miércoles, 2 de mayo de 2012

Caño

Era en la calle Brandsen, llegando a Patricios
en Barracas, o en la Boca, es todo muy impreciso
en mi recuerdo, en los mapas
a pocas cuadras de la cancha de Boca
donde una vez vi un gol de Rambert
que festejé como loco mientras
nos meaban desde arriba
y más cerca en el tiempo
tuve que aplaudir un gol de Palermo
otro barrio impreciso
que nos hizo un gol de taco.

Estabas ahí, en Brandsen, llegando a Patricios
cerca de la esquina, frente a un Día Descuento
al lado de un local de venta mayorista de jeanes
y muy cerquita de un bar
de esos que mamá llamaría
de mala muerte
con los precios anotados en un pizarrón negro
con tiza blanca
con dos o tres tipos hablando
mientras ven pasar las minas por la calle
y a diez o veinte metros más una súper confitería
toda menemista, toda vidrios y carteles grandes
una súper confitería
            de otro barrio
            de otra ciudad
            de otro país.

Y vos estabas ahí,
en la calle
y te miré el frente
y te miré los costados
y te miré la cola
pensando en lo buena que habrás estado
queriendo abrazarte, hacerte upa, cuidarte.
El color es difícil de describir, casi óxido
pero en tu capota había óxido
y el color no era el mismo
era otro: entre naranja y rojo y bordó desteñido quizás.
Pero no: era óxido.
Igual sos hermosa, pero hay que decirlo:
tenés la piel poceada
necesitás chapa y pintura.

Pero los fierros están intactos
la parrilla delantera con dos largos
rectángulos cromados horizontales
y unas rayas más chicas verticales
y arriba de ella una sola letra
una letra que sobrevivió entre cuatro hermanas
una R reluciente recalcitrante reconfortante
en los costados los faros cuadrados
y más abajo los paragolpes con lustre
apenas por ahí, quizás, un poquito tocados.
Tus metales, como los músculos de una mujer
que siguió siempre activa
son los que mejor sobrevivieron
el paso del tiempo.
Los metales, los fierros, el caño.
Arriba de la parrilla, el parabrisas viejo,
de esos que se curvan a los costados
enmarcado en una cinta de metal hermosa
y lo mismo los marcos de todos los vidrios
y las manijas de las puertas de metal plateado
como todo lo demás y como ese hermoso
rectángulo de espejito retrovisor.

Tu cola es un poco cuadrada.
Como el frente, están mejor los fierros
que la pintura, con un gran agujero oxidado
en el medio del baúl.
Las luces traseras son perfectas,
y también el paragolpes
pero el caño de escape es un cilindro de óxido.
En un costado del parabrisas trasero vi pegada
casi olvidada, una calcomanía circular
con una tonina saltando del agua
con azul abajo, rojo a los costados y blanco arriba
con la leyenda San Bernardo – Argentina.

Tu patente dice UPA871
y por eso te quise hacer upa, Falconeta hermosa
y queriendo estar cerca te googlié y te encontré.
Sos del registro número dos de Adrogué.

Terminé en Barracas lo que tenía que hacer
y cuando volví a pasar cerca tuyo te fotografié
mientras un señor que baldeaba la vereda me miraba
y después llegué a la oficina y almorcé con los pibes
que me hicieron sentir viejo
y me acordé de vos,
que serás más o menos de mi edad,
del 77 tal vez
y estás flamante:
estás hecha un caño, che.

No hay comentarios:

Publicar un comentario