No
es habitual que deje un libro. Hasta hace un tiempo, de hecho, no dejaba nunca
un libro y hasta fui acusado de ser "el hombre que lee los libros
enteros". Pero ahora he dejado uno. Más aún, es la segunda vez que lo
dejo. Hace muchos años, quince quizás, mi hermana me regaló una edición en
español de La conjura de los necios,
de John Kennedy Toole, cuando ese libro estaba de moda. Según mi recuerdo, no
pasé de la página treinta. Hace unos meses, me lo volvieron a regalar, pero en
inglés: A Confederacy of Dunces. Y me
lo regaló una amiga muy querida, entonces le quise dar el beneficio de la duda.
De hecho, leí más de doscientas páginas, pero hasta ahí llegué. No me lo banqué
más.
El
libro es una novela de aventuras satírica en torno de la figura de un personaje
improbable y que produce atracción a través del rechazo: un gordo desagradable,
vago, incapaz, verbalmente agresivo y físicamente cobarde que cree que el mundo
debería haber terminado antes del renacimiento y que todo lo que viene después
es una abominación moral. Hasta la página 200, no pude detectar una trama que
tuviera sentido. El gran valor del libro es la capacidad para crear personajes,
con terceras primeras notables (esto es, aunque está escrito en tercera persona
son terceras personas casi primeras porque el narrador se mete bien adentro de
cada personaje). Y cada uno de esos personajes, empezando por el gordo Ignatius
J. Reilly, el negro Jones, Miss Lee y Darlene del bar "Night of Joy",
el agente de policía Mancuso y muchos más, habla de una forma particular. En
ese sentido, Kennedy Toole es un genio; pero no alcanza con tirar situaciones y
personajes, o por lo menos no me alcanzó a mí, y eso que traté, pero quedé vencido, como el pobre gordo Ignatius en su lucha contra la modernidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario