Quedé tan entusiasmado con Talking it Over que busqué en mi biblioteca su continuación,
Love, etc. para volver a leer y ver qué hacía Julian Barnes con estos chicos,
ahora ya no tan chicos. Y me pasó una cosa rara: primero, obviamente, lo
disfruté porque es siempre gracioso e inteligente y porque las voces de cada
personaje son geniales. Pero cuando lo terminé sentí cierto vacío, como que no
me terminaba de cerrar. Recién cuando me puse a repasar los subrayados y a
pensar un poco me di cuenta de que es mucho más complejo de lo que había
pensado.
En parte,
la novela sigue con el tema principal de la “perspectiva”, de la subjetividad, en esta historia de un triángulo amoroso contado por cada personaje a un entrevistador que no aparece. El punto parecía ser que quién habla define lo que sucedió. Como dice Oliver, “La historia de nuestra
vida nunca es una autobiografía, siempre una novela (...) Nuestros recuerdos
son solamente un artificio más.” (p. 14) (Donde, obviamente, debemos recordar
que artificio viene de la misma raíz latina que ficción y todo eso.) Una
segunda cuestión es que la secuela termina, para mí eh, de informar lo sucedido
en la primera novela: en mi lectura yo decía que Stuart era un poco el héroe porque
él es el que más crece y cambia; y ese crecimiento y cambio se confirma en la
secuela con testimonios de otros protagonistas, principalmente por Gillian y
Mme Wyatt. (Aunque, una vez más, queda la duda de si no es Gillian: puede ser
ella la que mueve los hilos, se dice Oliver, “Gillian. La santa, la luz de mi vida. Ciertamente me
viene manipulando a mí todos estos años.” - p. 218)
Quedan
dudas, por cierto. El problema de la perspectiva se hace más denso porque
ahora quedan dudas respecto de lo que ocurrió y de lo que puede seguir hacia
adelante. Y en parte eso es así porque la misma Gillian va cambiando de
perspectiva respecto del episodio más fuerte de la novela. ¿Qué pasó esa noche?
Gillian primero dice una cosa, después lo opuesto y termina diciendo que no fue
ni lo uno ni lo otro sino algo en el medio. Y ella misma no sabe si lo que
ocurrió fue una “traición de todo lo que yo pensaba sobre Stuart” (p. 211) o si
“Quizás yo todavía estaba trabajando el último pedacito de culpa que sentía con
él”. (p. 207)
La culpa
(y el castigo que merece el culpable), el deseo (que puede desvanecerse al ser
satisfecho) y la distancia siempre corta entre confianza y traición complican
determinar qué sucedió realmente, complican pensar si algo ocurrió realmente
por fuera de las subjetividades. Al comienzo de la novela, Stuart dice: “la
verdadera traición ocurre entre amigos, entre aquellos que amás. (...) La
confianza lleva a la traición. Hasta podrías decir que la confianza invita a la
traición.” (p. 13) Mucho más que un comentario sobre la novela pasada, esta
frase fija el tono de esta, en la Gillian se sentirá traicionada por Stuart y
Stuart por Gillian cuando, quizás, lo más importante es que ellos dos traicionan a Oliver.
Releo lo
que escribí y todo resulta un poco críptico, porque no quise spoilear. Pero lo
importante es que además de graciosa e inteligente y divertida, es una novela
que nos interpela como lectores y como personas sobre cómo interpretamos lo que
leemos y lo que vivimos día a día.
Originales de las citas usadas
“The story of our life is never an autobiography,
always a novel (...) Our memories are just another artifice”. (p. 14)
“Gillian. The sainted one, the light of my
life. Certainly been manipulating me all these years.” (p. 218)
“It was such a terrible betrayal of
all I thought about Stuart”. (p. 211)
“Perhaps I was working out the last bit of
guilt I felt towards him.” (p. 207)
“real betrayal occurs among friends, among those you
love. (...) Trust leads to betrayal. You could even say that trust invites
betrayal.” (p. 13)
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