte importante de una nueva generación de argentinos que está más en contacto con el mundo y que quiere una Argentina competitiva y dinámica y que cree que sólo así es posible tener un país con menos pobreza y más oportunidades. Mi principal crítica es que, al poner tanto énfasis en la clase dirigente y en los especialistas en temas internacionales y estratégicos, termina restando el lugar a lo político. (Si no me equivoco, no se menciona ni una vez la palabra “peronismo”.) Como muestra no sólo el caso argentino sino el Brexit y el éxito de Donald Trump, para que esa visión se plasme en la realidad no alcanza con el convencimiento de una élite, sino que una parte cada vez más grande de la sociedad deberá creer en las bondades de la integración y en nuestra propia capacidad de competir en el mundo; o, en palabras de de Santibañes, "recuperar la confianza en nosotros mismos (...) y asumir el rol que está en nosotros jugar." (p. 346)

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