lunes, 8 de junio de 2015

Atrapados

Ahí quedó entre otro de Molloy y uno de Rosa Montero.

La narradora de en breve cárcel, de Sylvia Molloy, se encierra en un cuarto, dentro de cuatro paredes, para escribir sobre el amor. Es la historia, escrita en tercera persona y en presente, de un triángulo amoroso dentro de cuatro paredes: "ella conoce a Vera en este cuarto, duerme con ella en otra ciudad donde Vera la abandona por Renata, conoce por fin a Renata abandonada por Vera, y hoy espera en vano a Renata en el cuarto al que ha vuelto sin querer y donde esta historia comenzó." (p. 51) La narradora se encierra para escribir, para sentir físicamente el encierro del amor hasta que logra pensarse afuera de esas cuatro paredes, de ese triángulo: "Piensa ahora, a veces, en marcharse de este lugar. Se entretiene con la idea, ya ha pasado varios días entregada a la fantasía que va perfeccionando, como un prisionero que mentalmente lima los barrotes de su celda." (p. 123) El amor es una cárcel, la mirada de los otros es una cárcel y la propia mirada sobre uno mismo es una cárcel.
En el libro pasa poco fuera de las percepciones de la narradora, y a las 40 o 50 páginas ya me había aburrido: pero no lo dejé. No lo dejé porque está escrito maravillosamente bien, con un tono, un cantito, que te lleva como un río manso a una balsa. Como dice Piglia en el prólogo: "Cuando decimos que no podemos dejar de leer una novela es porque queremos seguir escuchando la voz que narra." (p. 9) Como la narradora en su propia piel, en su triángulo y sus cuatro paredes, yo también estuve, de alguna manera, atrapado.

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