lunes, 11 de mayo de 2015

Rotas cadenas


Cuando como una medialuna me gusta agarrar la punta del rollo y desenrollarla toda, ir sacando las capas de masa, deshilachando la medialuna y comerla así, de a poco. En Freedom, Jonathan Franzen hace eso con su historia, pero como si fuera una mamushka de medialunas: aparecen nuevos hilos de historia, de vínculos, que iluminan la forma en que se fueron generando sus personajes. Es que, como en The Corrections, en Freedom Franzen hace la disección de una familia, un gran relato de tres generaciones de vínculos humanos: padres e hijos, hermanos, parejas, todos acompañándose, queriéndose, compitiendo, haciéndose daño, perdonándose.
La novela empieza con un capítulo relativamente corto en una tercera persona más o menos tradicional y después hay un largo texto que es la autobiografía de uno de los personajes, Patty. Después le siguen capítulos bastante extensos en terceras personas que son primeras rotativas y más o menos sucesivas: es decir, escribe un capítulo en tercera persona pero desde la perspectiva bien cercana de un personaje; en el capítulo siguiente la narrativa avanza desde la perspectiva de otro, pero volviendo a veces a cosas que ya vimos antes y así sucesivamente. Es notable como Franzen logra repetirse lo mínimo indispensable como para ver las distintas miradas de los personajes sobre un mismo hecho o cuestión sin tornarse pesado.
En el centro de la novela está la idea de la libertad, la libertad como bendición o como maldición a la hora de vivir. (En The Corrections Franzen hablaba de la idea de corregir y usaba el concepto de corrección en diferentes situaciones y formatos; acá hace lo mismo con la idea de libertad, usando la palabra con todas sus connotaciones posibles.) La cuestión es que todos los personajes, empezando por el triángulo básico de Walter Berglund, su esposa Patty y su amigo Richard, tienen que liberarse de algo (de sus familias de origen, de vínculos enfermizos) o entregarse a vivir en algún yugo (vínculos románticos, decisiones vocacionales, etc.), a decirse "esto soy yo". Alrededor de esos tres personajes aparecen también sus familias de origen, hijos, amigos, trabajos, todo con detalles que se multiplican. El gran punto, para los Berglund, como para casi todos, es aprender a vivir con esa libertad; como dice una vecina de ellos hacia el final del primer capítulo "Me parece que todavía no le encontraron la vuelta a esto de vivir." (p. 33) 
En una visita a su hija Jessica, que está estudiando, Patty encuentra una piedra grabada con la leyenda "USAD BIEN VUESTRA LIBERTAD" (p. 230) Todos los personajes de Freedom están en esa lucha, que no significa la lucha por ser libres, sino por descubrir qué libertad les es propia. Hacia el final de la novela, no podés estar seguro de si lo lograron o no, pero sí que lo siguen intentando. Walter parece entender que "Era la única manera en que sabía cómo vivir: con disciplina y sacrificio" (p. 401); su hijo Joey parece entender que la libertad total por la que siempre luchó tiene sus limitaciones; Patty descubre en carne propia que, como dice Walter, "la única cosa que nadie te puede sacar es la libertad de cagar tu vida" (p. 453) y así sucesivamente. Todos parecen descubrir que vivir es ir tratando de entender, paso a paso, cuáles cadenas es mejor romper y cuáles, quizás, sólo acomodar un poco y por un tiempo.

Originales de las citas usadas
"I don't think they've figured out yet how to live". (p. 33)
"USE WELL THY FREEDOM". (p. 230)
"It was the way he knew how to live: with discipline and self-denial." (p. 401) 
"People come to this country for either money or freedom. If you don't have money, you cling to your freedoms all the more angrily. (...) You may be poor but the one thing nobody can take away from you is the freedom to fuck up your life". (p. 453)

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