Leí Esta es finalmente mi rabia, hermoso libro de poesía de mi amiga Noelia Torres, quien publicó hace un tiempo una traducción de El libro de la locura de Anne Sexton.
Siempre es más
difícil, para mí, comentar poesía. Me siento menos capacitado, me siento más
obligado a pensar cada palabra. Porque esa es finalmente la poesía, “el
gimnasio de la literatura” donde “ponemos a trabajar las palabras / las
volvemos saludables sonoras musculares” (p. 32, “Cutie Girl”). Pero esta es
finalmente mi lectura y empiezo por lo obvio: ¿te gustó o no te gustó? Y sí, me
gustó, me encantó, amé este libro, que leí por lo menos tres veces desde que me
llegó hace tres semanas. Me gustó porque es hermoso, porque tiene poemas que te
explotan en el corazón, porque tiene momentos altísimos y porque el conjunto es
mucho más que la suma de las partes. No es una colección una sumatoria. Es un
libro que se puede leer como un alegato, una manera de ver escribir vivir
aunque sea y deba ser con rabia.
Noe, a quien
escuché mil veces en sesiones de taller, es poeta; un poema es un texto con
muchos enters, nos comentó alguna vez Santi Llach, poner muchos cortes y Noe
pone cortes dentro de los versos también, cambios de ritmo sentido que te traen
ideas o emociones que no estaban ahí un segundo
atrás.
Hay algo
intransmisible, claro. No sé muy bien qué quiere decir esto - “y es que pienso
/ que vivir juntos / es como un arcoíris / sin ollas de oro al final” (p. 7,
“Las calas”) - pero esa metáfora toda corrida me parece genial y me parece que
tiene que ver con esto otro – “un amor que no cuenta nada no / es un gran amor
/ no digo el amor con mayúsculas / hablo del otro del cotidiano / enjambre de
sentimientos” – que es otra manera de decir lo mismo y las dos, entonces, nos
hablan de las posibilidades infinitas del lenguaje y de la pareja.
La pareja es uno
de los temas del libro. Es interesante que el primer sustantivo del libro es
“hacha”: un hombre deja su “hacha sobre el
piso de madera”. Ahí están los hombres cortando (que es el gran verbo de
la poesía, cortar oraciones, palabras, ideas, cortar cortar cortar, como en un
poema que veremos más adelante). Es nuestra tarea a veces, la de los varones,
cortar con el mambo neurótico, cortar el cordón umbilical.
El segundo gran
tema es la maternidad y la creación (pero también el aborto, que es una parte,
un negativo, un ying yang con la maternidad). Está en “No hay poema en la
niebla”, quizás el más académico de la colección; está en “Las arroceras”, que
emparenta a las madres del conurbano “a orillas del Riachuelo” con las madres
japonesas, todas “cazadoras de alimento”, “juntas como un puente”, “la combustión de un pasado / que se deduce
durante la primavera”. En “Cantos boreales” aparece un aborto en medio de una
pareja, y en “De las nubes” se habla metafóricamente de un aborto “sólo nos
queda esta bolsa de papel marrón / llena de contenido anónimo”. En el medio de
esos dos poemas, para fortalecer esta idea del ying yang maternidad aborto, dar
o no vida, “El ámbito espacial” trata de una mujer embarazada, ambivalente
pensando que es el fin del mundo, diciéndole a la hija “invadiste mi reino”,
definiendo “la maternidad atroz el daño amoroso / biológico elegido”, y al mismo
tiempo emocionándose con el futuro “vos a mí / me vas a decir mamá?”, “Soñé por
muchos años con una hija / y ahora tranquila e incapaz espero a que todo /
alcance su altura necesitada”.
Y el tercer gran
tema es la poesía misma, como en “Ruibarbo”, como en “Cutie Girl”. La poesía es
poner enters, cortar como con un hacha, o con una tijera de podar (ya
llegamos), darle una vida inesperada a las palabras; es el opuesto al cliché, a
lo trillado, describir las cosas la vida el mundo de manera novedosa (el gato
tiene “patitas de colchones” p. 25, “Cantos boreales”). Ser poeta es otra cosa.
La bio de Noe en el libro dice que es “escritora y poeta”: no es lo mismo, no
son sinónimos; ser poeta es otra cosa. La angustia del artista es de otro orden
en el poeta. Eso lo captura uno de los dos poemas centrales del libro, “La
quinta dirección ascendente”, el que le da a la colección su título. Quizás el
poema más autobiográfico de la colección – Noelia es a veces tan críptica en su
vida como en su poesía, así que quién sabe –, la narradora sale a comprar al
chino y pasa de observar su heladera vacía, su conurbano de cemento, su chino
fraguado y sus compras cotidianas a concluir “soy la anotación insignificante
del universo / soy mi propia existencia y castigo / porque el talento es / un
animal enjaulado / esta es / finalmente / mi rabia”.
El otro poema
central es “Los buenos rosales tienen los ojos abiertos”, dedicado a una de las
diosas de la poesía, Mary Oliver (de quien leímos A Handbook of Poetry). Es un
poema lírico a la vez sobre la poesía – a los poemas y a los rosales “para que
florezcan mucho después / se corta se corta se corta / en tiempo y en certeza”
– y sobre el ciclo de la vida más en general. Es una belleza y es central al
libro porque une la discusión sobre la poesía con cosas más cotidianas y porque
es como una gran metáfora sobre los ciclos de la vida de los cuales la
maternidad es claramente un momento clave.
“Los buenos
rosales...” es central también por otro
tema. En un momento entre mis lecturas me empezó a inquietar algo. Estás en un
bosque en una pradera y no se escucha nada y de pronto te concentrás o
desaparecés o te pasa algo y escuchás algo que estaba siempre ahí pero de lo
que recién ahora sos consciente: es el sonido de la vida. El zumbido de
insectos. El canto de un pájaro. La biología que se mueve en silencio a los
gritos. El libro de Noe tiene biología por todos lados, pensé. Y encaré un
ejercicio: un poema donde cada línea es uno de los poemas del libro y el
contenido de cada línea son palabras ligadas con la biología contenidas en ese
poema. Al final de este post está el resultado, que parece un caligrama de
algo. ¿De qué? De los ciclos, me digo yo. De las cosas que vienen y que se van.
De la misma vida, de la poesía, del amor de pareja, del ciclo menstrual que da
la vida, de las olas y de la luna. Vienen y van. Pareja, maternidad/vida,
poesía/palabras, vienen y se van y entender y expresar eso supone, finalmente,
la rabia.
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