Me
parece imposible hacer un apunte de lectura razonable de Hateship, Friendship,
Courtship, Loveship, Marriage, colección de cuentos de Alice Munro (genia de
quien también leímos Dance of the Happy Shades, Runaway y Too Much Happiness).
Es simplemente un libro hermoso y triste y notable y cualquier cosa que diga sobre él parece insuficiente.
Los
cuentos tratan de personas y situaciones, de sensaciones y sentimientos que
hacen al misterio y la magia de la vida. (¿Será por ello que hay tantas
menciones a suicidios reales o pensados?) De eso parece tratarse la escritura
para Munro, contar el mundo desde los detalles, desde los personajes y desde
los paisajes de una Canadá entre rural y urbana. Como dice la narradora de
“Family Furnishings”: “No pensé sobre el cuento que haría sobre Alfrida - no
pensé sobre eso en particular - sino sobre el trabajo que quería hacer, que
parecía tener más que ver con atrapar algo del aire que con construir
historias.” Sin ánimo de ser exhaustivo, creo que Munro logra hacer esa especie de
miniatura monumental de la vida básicamente a través de tres ejes.
Al
primero podríamos llamarlo la contingencia. El mejor ejemplo es el del cuento que le da el nombre al libro: “Hateship, Friendship,
Courtship, Loveship, Marriage”. Ahí dos chicas hacen una travesura: generan un
intercambio de cartas haciéndose pasar por un señor; la mujer que recibe las
cartas se lo cree y sale a buscar al hombre, que acepta la relación. La mujer
termina regenerando al señor y se casan y tienen un hijo, Omar. Años después, una de las chicas se pregunta “where, on
the list of things she planned to achieve in her life, was there any mention of
her being responsible for the existence on earth of a person named Omar?”
Munro
nos habla sobre la contingencia también a través de la forma: sobre
todo en este cuento (pero también en otros) nos va pasando de un personaje a
otro, de un momento a otro, de una situación a otra de modo que siempre
tardamos un poco en entender de qué se trata el cuento; siempre hay más y
siempre se podría ver distinto. Finalmente, la contingencia se despierta por
los errores o por las cosas que no terminan de saberse. Dos nombres de cuentos
son fruto de equívocos de sus personajes: “Post and Beam” hace referencia al
supuesto estilo arquitectónico de una casa que no era tal; “Nettles” al nombre
de una hierba que tampoco era ese. Y en “What is Remembered”, cuando le cuentan
al marido que su mejor amigo murió él responde en el acto “Suicidio”, pero
nunca se confirma ni se desmiente esa posibilidad.
Un
segundo eje es cierta reflexión sobre el género, las diferencias entre mujeres
y varones, el misterio que entraña ese otro diferente. A veces mostrando
mujeres que se piensan en relación a otro o varones que parecen necesitar esa
validación; en “Family Furnishings” la narradora ve, años después, que en su
tía había algo que ella sólo sentiría en el futuro, la esperanza de que su
pareja “se estableciera como alguien respecto de quien ella pudiera estar
razonablemente orgullosa”. En “Nettles” una mujer se encuentra muchos años
después con un hombre con quien habían sido amigos de niños (y del que había
estado atraída). Lo acompaña en una ronda de golf y casi no interactúan; él juega, ella acompaña. “Esto era entonces lo que se suponía que yo
debía hacer - darle una idea amplificada, extendida, de él mismo. Una idea más
cómoda, podríamos decir, una sensación tranquilizadora de que había un relleno
humano alrededor de su soledad.” En otros momentos las mujeres
aparecen con un entendimiento superior, los varones sin entender nada: “Bueno,
por supuesto que él estaba equivocado. Los hombres no son normales, Chrissy.
Eso es algo que vas a aprender si alguna vez te casás.” Las mujeres pueden
asociarse, entender cosas juntas, y quizás deban hacerlo para fortalecerse
frente a ellos, que prefieren no ir hacia el pasado para comprender ni mirar
demasiado de cerca a las mujeres, como el esposo de “The Bear Came Over the
Mountain” (una historia de amor verdaderamente hermosa): “Él siempre había
evitado pensar sobre todo ese aparato [reproductivo] femenino.”
El
tercer eje es la memoria, que se relaciona también pero no necesariamente con
la escritura. Eso se ve mucho en los detalles que los personajes recuerdan de
su pasado; cómo eran las casas en las que vivían, las cocinas, con sus
implementos, sus muebles, sus olores, la manera en la que el sol podía entrar
en una mañana de otoño, sus familiares. También en la forma de los cuentos, que
muchas veces van y vienen en el tiempo, con narradores que cuentan una vida a
partir de dos o tres momentos específicos. Quien mejor expresa esta necesidad de
recordar es la esposa de “What is Remembered”, el día que se acuesta con un
hombre al que amó y nunca más vería: “El trabajo que tenía que hacer, le
parecía a ella, era recordarlo todo - y por ‘recordar’ quería decir
experimentarlo en su mente, una vez más - y después guardarlo para siempre.”
Que
es un poco lo que habría que hacer con este libro: recordarlo todo y
experimentarlo en la mente, pero no guardarlo para siempre sino retomarlo cada
tanto.
Originales
de las citas usadas
“I did not think
of the story I would make about Alfrida—not of that in particular—but of the
work I wanted to do, which seemed more like grabbing something out of the air
than constructing stories.”
“where, on the list of things she planned to achieve
in her life, was there any mention of her being responsible for the existence
on earth of a person named Omar?”
“All of my experience of a woman with men, of a woman
listening to her man, hoping and hoping that he will establish himself as
somebody she can reasonably be proud of, was in the future.”
“This was what I was supposed to do, then—to give him
an amplified, an extended notion of himself. A more comfortable notion, you
might say, a reassuring sense of human padding around his solitude.”
“Well, of course he was wrong. Men are not normal,
Chrissy. That’s one thing you’ll learn if you ever get married.”
“He had always avoided thinking about all that female
apparatus.”
“The job she had to do, as she saw it, was to remember
everything—and by ‘remember’ she meant experience it in her mind, one more
time—then store it away forever.”
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