martes, 7 de marzo de 2017

Duelos


Me gustó mucho mucho Agosto, de Romina Paula, una novela a la vez muy interna y muy generacional sobre una chica, Emilia, en el tránsito de una serie de duelos. Desde el comienzo sabemos que murió alguien muy cercano a ella, que al principio parece una pareja pero que luego descubrimos que es una amiga, Andrea; luego vemos otras pérdidas, la madre, el novio, la infancia, ese lugar de origen en la Patagonia a la que ahora cuesta volver porque hacerlo “tiene la lógica del vértigo” (p. 97).
Armada en una segunda persona, como una carta a o una charla con esa amiga muerta, Agosto tiene siempre un tono personal, de la subjetividad de esta chica de veinticortos que me resultó totalmente creíble (salvo una crítica que no quiero hacerle porque realmente esta novela me gustó mucho mucho.) Emilia nos da (casi) todos los ladrillos necesarios para que los lectores construyamos su biografía afectiva, pero mostrando, sin explicar; la madre, el padre, el ex novio, el novio actual, la amiga, más allá de que calla cosas, que hay indicios de cosas que no se cuentan pero que intuimos, está todo ahí para mostrarnos a una chica que sufre, que busca, que no sabe del todo si hizo bien o no ni qué hacer y que pide casi a gritos “Que por favor alguien me diga lo que tengo que hacer.” (p. 84)
Junto o al costado o en el medio de ese tono personalísimo, que hasta nos cuenta lo que siente físicamente frente a una excitación sexual o nos da su opinión sobre distintos tipos de toallitas femeninas, la voz de Emilia es también la voz de una generación, de mi generación. Los consumos culturales, desde Six Feet Under a Generación X, o de Counting Crows y The Police hasta Bob Marley, sirven para contar la historia y para darle un lugar en el mundo a Emilia, quien describe a una remera como “medio ratablancosa” (p. 66) y logra que yo entienda perfectamente de qué me está hablando.
El personaje es muy creíble porque mantiene casi siempre una voz que suena totalmente oral, cero impostada, como si realmente le estuviera contando a la amiga qué es lo que le pasó en ese viaje a su pueblo. El libro está realmente bien escrito, como cuando nos cuenta un sueño sin tener que decir nunca que es un sueño; o cuando cuenta un asado con la familia de Andrea, relatando una conversación de una manera sencilla y totalmente oral.
En esta búsqueda en la que estoy de escritoras argentinas contemporáneas, encontré acá una que quiero seguir leyendo.

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