lunes, 21 de julio de 2025

La secuela

 


Terminé tan absorbido por The Handmaid’s Tale que fui directo a leer su secuela, The Testaments, que es un libro muy diferente y mucho menor.

En gran medida The Testaments es como un apéndice al libro original: además de continuar la historia, de contarnos un poco qué pasó con Offred después del final de The Handmaid’s Tale, nos explica más el mundo de Gilead, cómo era, cómo fue que se estableció esa teocracia sobre una parte de lo que era Estados Unidos y cómo fue que se fue forjando su élite. En ese sentido, por momentos suena menos como una novela que como un ensayo sobre los orígenes y el funcionamiento de Gilead, aunque hecho novela. (Aldous Huxley publicó un libro de ensayos sobre Brave New World 26 años después: Brave New World Revisited).

Por otro lado, The Testament es una novela. La novela está construida con los testimonios de tres mujeres: dos testimonios como testigos de dos mujeres jóvenes que sufrieron a Gilead, y el testimonio escrito de una de las principales autoridades femeninas del régimen. Y está muy bien construida y se lee muy bien y es notable cómo ecualiza los distintos tiempos de los tres relatos. La disfruté y la leí en muy pocos días porque no la quería dejar. Pero no es verdaderamente una novela distópica porque hay salida, porque las tres mujeres, de alguna forma, logran mantener su humanidad, su voluntad, y arriesgan todo para enfrentar el régimen. En ese sentido, un poco me desilusionó; mi sensación es que agregando explicaciones y argumento hacia adelante se desmerece un poco lo construido en la novela original, que este libro reduce en vez de aumentar.

 

Algunas citas y comentarios

“Cada una tenía un lugar en Gilead, cada una prestaba servicio en su manera y todas eran iguales en los ojos de Dios, pero algunas tenían dones que eran diferentes de los dones de otras” (p. 164) “Everyone had a place in Gilead, everyone served in her own way, and all were equal in the sight of God, but some had gifts that were different from the gifts of others”. Es casi una cita directa a Animal Farm”: todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.

“Gilead tiene un problema desde hace mucho tiempo, querido lector: para ser el reino de Dios en la tierra, tiene una tasa de emigración vergonzosamente elevada.” (p. 112) “Gilead has a long-standing problem, my reader: for God’s kingdom on earth, it’s had an embarrassingly high emigration rate”. Es el argumento más obvio que se hacía a los países detrás de la cortina de hierro y que aún se hace a Cuba.

“Creemos que usted, con su entrenamiento privilegiado, está bien calificada para ayudarnos en mejorar la preocupante carga sobre las mujeres que ha sido causada por la sociedad decadente y corrupta que estamos aboliendo ahora” (p. 174). “We believe that you, with your privileged training, are well qualified to aid us in ameliorating the distressing lot of women that has been caused by the decadent and corrupt society we are now abolishing.” La gran ironía de los regímenes totalitarios es cuánto tienden a justificar su existencia los grupos humanos a quienes terminan por oprimir.

“Reino del terror, solían decir, pero el terror no reina, precisamente. En cambio: paraliza. Por eso el silencio no natural” (p. 277). “Reign of terror, they used to say, but terror does not exactly reign. Instead it paralyzes. Hence the unnatural quiet.” Parece sacado de Arendt.

“Obediencia, sumisión, docilidad: estas eran las virtudes requeridas” (p. 291). “Obedience, subservience, docility: these were the virtues required.”

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