lunes, 19 de agosto de 2024

Lo esencial



Hernán Laperuta es médico, docente, autor, actor, cantante, director de teatro, dramaturgo, escritor, personalidad destacada de la cultura de la ciudad de Buenos Aires, padre, esposo y amigo, amigo mío. Además de publicar Teatro esencial, algunas de cuyas obras cortas tuve el placer de ver en vivo, ahora llega con Relatos esenciales, una colección de “historias efímeras que marcan para siempre”, como dice el subtítulo de la obra.

Relatos esenciales trae pequeñas historias que marcaron al autor: desde el impacto de la separación de los padres a los seis años hasta la muerte del padre en el desierto de San Juan, y lo que esa experiencia descubre de un pasado oculto y traumático. En el regreso a cada momento vital, el adolescente que lucha con su imagen corporal, los primeros acercamientos sexuales, momentos de emergencia donde se ve de qué estamos hechos, nuestros sentimientos, dudas, fallas, cada historia se relata con sensibilidad y valentía y hasta con humor. 

En la materia de las historias, en lo que tocan dentro nuestro, son relatos que van a la esencia de lo que somos y de lo que intentamos ser. Animándose a sentir y a dejar asentados esos sentimientos, llega a lo que es realmente esencial al animal humano. A eso que por ahora, todavía, por suerte, las máquinas no han logrado conquistar. Una mirada, un abrazo, un sentimiento.

lunes, 12 de agosto de 2024

Intersección


Leí The Bluest Eye, la primera novela publicada por Toni Morrison, allá por 1970. De Morrison leímos acá Beloved, genial y tremenda, y Home, un poco menos dura pero también hermosa. The Bluest Eye es durísima, también, la historia de una chica con todo en su contra: pobre, negra, mujer, fea. La interseccionalidad, se diría hoy.

La historia de Pecola Breedlove es contada principalmente por Claudia MacTeer, una chica que vive con su hermana Frieda, sus padres y un huésped, Mr. Henry. Los MacTeer reciben a Pecola como hogar de tránsito cuando el padre de Pecola, Cholly Breedlove, quema la casa en la que vivía su familia. Ese, sin embargo, no es el drama principal de Pecola. (La novela se cuenta además en parte por una narradora omnisciente y un poquito con textos que serían el discurso de la madre de Claudia, Polly).

La historia de Pecola va hacia atrás, a la infancia tremenda de Cholly, “Abandonado en una pila de basura por su madre, rechazado por un juego de dados por su padre” (p. 160); y a la relación crecientemente violenta de Cholly con la madre de Pecola, Polly, que nació con una leve discapacidad y que trabaja como empleada doméstica para una familia blanca. De esa historia casi parece desprenderse que la vida de Pecola no podría tener amor, sino dolor, tristeza y violencia.

Lo central, igualmente, es la raza, y la asociación de lo lindo y bueno con lo blanco y lo feo y malo con lo negro. Primero nos lo dice Claudia, que se resiste a las muñecas blancas. “Adultos, chicas más grandes, tiendas, revistas, diarios, vidrieras –todo el mundo estaba de acuerdo que lo que toda pequeña niña atesoraba era una muñeca de ojos azules, pelo amarillo y piel rosada” (p. 20) Y lo vemos luego en el cuerpo de Polly y Pecola en una secuencia de menos de dos páginas. Primero el discurso de Polly hablando de Pecola recién nacida (“Yo sabía que’ra fea. Cabeza llena de pelo lindo, pero Dios qué fiera era”, p. 126); y luego nos muestran todo lindo en la casa de los blancos Fisher: “Cuando bañaba a la pequeña niña Fisher era en una bañadera de porcelana con herrajes plateados de los que salían infinitas cantidades de cristalina agua caliente. La secaba en toallas blancas acolchadas y la vestía con su suave ropa de noche” (p. 127).

Poco después, Pecola vivirá su gran drama, tras lo cual le pide al brujo Soaphead tener ojos azules. Pide ojos azules porque ojos azules en su mente significa ser blanca y bella. Y a Soaphead le parece el pedido más lógico que haya escuchado. Ella y todos los demás creen que en su negrura y fealdad está la razón de su drama. Así, a través de la historia de Pecola, Morrison describe lo peor del racismo, y la apropiación por parte de los mismos oprimidos de los valores de los opresores, para decirlo de alguna manera.

