Leí Puede fallar. Economía y comunicación en 40 años de democracia, de Andrés Borenstein y Gabriel Llorens Rocha, dos amigos de la casa, un libro que se lee muy bien y que deja mucho para pensar.
Como su título lo indica, los autores hacen algo así como una historia del cruce entre política económica y comunicación desde el regreso de la democracia. Revisan “las estrategias explícitas e implícitas de comunicación de la política económica” (p. 21), para la cual obviamente tienen que contar un poco la historia económica, el contexto que enfrentaba cada ministro, las limitaciones políticas que enfrentaba, las políticas que decidía y la estrategia de comunicación adoptada.
Claramente, no es poca cosa, y en ese nudo se encuentra lo mejor del libro: en 300 páginas te cuenta 40 años de política económica y de comunicación de la política económica, presentándote a los personajes que llevaron a cabo todo esto. Y además, los autores lo hacen con dinámica y hasta con humor… negro a veces, porque así es nuestra historia económica, pero humor al fin. El otro lado de la moneda de esa gran capacidad de síntesis es que el libro nos deja muchas veces con ganas de más, de mayor profundidad sobre algún momento específico o de alguna situación. Como en economía, acá también hay “sábanas cortas”: la gran síntesis se hace con cierta pérdida de profundidad. Pero es un libro de la comunicación de la economía, y no de política económica en sí, por lo que sin duda es un aporte a la comprensión de nuestra difícil historia económica.
En ese sentido, el libro es tremendamente informativo, y por momentos puede funcionar como una addenda a 7 Ministros, de Ezequiel Burgo, en tanto agrega un capítulo clave, que es la comunicación. Nos ayuda a recordar cosas y a entenderlas en su contexto comunicacional. Pero Puede fallar va un paso más allá; como decía al comienzo, es un llamado a la reflexión, a tratar de acercar comunicación y economía como medio para terminar con mejores políticas económicas. Economía, política y comunicación tienen que acercarse y entenderse. La mejor política económica puede fallar por falta de apoyo político o sin una estrategia de comunicación sólida y acorde; pero la política o la comunicación sin política económica sensata no nos pueden llevar a buen puerto, como bien sabemos (ver, por ejemplo, Massa, Sergio T.).
Al comienzo del libro, los autores nos dicen: “La pregunta central que buscamos responder es por qué en cuarenta años de democracia no fuimos capaces de encontrar una narrativa para que, como sociedad, pudiésemos comprender la ecuación básica de la economía, para de alguna manera forzar a los tomadores de decisiones a ir por la dirección que evite catástrofes y construya futuro.” (p. 17) ¿Responden acabadamente esa pregunta central? No, pero está bien, porque es probablemente de imposible respuesta. Pero sí nos dicen que va a ser imposible avanzar si no logramos hablar de estas cosas tan importantes y tan difíciles a partir de la verdad. “A fuerza de golpes, hemos aprendido algunas cosas. Para los próximos cuarenta años, el punto de partida tiene que ser, sí o sí, la verdad.” (p. 341)
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