lunes, 19 de febrero de 2018

Dos triángulos


Leí The Marriage Plot, de Jeffrey Eugenides (de quien leí Middlesex, que amé). The Marriage Plot relata el difícil comienzo de la vida adulta de las tres partes de un triángulo amoroso: Madeleine, la chica sensata que ama los libros; Mitchell, el joven místico y correcto, “el tipo de chico inteligente, sano y complace-padres con el que ella se enamoraría y casaría” (p. 15); y Leonard, el brillante bipolar con quien efectivamente se casa.
El título del libro viene de la tesis de Madeleine sobre la novela victoriana, y se refiere a uno de los temas principales de la novela, que es el amor romántico. La novela es, un poco, sobre una chica buena que se enamora del chico equivocado; y otro poco del chico que se enamora de un ideal imposible. Pero el punto, al final, es que la cosa es más compleja; que claramente ya no se puede vivir (ni escribir) como en la época victoriana, pero que tampoco se puede vivir sin amor romántico.
El segundo tema de fondo, que ilumina un poco al anterior, es el religioso. Mitchell es estudiante de estudios religiosos, es un místico que busca respuestas, o al menos un lugar desde donde operar en el mundo, o la respuesta a la simple pregunta de cómo ser una buena persona. “Todas las personas que conocía estaban convencidas de que la religión era una farsa y Dios una ficción. Pero las cosas que sus amigos usaban en reemplazo de la religión no lo impresionaban. Nadie tenía la respuesta para el acertijo de la existencia” (p. 96) como nadie parece tener la respuesta para el acertijo del amor (de la pareja, de la soledad).
El triángulo de temas que empieza con amor y religión se cierra con la literatura. Madeleine estudiaba literatura “por las razones más puras y aburridas: porque amaba leer.” (p. 20) Y en medio del auge de la semiótica y la crítica literaria, a ella le gustaba leer las grandes novelas victorianas. “A Madeleine le daba la impresión de que la mayoría de los teóricos de la semiótica habían sido chicos poco populares, a menudo bulleados o ignorados, y entonces habían dirigido su ira remanente contra la literatura.” (p. 42) La literatura y la novela no reemplazan a Dios ni al amor de pareja muertos; pero quizás ordenan, y hay algo de eso en la escena final, en la que el crecimiento de dos de los tres personajes se cristaliza con una pregunta que hace referencia justamente a la trama matrimonial. Pero Eugenides no nos está tratando de convencer de eso ni de nada (ni sobre el amor, la literatura o la religión): nos da una novela honesta, directa y divertida sobre tres chicos y mientras tanto nos habla de esta cosa complicada que es vivir.

Originales de las citas usadas
“Mitchell was the kind of smart, sane, parent-pleasing boy she would fall in love and marry.” (p. 15)
“Everyone he knew was convinced that religion was a sham and God a fiction. But his friends’ replacements for religion didn’t look to impressive. No one had an answer for the riddle of existence.” (p. 96)
“She’d become an English major for the purest and dullest of reasons: because she loved to read.” (p. 20)
“Madeleine had a feeling that most semiotic theorists had been unpopular as children, often bullied or overlooked, and so had directed their lingering rage onto literature.” (p. 42)

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