On Chesil Beach,
de Ian McEwan, es una de las novelas más tristes que leí. Y es hermosa, creo que lo más lindo que leí de McEwan, de quien leí también Atonement, Saturday (genial), Amsterdam y Enduring Love.
La
novela relata desde la noche de bodas para atrás la historia de una pareja,
Edward y Florence. McEwan nos introduce al meollo del conflicto en la primera
oración: "Eran jóvenes, educados y los dos vírgenes en esta, su noche de
bodas, y vivían en tiempos en los que una conversación sobre dificultades
sexuales era sencillamente imposible. Pero nunca es fácil." (p. 3)
On Chesil Beach
está armada en una tercera persona que muchas veces se convierte en terceras primeras
(cuando hablan desde una tercera persona pero tan cerca de un personaje que es
casi primera, una tercera muy subjetiva, digamos), tomando los pensamientos de
él y de ella. Así, McEwan se mete en las cabezas de sus personajes mientras se
culpan a sí mismos, culpan al otro, se avergüenzan, tienen miedos y ansiedades,
siempre sobre un campo de la actividad humana que debería despertar emociones
tan distintas: alegría, placer, libertad, compañía. "Donde él meramente sufría
de nervios convencionales de primera noche, ella experimentaba un pavor visceral,
un desagrado incapacitante tan palpable como un mareo de mar." (p. 8)
A
las quince páginas ya sentí una empatía notable con los dos personajes; quería
ir ahí y abrazar a Florence, hablarle con una voz muy bajita y decirle que todo
va a estar bien; y tomarme un whisky con Edward, decirle que lo entiendo muy
bien, que algo en esa línea, aunque mucho menos intenso, nos pasó a muchos
hombres de mi generación, y darle un par de ideas. Porque las cosas cambiaron mucho desde entonces, pero como dice esa primera oración: "nunca es fácil." Sobre Florence: "todo su
ser se rebelaba contra la posibilidad del entrelazamiento y de la carne; su
compostura y su felicidad esencial estaban a punto de ser violadas. Simplemente
no quería ser 'entrada' ni 'penetrada'." (p. 10) Edward: "una cierta
deshonra mal definida se cernía sobre sus esfuerzos [por seducirla], una
sensación de fracaso, de desperdicio y, por supuesto, de soledad." (p. 25)
Yendo
para atrás en la historia de la relación y de los personajes, McEwan encuentra
algunas claves para entender el fracaso sexual de estos muchachos. Familias
acartonadas, padres distantes y, sobre todo, el silencio, la imposibilidad de
hablar sobre ciertas cosas y especialmente sobre el sexo. "No podía haber una discusión. Ella no
quería pensar en ello, y esperaba que él lo sintiera igual. ¿Pero de qué otra cosa podrían hablar". (p. 170)
"Todavía no se había inventado ese lenguaje". (p.
170) Y ese no hablar determina mucho por delante: "Así es como puede
alterarse el rumbo completo de una vida - por no hacer nada." O, más bien,
por no decir nada.
Originales de las citas usadas
"They
were young, educated,
and both virgins on this, their wedding night, and they lived in a time when a
conversation about sexual difficulties was plainly impossible. But it is never
easy." (p. 3)
"Where he merely suffered conventional
first-night nerves, she experienced a visceral dread, a helpless disgust as
palpable as seasickness." (p. 8)
"Her problem, she thought, was greater, deeper,
than straightforward physical disgust; her whole being was in revolt against a
prospect of entanglement and flesh; her composure and essential happiness were
about to be violated. She simply did not want to be “entered” or “penetrated.”"
(p. 10)
"All the same, a certain ill-defined disgrace
hung over his efforts, a sense of failure and waste and, of course,
loneliness." (p. 25)
"There could be no discussion. She did not want
to think about it, and she hoped he felt the same. But what else were they to
talk about? Why else were they out here?" (p. 170)
"Such a language had yet to be invented."
(p. 171)
"This is how the entire course of a life can be
changed—by doing nothing." (p.
203)
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