lunes, 7 de febrero de 2022

El principio

 


Hice otra pausa en medio de un libro larguísimo y la pausa fue Killing Floor, el primer libro (en orden de aparición) de la serie de Jack Reacher. Después de leer las tres precuelas (The Enemy, Night School y The Affair), llegamos al principio y nos encontramos con Reacher vagando por EE.UU. después de haber sido dado de alta del ejército y, de casualidad, se cruza con una organización criminal y una investigación muy familiar, demasiado familiar.

Lo leí en tres días, porque esa, sin duda, es una virtud del libro. Te engancha. Y tiene un ritmo impresionante, dado en gran medida por una prosa de puro corte. Frases cortísimas. Concatenadas. Va algo al azar: “Lo repasé con él mientras él manejaba. Paso a paso. El viernes pasado yo había estado solo en la pequeña sala de entrevistas en la comisaría con Baker. Le había presentado mis muñecas. Me había sacado las esposas. Le había sacado las esposas a un tipo que se suponía que él creía que era un asesino.” Una vez le mostré a un amigo músico de mi viejo un disco de la banda que me gustaba. “Puro ritmo”, me dijo. Así es la prosa de la serie de Reacher: puro ritmo.

Pero la novela tiene problemas además de una prosa no muy imaginativa. Dos grandes problemas. El primero es la inverosimilitud. En este caso, la coincidencia brutal del cruce de Reacher justo con esta investigación. Y la absolutamente ridícula explicación de cómo encuentra en un momento a un tipo que no quería ser encontrado. El segundo es la previsibilidad: en la primera escena que aparece una chica sabemos que va a terminar en la cama con Reacher; desde la primera escena sabemos que el gordito es corrupto; desde mucho antes sabemos de qué se trata la organización criminal y quiénes son sus organizadores, más allá de algunos detalles.

Pero sigue siendo divertido, me digo, admito, medio avergonzado.

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