lunes, 15 de octubre de 2018

Soledad



Leí Eleven Kinds of Loneliness, de Richard Yates, una colección de once cuentos, generalmente basados en Nueva York en los años siguientes a la segunda guerra mundial, época que algunos caracterizan como la Era de la Ansiedad. Y en esta colección se ve eso: prácticamente todos los personajes tienen algún tipo de soledad, algún tipo de ansiedad sobre su lugar en el mundo. Un recurso excelente para mostrar eso es que en muchos de los cuentos uno empieza pensando que el personaje principal, el solitario y triste, es uno, para después darse cuenta de que hay otro que lo es en la misma medida aunque de distinta manera: todos están de cierta forma perdidos.
En el primer cuento, por ejemplo, "Doctor Jack-o'-lantern", un chico de otra clase social - “Claramente, era de la parte de New York que tenías que atravesar en el tren antes de llegar a Grand Central” (l. 42) - llega a un colegio nuevo y parece solo y perdido pero después nos damos cuenta de que la maestra que lucha por integrarlo quizás está más perdida aún. En "The Best of Everything", Grace y Ralph están a días de casarse y parecen emocionalmente a millones de kilómetros el uno del otro. En dos cuentos ("No Pain Whatsoever" y "Out with the Old" vemos la soledad de tuberculosos internados y las de sus familias y en por lo menos dos vemos lo que puede hacer la experiencia militar: "Jody Rolled The Bones" y “The B.A.R. Man”. Sobre todo, qué les pasa a esos hombres cuando dejan de tener esa institución dándoles sentido: como dice uno de los compañeros de “The B.A.R. Man”, “Lo mejor de la Armada es que sos alguien, ¿entendés lo que digo?” (l. 1784)
En la tradición de Hemingway y F. Scott Fitzgerald, son cuentos que tratan de mostrar en vez de contar. Algunos me gustaron más, otros me aburrieron un poco, pero en general es una muy buena colección. Tienen el realismo de Carver y Cheever, aunque quizás un poco menos de sordidez, con algunos momentos poéticos pero sutiles, como los dos que siguen. 
En "No pain whatsoever", Myra va a visitar al marido, Harry, al pabellón de tuberculosos; va con una pareja de amigos y con su novio, Jack. La visita es amable pero distante, y después del hospital y de dejar al marido, Myra irá a tomar algo y quizás a bailar con quienes la llevaron, pero antes, entre la visita y la subida al auto, Myra llora. “De pronto la garganta de Myra se cerró y las luces de la calle nadaron en sus ojos. Después la mitad de su puño estaba en su boca y ella sollozaba miserablemente, haciendo pequeñas nubecitas de vapor que se iban flotando en la oscuridad.” (l. 1052) 
En “A Glutton for Punishment” (que es el cuento que más recomendaría leer de la colección), el personaje principal es Walter Henderson, un hombre acostumbrado y especializado en perder con dignidad. En el cuento veremos su soledad y la de su mujer (“La rotación ordenada de muchos humores cuidados era su vida, o más bien, en lo que se había convertido su vida.” - l. 1283), pero también logra con una imagen precisa mostrarnos el sufrimiento de Crowell, su jefe, cuando tiene que echarlo. Crowell se lo dice sentado en su silla y con sus manos sobre la tapa de vidrio de su escritorio. Después de decirle, “Crowell se echó para atrás y cuando levantó sus manos su humedad dejó en el vidrio dos impresiones grises perfectas, como las manos de un esqueleto.”

Originales de las citas
“Clearly, he was from the part of New York that you had to pass through on the train to Grand Central” (l. 42)
“The best part about the Navy is, you’re somebody, know what I mean?” (l. 1784)
“All at once Myra’s throat closed up and the streetlights swam in her eyes. Then half her fist was in her mouth and she was sobbing wretchedly, making little puffs of mist that floated away in the dark.” (l. 1052)
“The orderly rotation of many careful moods was her life, or rather, was what her life had become.” (l. 1283)
“Crowell leaned back, and when he raised his hands their moisture left two gray, perfect prints on the glass, like the hands of a skeleton.” (l. 1130)

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