The Bluest Eye trata muy bien estos temas y claramente Morrison escribía hermosamente, pero esta es la que menos me gustó de las novelas de Morrison que leí. Hay algo que me suena artificial, demasiado racional o intelectual. Digámoslo así: siento que me cuenta una historia para tratar un tema y no que me cuentan una historia que además me deja una idea. Lo más alto, para mí, es cuando logra relatar lo más bello de las comunidades afro-americanas, como cuando canta la madre de Claudia: “La pena coloreada por los verdes y azules de la voz de mi madre sacaba toda la tristeza de las palabras y me dejaba con la convicción de que el dolor no era sólo soportable, era dulce” (p. 26).

 

Originales de las citas usadas

“In those days, Cholly was truly free. Abandoned in a junk heap by his mother, rejected for a crap game by his father, there was nothing more to lose.” (p. 160).

“I knowed she was ugly. Head full of pretty hair, but Lord she was ugly” (p. 126).

“When she bathed the little Fisher girl, it was in a porcelain tub with silvery taps running infinite quantities of hot, clear water. She dried her in fluffy white towels and put her in cuddly night clothes.” (p. 127).

“Adults, older girls, shops, magazines, newspapers, window signs-all the world had agreed that a blue-eyed, yellow-haired, pink-skinned doll was what every girl treasured.” (p. 20)

“Misery colored by the greens and blues in my mother’s voice took all of the grief out of the words and left me with a conviction that pain was not only endurable, it was sweet.” (p. 26).

lunes, 5 de agosto de 2024

Pérdida de sentido


Leí Lost in the Funhouse, colección de cuentos “experimentales” de John Barth. Como esperaba, no me gustó mucho. Tampoco puedo decir que lo haya leído demasiado bien; algunos cuentos los leí con atención mientras que otros, y cada vez más a medida que avanzaba, los leí en diagonal. En general no me gustan ni los beat (leímos acá, por ejemplo, Naked Lunch y On the Road) ni los posmodernos (The Crying of Lot 49); y lo experimental y lo metaliterario me gusta sólo en dosis muy pequeñas; Barth se pasa con ganas de mi nivel aceptado.

El cuento que más me gustó es el primero, “Night-Sea Journey”, que es la meditación de un espermatozoide mientras nada hacia la “orilla”. La “absurdidad” (l. 126) del viaje, así como todas las meditaciones metafísicas y cuasi religiosas sobre el significado de ese nadar de noche son un espejo del absurdo de la vida y las posibles explicaciones de su sentido. Por momentos sospecha el espermatozoide “que nuestra travesía marítima nocturna no tiene sentido” (l. 134) por lo que al “nadador pensante” le quedan sólo dos opciones: el suicidio o “abrazar el absurdo (…) seguir nadando sin motivo ni destino, por el sólo hecho de nadar, y, más aún, siendo compasivo con el compañero nadador, siendo que estamos todos en el mar e igualmente a oscuras.” (l. 156). Luego aparece la idea de un creador, e incluso la posibilidad de múltiples creadores, cada uno “creando miles de mares distintos (…) cada uno poblado como el nuestro por millones de nadadores, y que en casi cada instancia tanto el mar como los nadadores fueran aniquilados totalmente” (l. 192). Luego está la posibilidad de que un nadador, llegando a “la orilla”, consiga una “inmortalidad calificada” (l. 196) Y termina pidiendo el fin del juego macabro: “Si en contra de toda probabilidad esto llega a suceder, espero que Tu a través de quien hablo hagas lo que yo no puedo: ¡termina este asunto brutal y sin sentido!” (l. 268) (“Night-Sea Journey” también parafrasea a Howl, marcando quizás la pertenencia a una tribu: “He visto hundirse a los mejores nadadores de mi generación. ¡Sin número el número de los muertos!” - l. 131).

Otros cuentos continúan con la cuestión de la creación de la vida y lo que se hereda, en algunos pareciendo seguir al mismo personaje, Ambrose, que por un momento pensé sería el resultado del espermatozoide inicial. En “Ambrose His Mark”, dos vecinos pelean por un enjambre de abejas y esto está contado desde un bebé quien, al principio, no tiene nombre y que consigue su nombre justamente a partir de este episodio (Ambrose porque San Ambrosio tuvo un tema con abejas de bebé). “Water-Message” es una historia un poco más directa, con Ambrose de adolescente. En el cuento que le da nombre a la colección, “Lost in the funhouse”, es Ambrose quien se pierde en la casa encantada. Aquí hay menciones de espermatozoides (link al cuento inicial) y una dosis más alta de lo metaliterario, con el narrador acotando o sugiriendo alternativas al propio cuento y hasta con detalles técnicos como si fuera un profesor de literatura.

