Leí Often I am happy, de Jens Christian Grøndahl, una novela bella, triste e intensa. La narradora, Ellinore, acaba de enterrar a su segundo marido Georg, y le escribe a su amiga muerta Anna, amante del primer marido de Ellinore, Henning, y primera mujer de Georg.
¿Se entiende? Había dos parejas amigas: Henning
y Ellinore por un lado, Georg y Anna por el otro. Hasta que Georg y Ellinore
descubren que Henning y Anna eran amantes, el mismo día en que los amantes
mueren debido a una avalancha mientras esquiaban. Con el tiempo, los esposos
engañados terminan juntos, y Ellinore como madrastra de los hijos mellizos de
Anna y Georg. Y cuando Georg muere, quizás treinta años después, envuelta en el
dolor –“Sería un comentario superficial decir que estoy de duelo cuando es más
bien que el duelo me llena, ese bulto sin forma, que crece sin limitaciones” (p.
11)–, Ellinore le escribe a su amiga muerta, con todo el amor y el enojo, el
enojo contenido y cortante, pero todo con un tono tenue, contenido; no
contenido en el sentido de que no dice todo, sino que todo lo dice con naturalidad,
sin gritar y sin aspaviento, matter-of-factly, y es justamente
esa aparente falta de intensidad la que le da intensidad al relato de Ellinore.
Así empieza la novela: “Ahora tu esposo
también está muerto, Anna. Tu esposo, nuestro esposo. Me hubiera gustado que
yaciera al lado tuyo, pero tenés vecinos, un abogado y una señora que fue
enterrada hace un par de años” (p. 1). Y a partir de ahí, con su amiga muerta,
su esposo muerto, los hijastros ya grandes y distantes, Ellinore repasa su
vida, incluyendo las peculiares circunstancias de su concepción en épocas de la
ocupación alemana de Dinamarca, y un poco también de la vida de su amiga Anna: “Tu
vida, cualquier vida, se reduce a un puñado de hechos cuando termina. Fue. Pasó
esto y aquello, y podemos pensar de ello lo que queramos. Te acostaste con el
esposo de tu mejor amiga y permitiste que él te arrastrara a tu muerte” (p. 4).
Su concepción, su casamiento con Henning, el descubrimiento y la muerte de los
amantes, el acercamiento a Georg y los mellizos, la muerte de Georg y el
retiro, el regreso de Ellinore a su lugar, alejada de la familia de Anna y
Georg. Es una historia triste la que relata Ellinore con el notable tono que le
imprime Grøndahl. Pero Ellinore no lo admite: “Se me hace que mi relato te debe
parecer triste, pero no soy una persona triste, y vos lo sabés. A menudo soy
feliz, como dice la canción, feliz por dentro, aun si no puedo mostrarlo
siempre. Es todo algo que simplemente te pasa de largo” (p. 150).
Así son las cosas. Son como son, y Ellinore no
anda buscando eufemismos u ocultando sus sentimientos. Como la relación de sus
padres: “No hay por qué exagerar; o, para decirlo de otra manera, buscarías en
vano una razón más profunda salvo que era ella, y que era él” (p. 119). Y así,
en 150 páginas, Grøndahl construye una novela realmente fuerte y bella.
Cita que me gustó
“Self-hatred is a gendered feeling: in a man
it makes him a wimp; in a woman it’s the natural order to feel defective.
Original sin is our element, Anna; as a Catholic you should know these things.
You see, that’s why God blessed us with moodiness, menstrual pain, and hot
flashes with a mustache, once we get that far.” / “El auto-desprecio es un
sentimiento de género: en un hombre lo convierte en un pelele; en una mujer es
el orden natural sentirse defectuosa. El pecado original es nuestro elemento,
Anna; como católica deberías saber estas cosas. ¿Viste? Por eso Dios nos
bendijo con cambios de humores, dolor menstrual y calores súbitos con bigotes,
una vez que llegamos a esa altura.” (p. 50)
Originales de las citas usadas en el texto
“It would be glossing over to say that I am in
mourning when it is mourning that fills me up, that shapeless lump, growing
unrestrainedly.” (p. 11)
“Now your Husband is also dead, Anna. Your
husband, our husband. I would have liked him to lie next to you, but you have
neighbors, a lawyer and a lady who was buried a couple of years ago.” (p. 1)
“Your life, any life, is reduced to a handful
of facts when it ends. It was. This and that happened, and we can make of it
what we like. You went to bed with your best friend’s husband and allowed him
to drag you to your death.” (p. 4)
“If it started raining, I would simply button
up my coat and allow my hair to become wet. It always dries again, Anna. There
isn’t a thing that doesn’t pass off. It strikes me that my account must seem
sad to you, but I am not a sad person, and you know that. Often I am happy, as
the song goes, happy inside, even if I can’t always show it. It is all just
something that passes you by.” (p. 150)
“There’s no reason to exaggerate; or, to put
it differently, you would search in vain for a deeper reason except that it was
her, and that it was him.” (p. 119)
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