lunes, 3 de septiembre de 2018

Pentágono



Leí The Good Soldier, de Ford Madox Ford, de quien siempre quise leer algo porque es mencionado como uno de esos escritores que sólo algunos dicen que hay que leer y porque el nombre (en rigor seudónimo) del tipo es maravilloso.
No me volvió loco, la verdad sea dicha. The Good Soldier relata no un triángulo amoroso sino algo así como un pentágono: dos parejas centrales, la del narrador y Florence (dos americanos) y la de Edward y Leonora (dos ingleses), y una jovencita inglesa. Y lo hace, me parece a mí, para hablar de la curiosa manera de relacionarse de esta gente; Ford, que es inglés, se pone en un narrador americano para hablar de la lejanía emocional, la frialdad de los ingleses de cierta clase social: “a mí, que estaba por horas con ellos, se me aparecían como personas tiernas, ordenadas y devotas, sonreían, se iban en los intervalos adecuados, me llevaban a reuniones: ¡simplemente gente de bien! ¿Cómo carajo - cómo carajo lo hacían?” (l. 2.393) Si la novela se hace un poco artificial, más un juego intelectual de perspectiva de los actores que emocional, es un poco porque esa es la idea que nos quiere transmitir el autor. Y está bien, aunque no sea precisamente divertido ni fácil de darle vida. En una de las escenas finales, cuando dos personas que se aman se despiden para siempre en una estación de tren: “No había en las caras de esas personas ningún tipo de expresión. La señal para la partida del tren era de un rojo muy brillante; esa es la afirmación más apasionada que puedo hacer de esa escena.” (l. 2.991)
Me resultó, sí, muy interesante la construcción de este narrador que va contando, en capas sucesivas, reconstruyendo una historia de trece años; dice al comienzo: “Me voy a imaginar a mí mismo por una quincena o algo así al costado de la chimenea de una cabaña en el campo, con un alma que empatiza frente a mí.” (l. 133) Él mismo se reta y se justifica de cómo va contando la historia yendo y viniendo en el tiempo, como si realmente estuviera sentado contándolo a un amigo: “He contado esta historia, soy consciente, de una manera dispersa por lo que puede ser difícil para cualquiera encontrar su camino a través de esto que bien puede ser un laberinto.” (l. 2.175)
En mi lectura marqué una escena que me pareció genial pero que ahora también encuentro inverosímil. En el pasillo de un hotel tipo spa de esos a los que iban los enfermos de 1910, Leonora se encuentra con la amante de su marido y le pega un coscorrón; al hacerlo, el pelo de la amante queda enganchado en la pulsera de Leonora. Florence, que había presenciado la escena, las ayuda a desenredar. Así se conocen Leonora y Florence, que se hacen amigas, y poco después Florence reemplazará a la golpeada como amante del marido de Leonora. ¿Un poco demasiado, no?
Hay, también, citas que me parecieron interesantes:
“A cada hombre le llega finalmente un momento en la vida en el que la mujer que fije su sello sobre su imaginación lo fija por siempre. No viajará hacia más horizontes; nunca más se pondrá la mochila al hombro; se retirará de esas escenas.” (l. 1.375)
“Supongo que lo que nos mantiene derechos en este mundo a la mayoría, si es que nos mantenemos derechos, es la vanidad.” (l. 1.393)
“el registro de la humanidad es un registro de sufrimientos”. (l. 2.450)

Originales de las citas usadas
“to me who was hourly with them they appeared like tender, ordered and devoted people, smiling, absenting themselves at the proper intervals; driving me to meets—just good people! How the devil—how the devil do they do it?” (l. 2.393)
“There was upon those people's faces no expression of any kind whatever. The signal for the train's departure was a very bright red; that is about as passionate a statement as I can get into that scene.” (l. 2.991)
“So I shall imagine myself for a fortnight or so at one side of the fireplace of a country cottage, with a sympathetic soul opposite of me.” (l. 133)
“For every man there comes at last a time of life when the woman who then sets her seal upon his imagination has set her seal for good. He will travel over no more horizons; he will never again set the knapsack over his shoulders; he will retire from those scenes.” (l. 1375)
“I guess it is vanity that makes most of us keep straight, if we do keep straight, in this world.” (l. 1.393)
“the record of humanity is a record of sorrows” (l. 2.450)

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