En el marco de mi
proyecto de leer toda la Oxford History de EE.UU, leí The Glorious Cause: The American Revolution, 1763-1789, de Robert
Middlekauff, y me encantó. Me parece una excelente historia sobre uno de los
momentos más importantes de la historia, un proceso durante el que se produjo
una invención política que se convirtió para millones de personas en una gran
aspiración humana: vivir en una república democrática.
En este último
sentido, me quedé con un poco de ganas de más en lo que hace al epílogo del
proceso. El libro dedica unas 220 páginas a los orígenes, a los inicios de la
crisis que deriva en la guerra; unas 250 páginas a la guerra misma; y apenas 70
al proceso constitucional, que es lo que más me interesa a mí (me dieron ganas
de releer The Federalist Papers, pero
creo que me voy a aguantar). La parte central dedicada a las operaciones
militares se me hizo un poco larga, aunque tiene dos capítulos preciosos donde
se mira la experiencia de la guerra desde la gente común; uno siguiendo a
soldados y otro basado, sobre todo, en la correspondencia entre algunos
soldados y sus esposas.
En esa línea,
quizás lo más lindo del libro de Middlekauff es cómo construye esta gran
historia con pequeñas historias que te dibujan la época, o deteniéndose a hacer
pequeñas biografías de cada personaje importante que introduce en su narrativa.
En cada una de esas descripciones parece haber la compasión y la comprensión
que los buenos novelistas tienen con sus personajes de ficción.
Entre estas
historias está la del joven Patrick Henry quien, como abogado en un juicio, en
un alegato dice cosas que lo dejan al borde de la traición. Se escuchan
susurros pero el juez lo deja seguir... quizás porque era el padre de Henry. Otra
historia graciosa se da en un disturbio en Boston, cuando un grupo de
manifestantes van a la casa de un tal Charles Paxton con la intención de
destruirla. Pero Paxton vivía en una casa alquilada y, atento al peligro, el
dueño llegó a la casa antes que los manifestantes y los convenció de que no
destruyeran su casa, en parte gracias a que los invitó con un barril de ponche
en una taberna cercana...
Algunos apuntes sobre
el contenido.
El primero va
sobre la importancia de la religión en la revolución (y en la cultura americana
en general.) La revolución fue hecha por hijos de puritanos que habían escapado
de Gran Bretaña para tener la libertad de profesar la fe a su propia manera;
“en América, la religión daba forma a la cultura”. (p. 49) Esa libertad debía
ser preservada. Más aún, esta cultura incluía una mirada providencial; estos
hombres consideraban que estaban en América por un propósito, y eso “le dio a
la revolución parte importante de su intensidad y mucho de su idealismo.” (p.
52)
El segundo es sobre la importancia
del error (y la contingencia) en el nacimiento del conflicto que termina en
revolución y guerra. Los ministros ingleses “cometieron algunos errores sorprendentes: tomar decisiones en
ignorancia de las opiniones americanas fue uno de los peores, y rehusarse a
negociar cuando estas opiniones eran expresadas difícilmente haya sido menos serio.” (p. 53)
El resultado, por
otro lado, es menos sorprendente. Una vez que se había tomado cierta decisión
de independizarse, era muy difícil para Gran Bretaña torcer ese destino en una
guerra. Los americanos perdieron más batallas de las que ganaron pero resultaron
victoriosos porque Gran Bretaña no tenía (y quizás no podía tener) una
estrategia (ganadora). Por otro lado, “Después de Lexington, la estrategia
americana emergió lentamente; pero su objetivo parecía casi inevitable. Era
mantener el ejército, buscar apoyo y reconocimiento internacional, ambos con la
creencia de que una oposición armada que se rehusara a ser sometida eventualmente
habría de persuadir al gobierno británico a ceder.” (p. 599)
Finalmente: “la
revolución liberó – o inspiró – un enorme despliegue de imaginación creativa.
La Constitución fue su expresión más refinada, una creación profundamente
original que requirió de arrojo aún cuando tomó del pasado americano y, que sea
claramente reconocido, británico. Representó para sus hacedores la última
defensa de la libertad.” (p. 686)
Originales de las citas usadas
“Although Americans entered the revolt against Britain
in several ways, their religion proved important in all of them, important even
to the lukewarm and the indifferent. It did because, more than anything else in
America, religion shaped culture.” (p. 49)
“—the actions
of men who felt that Providence had set them apart for great purposes—gave the
revolution much of its intensity and much of its idealism.” (p. 52)
“these ministers made some surprising mistakes: making
decisions in ignorance of American views was one of the worst, and refusing to
compromise when these views were expressed was hardly less serious.” (p. 53)
“American strategy after Lexington emerged slowly; yet
its aim seemed almost inevitable. It was to maintain the army, to seek foreign
aid and recognition, both in the belief that armed opposition that refused to
be subdued would eventually persuade the British government to yield.” (p. 599)
“the Revolution released—or inspired—an enormous
display of creative imagination. The Constitution was its finest expression, a
profoundly original creation that took daring even as it drew upon the American
and, let it be clearly recognized, the British past. It represented for its
makers the ultimate defense of liberty.” (p. 686)
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