Dentro de mi
proyecto de lectura de historia de EE.UU., leí The Republic for Which it Stands. The United States during Reconstruction and the Gilded
Age, 1865-1896, de Richard White. Para simplificarme la vida, seguí (y creo que
seguiré) con la Oxford History of the United States, a la cual ingresé con The Battle Cry of Freedom.
Después de la Guerra
Civil, en la que EE.UU. terminó con ese “pecado original” que era la
esclavitud, se pensaba que se venía una república más auténtica, basada en la
santidad del hogar y la libertad de trabajo, donde cada hombre tendría abierto
el camino al crecimiento personal (y cada mujer debía acompañar a un hombre en ese camino). En cambio, lo que ocurrió fue la
consolidación territorial, la creación de un mercado nacional de bienes y de
trabajo, y la consolidación, en el marco de una primera globalización, de un
capitalismo industrial que creó, contra lo deseado, las clases peligrosas: los
muy ricos y los muy pobres. Es el Estados Unidos de los grandes monopolios y
de los robber barons, de los ferrocarriles y el acero, de los Carnegie,
Rockefeller y demás; también es el momento del nacimiento de las grandes marcas
(como en Argentina), desde Coca Cola y General Electric hasta John Deere; y un
tiempo de invención e innovación, personificado en Thomas Edison o Alexander
Graham Bell, aunque White sostiene que la innovación en esta época era más
cooperativa y cumulativa que individual.
En el camino, el fin
de la esclavitud no derivó en la igualdad sino en una nueva forma de exclusión
de los negros (violencia para privarlos del voto y de la igualdad social, el
sistema Jim Crow para excluirlos
legalmente). Y la conquista del Oeste, que terminó quitándole el protagonismo
en el relato nacional a la Guerra Civil, derivó en el genocidio de los indios y
en un desastre ambiental (la extinción de los búfalos, la desaparición de
grandes extensiones de bosques nativos y mucho más). A ese desastre ambiental
natural le correspondió un desastre ambiental urbano: como el conventillo
porteño, el tenement neoyorquino era
hogar de la pobreza y fuente de enfermedades de todo tipo; la falta de obras
sanitarias, la pobreza del nuevo proletariado.
Fue una época de
grandes transiciones y de luchas violentas. Violencia en el Sur contra los
negros, en el Oeste contra los chinos y en todo el país contra los trabajadores
que comenzaban a organizarse, como sucedía también en Argentina. Fue la época
de la gran inmigración y de grandes esfuerzos de reformas sociales: por los
derechos de la mujer, por los derechos laborales, contra el alcohol y otras
“malas costumbres”. Pero también una era de gran resistencia a estos nuevos
tiempos y del nacimiento de una idea de un Estados Unidos blanco y
protestante: a los chinos y los negros se agregó como blanco a los
trabajadores pobres, los católicos y los judíos.
Políticamente, fue
un tiempo de presidentes poco notables; entre Andrew Johnson, Ulysses Grant,
Rutherford Hayes, James Garfield, Chester Arthur, Grover Cleveland y Benjamin
Harrison, quizás el único memorable sea Grant, pero más por su papel como
militar que como presidente. El partido Republicano entró como el partido de la
intervención estatal, pasó a ser dominado por liberales laissez-faire y volvió
a propiciar mayor intervención. Los demócratas fueron el partido de la
exclusión de los negros en el sur, comenzaron siendo defensores de los derechos
de los estados y de un gobierno limitado y terminaron favoreciendo mayor
intervención (pero tan limitados al Sur como al comienzo). Fue la época del
nacimiento y muerte del partido Populista.
Aunque de manera
menos espectacular que durante la Guerra Civil, fue una época de creación
estatal, con una gradual construcción de capacidades del estado federal y una
lucha entre éste y los estados que se manifestaba como una lucha entre el
Congreso y el poder judicial. Una época donde las grandes discusiones pasaban
por la protección aduanera, la limitación de los grandes monopolios y el
mantenimiento o eliminación del patrón oro, todos temas que también estaban
vigentes en la Argentina de la época.
Se trata, en
definitiva, de uno de los períodos de mayores cambios (territoriales,
políticos, económicos, sociales) de la historia americana. Como lector amateur,
quizás hubiera preferido algo un poco más esquemático, pero claramente es dificilísimo
hacer una historia ordenada y coherente de todos estos cambios complejos y que
involucran en todo momento alternativas, discusiones y luchas desordenadas y
cambiantes. Como comentario final, es muy interesante leer todo eso desde la
historia argentina: consolidación del estado nacional, creación de un mercado
nacional, inmigración, primera industrialización, expansión territorial,
discusiones en torno al proteccionismo y el patrón oro, nacimiento de algunas
de las grandes fortunas. La Argentina de la época no era muy diferente, salvo
en la escala y en la cuestión racial, para bien o para mal, a los EE.UU. de la
época.
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