lunes, 2 de octubre de 2017

Hasta siempre


Volví a leer la novela que más veces leí. ¿Tres, cuatro, cinco, seis? Ni idea, qué importa. No me canso nunca de ver El Padrino y no me canso nunca de leer El largo adiós, de Raymond Chandler. Y dejé de escuchar a Dolina, a mis 18 o 20 años, cuando lo escuché desdeñar a Chandler aduciendo que al fin de cuentas sólo escribía novelas de detectives. 
Una particularidad de esta lectura es que la hice a los 42 años, a la misma edad que tiene en la novela su héroe, Philip Marlowe, el detective privado por antonomasia. Como dice Marlowe de su cliente en la novela, Terry Lennox, es imposible no amar a Marlowe. Marlowe es todo lo que debe ser un hombre: fuerte, decidido, valiente, independiente, culto sin snobismo (describe “decoraciones por Duhaux en el último simbolismo subfálico”-  p. 18), caballero sin afectación, irónico sin que eso lo convierta en insensible. Marlowe está en el mundo para ayudar a otros con sus problemas pero siempre buscando que prevalezca la verdad y la justicia. La ciudad es un mundo desordenado y hostil, y él está ahí para ponerle un poco de orden y justicia, para compensar un poco. Al lado de Marlowe somos todos poca cosa pero, al mismo tiempo, de Marlowe aprendemos que hay que intentarlo igual; aunque nos fajen o nos cueste, hay que intentar poner orden y humanidad en el medio del caos. Marlowe nació en un pueblo chico y nos dice que le podría haber ido bien allá. Nos pinta una vida de rico de pueblo chico y concluye: “Quedatela vos, querido. Yo me quedo con la ciudad grande sórdida sucia y torcida.” (p. 249) Podría haberme quedado afuera pero me vine a dar una mano.
El tema principal de la novela es esa ética; es la defensa de una forma de vida ajustada a la justicia y la verdad en un mundo difícil y desordenado en el cual a muchos malos les va muy bien. No es un superhéroe, el bien no siempre triunfa, pero cada tanto el detective puede compensar. Otro tema es el adiós, la despedida. Muchos de los personajes pierden cosas en la novela y tienen que hacer duelos, pero no todos lo logran. Ni Eileen Wade ni Lennox ni Roger Wade. Marlowe tiene que soltar a Lennox y también a Linda. Con Lennox hace todas las cosas sentimentales que él le pide en su carta, y dijo su adiós “cuando valía de verdad (...) cuando era triste solitario y final.” (p. 378) Y con Linda razona que “Los franceses tienen una expresión. Los hijos de puta tienen una expresión para todo y siempre tienen razón. Decir adiós es morir un poco.” (p. 365) Así que además de todo lo demás, Marlowe es el más maduro de todos los personajes, el que lidia con el dolor y la pérdida como un adulto.
El otro gran tema es uno de los grandes tema de la vida del autor, aquello a lo que el autor no pudo decirle adiós: el alcohol. La novela comienza, los problemas de Marlowe comienzan, justamente por el alcohol: “siempre es un error interferir con un borracho” (p. 4). Y los dos hombres que crean el conflicto central, por decirlo así, son borrachos. El alcoholismo cambia todo: “Un hombre que puede tomar mucho en alguna ocasión sigue siendo el mismo hombre que era sobrio. Un alcohólico, un alcohólico de verdad, no es para nada el mismo hombre. No podés predecir con seguridad nada que tenga que ver con él salvo que será una persona que nunca antes conociste.” (p. 181)
El argumento puede ser un poco demasiado complejo, y en algún momento una cosa que a Marlowe le tarda un tiempo hoy nos parece obvia. También es verdad que hoy, después de todas las novelas de detectives que leímos y todas las películas de detectives que vimos, el tono puede parecer un poco cliché. Es como escuchar la voz en off de La pistola desnuda, esa voz de primera persona dura y rasposa, irónica y canchera. Pero hay que recordar que si no fue el primero, Chandler es de los primeros. Y sobre todo, que nadie lo hace como él, con su riqueza de lenguaje y su humor y su ritmo. Para mí Chandler es un genio de la metáfora, una metáfora corrida y original: “El oleaje tiene la tranquilidad de una señora vieja cantando en la iglesia” (p. 37); “...dijo en una voz hecha con lo que usan para forrar las nubes de verano” (p. 95); “yo pertenecía a Idle Valley como una cebolla perla en un banana split” (p. 98); “Pasó una hora como una cucaracha enferma”.(p. 137).
A este paladín de la justicia no le decimos nunca adiós sino siempre hasta pronto: y si a los 20 la leí queriendo convertirme en un hombre como Marlowe, espero no pensar dentro de veinte años "qué equivocado está este muchacho".

Originales de las citas usadas
“decorations by Duhaux in the latest subphallic symbolism.” (p. 18)
“You take it, friend. I’ll take the big sordid dirty crooked city.” (p. 249)
“So long, amigo. I won’t say goodbye. I said it to you when it meant something. I said it when it was sad and lonely and final.” (p. 378)
“The French have a phrase for it. The bastards have a phrase for everything and they are always right. To say goodbye is to die a little.” (p. 365)
“it’s always a mistake to interfere with a drunk.” (p. 4)
“A man who drinks too much on occasion is still the same man as he was sober. An alcoholic, a real alcoholic, is not the same man at all. You can’t predict anything about him for sure except that he will be someone you never met before.” (p. 181)
“The swell is as gentle as an old lady singing hymns.” (p. 37)
“she said in a voice like the stuff they use to line summer clouds with”. (p. 95)
“I belonged on Idle Valley like a pearl onion on a banana split.” (p. 98)
“An hour crawled by like a sick cockroach.” (p. 137)


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