Leí Hija
biográfica, de Romina Paula, pero no la pude terminar. No sé muy bien qué
me pasó, porque he leído bastante de la autora y siempre disfruté sus libros,
incluyendo Agosto, Acá todavía y ¿Vos me querés a mí?
Hija
biográfica es
narrada por Leonor, una chica que fue adoptada por Leticia. Se mudan a las
sierras de Córdoba, donde viven también con la pequeña hija biológica de
Leticia, y Leonor reconstruye la vida de su madre y la propia, preguntándose
por esa relación, preguntándose por su madre biológica y por la diferencia
entre la biológica y la biográfica. Me gustó inicialmente la cadencia del
pensamiento de Leonor, su manera de ir hilvanando sus pensamientos, de ir
reconstruyendo paso a paso esas historias, pero a medida que pasaba las páginas
se me hizo cada vez más densa esa cadencia, más lenta, más difícil de avanzar.
En parte puede ser por el recurso de la repetición, que tiene sentido; en parte
puede ser también porque vengo enganchado con lecturas muy distintas, las del
taller de distopías, trabajando esos libros mientras intentaba avanzar con
este.
Como de
costumbre cuando no puedo con un libro, me culpo a mí mismo.

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