lunes, 10 de abril de 2023

Bella perversión



Después de haber leído bastante Ian McEwan (On Chesil Beach, Atonement, Saturday (genial), Amsterdam y Enduring Love) llegué, casi de casualidad, a su primer libro: First Love, Last Rites. El libro, una colección de cuentos publicada en 1975, es buenísimo, pero incómodo; son cuentos escritos con belleza y humor, pero siempre cerca del horror, la perversidad y la inmoralidad.

En “Solid Geometry”, un esposo piensa encarar el divorcio tras terminar su edición de los diarios que escribió su tatarabuelo durante 45 años. Su mujer, Maisie, no lo apoya en su tarea y lo agrede: “¿Y vos qué? (...) Lo único que tenés son libros. Arrastrándote sobre el pasado como una mosca sobre un sorete” (p. 9). Sin embargo, es allí en los libros donde encuentra una salida geométrica (fantástica e inmoral) a su problema matrimonial.

En “Homemade” un chico descubre la sexualidad de una forma demasiado doméstica, empezando por la masturbación que le enseña un amigo: “Estaba empezando a felicitar a Raymond por haber descubierto una forma tan simple, barata y sin embargo placentera de pasar el tiempo, y al mismo tiempo preguntarme si no podría dedicar toda mi vida a esta gloriosa sensación” (p. 26).

En “Last Day of Summer” un chico de 12 experimenta demasiado precozmente el abandono, la negligencia y sus consecuencias trágicas.

En “Cocker at the Theatre” unos actores se toman muy en serio una propuesta teatral con alto contenido sexual.

En “Butterflies” nuestra percepción del narrador cambia dramáticamente, y vemos una muerte joven y la perversión bien de cerca.

El personaje principal de “Conversation With a Cupboard Man” es otro hijo de la locura y del abandono, un animalito amoral, but who can blame him?

En “First Love, Last Rites” es quizás donde vemos algo más cercano a una relación positiva, la de dos chicos adolescentes que pasan juntos un verano. Pero hay algo doloroso (la familia de ella) y algo asqueroso (una rata enorme) por detrás.

Finalmente, en “Disguises” vuelve la perversión, la perversión de un adulto sobre un niño (como en al menos dos cuentos más de la colección). En este caso, el objeto es nuevamente un huérfano y la perversión viene de la tía que lo adopta; pero la familia con que se encuentra el chico fuera de la casa tampoco parece tan normal. Y ahí está el punto, quizás; la normalidad que surge de esta colección es la inmoralidad, la maldad, la perversión y la destrucción de la inocencia, brillantemente narrado.

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