“Petition” es una carta en la que uno de los hermanos de una pareja de siameses le pide a un rey / deidad que lo separe de su hermano. Sentí que aparecía el doble borgeano –Barth dice en una nota al comienzo del libro que la “brillantez no ortodoxa [de Borges] transformó el cuento corto” para él (l. 56)– y doblemente: por el peticionante y su hermando doble y por la novia del hermano que aparece en un momento de manera doble. Al final, el pedido: “Ser uno: ¡el paraíso! Ser dos: ¡felicidad! Pero ser ambos y ninguno es atroz.” (l. 1145).

Tres cuentos se van lejísimo con lo metaliterario. “Autobiography” es un cuento donde el narrador es la propia historia. Más allá de eso sigue un poco con la idea de creación y paternidad (aunque se refiere al autor como padre de la historia): “Un hijo no es sus padres, sino la suma de sus vergüenzas enjuntadas. Una figura retórica. Sus maneras de hablar” (l. 625). En esa línea están también “Title”, algo así como un discurso sobre el sin sentido de la vida y de la literatura: “El mundo podría terminar antes que esta oración, o meramente la vida de alguien. Y/o la de alguien más.” (l. 1704). Y “Life-Story”, muy similar, que se pregunta primero “¿por qué estaría interesado un lector?” (l. 1823) si al final del día es “¡Otro cuento sobre un escritor escribiendo un cuento! ¡Otro regressus ad infinitum! ¿Quién no prefiere un arte que por lo menos abiertamente imite algo distinto a sus propios procesos?” (l. 1826). Más aún: “¡El lector! Vos, bastardo terco, ininsultable y orientado a lo impreso, a vos me estoy dirigiendo, a quién más, desde dentro de esta ficción monstruosa. ¿Así que llegaste hasta acá, entonces?” (l. 1974) y en ese momento me dije a mí mismo que bueno, no, que había llegado pero en diagonal nomás.

Finalmente, hay una serie de cuentos que son reescrituras o cuentos relacionados con la mitología y la literatura griegas. Sólo con uno de ellos (“Eccho”) intenté con algún nivel de fuerza entender: mi nota al final, escueta, dice “no entendí nada”.  Además de “Eccho” están “Glossolalia”, “Menelaid” y “Anonymiad”.

En fin, lo leí rápido durante una semana de vacaciones. Pero después tardé muchísimo en hacer esta nota. También me hizo pensar que quizás no quiero realmente estudiar Letras para tener que leer estas cosas y decir qué inteligentes que son.

 

 Originales de las citas

“our night-sea journey partakes of their absurdity” (l. 126).

“I have seen the best swimmers of my generation go under. Numberless the number of the dead!” (l. 131).

“to suspect … that our night-sea journey is without meaning” (l. 134).

“The thoughtful swimmer’s choices, then, they say, are two: give over thrashing and go under for good, or embrace the absurdity; affirm in and for itself the night-sea journey; swim on with neither motive nor destination, for the sake of swimming, and compassionate moreover with your fellow swimmer, we being all at sea and equally in the dark.” (l. 156).

“he took a sour pleasure in supposing that every ‘Maker’ made thousands of separate seas in His creative lifetime, each populated like ours with millions of swimmers, and that in almost every instance both sea 1 and swimmers were utterly annihilated, whether accidentally or by malevolent design. (Nothing if not pluralistical, he imagined there might be millions and billions of ‘Fathers,’ perhaps in some ‘night-sea’ of their own!)” (l. 192).

“he professed to believe that in possibly a single night-sea per thousand, say, one of its quarter-billion swimmers (that is, one swimmer in two hundred fifty billions) achieved a qualified immortality.” (l. 196).

“If against all odds this comes to pass, may You to whom, through whom I speak, do what I cannot: terminate this aimless, brutal business! Stop Your hearing against Her song! Hate love! “Still alive, afloat, afire.” (l. 268)

“A child is not its parents, but sum of their conjoinèd shames. A figure of speech. Their manner of speaking.” (l. 625).

“It was about this time that I came across the writings of the great Argentine Jorge Luis Borges, whose temper was so wedded to the short forms that, like Chekhov, he never wrote a novel, and whose unorthodox brilliance transformed the short story for me.” (l. 56)

“To be one: paradise! To be two: bliss! But to be both and neither is unspeakable.” (l. 1145)

“The world might end before this sentence, or merely someone’s life. And/or someone else’s.” (l. 1704).

“why should a reader be interested?” (l. 1823)

“Another story about a writer writing a story! Another regressus in infinitum! Who doesn’t prefer art that at least overtly imitates something other than its own processes?” (l. 1826)

“The reader! You, dogged, uninsultable, print-oriented bastard, it’s you I’m addressing, who else, from inside this monstrous fiction. You’ve read me this far, then?” (l. 1974).