Leí Lost in the Funhouse, colección de cuentos
“experimentales” de John Barth. Como esperaba, no me gustó mucho. Tampoco puedo
decir que lo haya leído demasiado bien; algunos cuentos los leí con atención
mientras que otros, y cada vez más a medida que avanzaba, los leí en diagonal. En
general no me gustan ni los beat (leímos acá, por ejemplo, Naked Lunch y
On the Road) ni los posmodernos (The Crying of Lot 49); y lo experimental y lo
metaliterario me gusta sólo en dosis muy pequeñas; Barth se pasa con ganas de mi
nivel aceptado.
El cuento que más me gustó es el primero, “Night-Sea
Journey”, que es la meditación de un espermatozoide mientras nada hacia la “orilla”.
La “absurdidad” (l. 126) del viaje, así como todas las meditaciones metafísicas
y cuasi religiosas sobre el significado de ese nadar de noche son un espejo del
absurdo de la vida y las posibles explicaciones de su sentido. Por momentos sospecha el
espermatozoide “que nuestra travesía marítima nocturna no tiene sentido” (l.
134) por lo que al “nadador pensante” le quedan sólo dos opciones: el suicidio
o “abrazar el absurdo (…) seguir nadando sin motivo ni destino, por el sólo hecho
de nadar, y, más aún, siendo compasivo con el compañero nadador, siendo que
estamos todos en el mar e igualmente a oscuras.” (l. 156). Luego aparece la
idea de un creador, e incluso la posibilidad de múltiples creadores, cada uno “creando
miles de mares distintos (…) cada uno poblado como el nuestro por millones de
nadadores, y que en casi cada instancia tanto el mar como los nadadores fueran
aniquilados totalmente” (l. 192). Luego está la posibilidad de que un nadador,
llegando a “la orilla”, consiga una “inmortalidad calificada” (l. 196) Y termina
pidiendo el fin del juego macabro: “Si en contra de toda probabilidad esto
llega a suceder, espero que Tu a través de quien hablo hagas lo que yo no
puedo: ¡termina este asunto brutal y sin sentido!” (l. 268) (“Night-Sea Journey” también parafrasea a Howl, marcando quizás
la pertenencia a una tribu: “He visto hundirse a los mejores nadadores de mi
generación. ¡Sin número el número de los muertos!” - l. 131).
Otros
cuentos continúan con la cuestión de la creación de la vida y lo que se hereda,
en algunos pareciendo seguir al mismo personaje, Ambrose, que por un momento
pensé sería el resultado del espermatozoide inicial. En “Ambrose His Mark”, dos
vecinos pelean por un enjambre de abejas y esto está contado desde un bebé quien,
al principio, no tiene nombre y que consigue su nombre justamente a partir de
este episodio (Ambrose porque San Ambrosio tuvo un tema con abejas de bebé).
“Water-Message” es una historia un poco más directa, con Ambrose de adolescente.
En el cuento que le da nombre a la colección, “Lost in the funhouse”, es Ambrose
quien se pierde en la casa encantada. Aquí hay menciones de espermatozoides
(link al cuento inicial) y una dosis más alta de lo metaliterario, con el
narrador acotando o sugiriendo alternativas al propio cuento y hasta con
detalles técnicos como si fuera un profesor de literatura.
“Petition”
es una carta en la que uno de los hermanos de una pareja de siameses le pide a
un rey / deidad que lo separe de su hermano. Sentí que aparecía el doble
borgeano –Barth dice en una nota al comienzo del libro que la “brillantez no
ortodoxa [de Borges] transformó el cuento corto” para él (l. 56)– y doblemente:
por el peticionante y su hermando doble y por la novia del hermano que aparece
en un momento de manera doble. Al final, el pedido: “Ser uno: ¡el paraíso! Ser
dos: ¡felicidad! Pero ser ambos y ninguno es atroz.” (l. 1145).
Tres
cuentos se van lejísimo con lo metaliterario. “Autobiography” es un cuento donde
el narrador es la propia historia. Más allá de eso sigue un poco con la idea de
creación y paternidad (aunque se refiere al autor como padre de la historia): “Un
hijo no es sus padres, sino la suma de sus vergüenzas enjuntadas. Una figura
retórica. Sus maneras de hablar” (l. 625). En esa línea están también “Title”,
algo así como un discurso sobre el sin sentido de la vida y de la literatura: “El
mundo podría terminar antes que esta oración, o meramente la vida de alguien.
Y/o la de alguien más.” (l. 1704). Y “Life-Story”, muy similar, que se pregunta
primero “¿por qué estaría interesado un lector?” (l. 1823) si al final del día es
“¡Otro cuento sobre un escritor escribiendo un cuento! ¡Otro regressus ad
infinitum! ¿Quién no prefiere un arte que por lo menos abiertamente imite algo
distinto a sus propios procesos?” (l. 1826). Más aún: “¡El lector! Vos, bastardo
terco, ininsultable y orientado a lo impreso, a vos me estoy dirigiendo, a
quién más, desde dentro de esta ficción monstruosa. ¿Así que llegaste hasta acá,
entonces?” (l. 1974) y en ese momento me dije a mí mismo que bueno, no, que había
llegado pero en diagonal nomás.
Finalmente,
hay una serie de cuentos que son reescrituras o cuentos relacionados con la
mitología y la literatura griegas. Sólo con uno de ellos (“Eccho”) intenté con algún
nivel de fuerza entender: mi nota al final, escueta, dice “no entendí nada”. Además de “Eccho” están “Glossolalia”, “Menelaid”
y “Anonymiad”.
En fin, lo
leí rápido durante una semana de vacaciones. Pero después tardé muchísimo en
hacer esta nota. También me hizo pensar que quizás no quiero realmente estudiar
Letras para tener que leer estas cosas y decir qué inteligentes que son.
Originales de las citas
“our night-sea journey
partakes of their absurdity” (l. 126).
“I have seen the best
swimmers of my generation go under. Numberless the number of the dead!” (l.
131).
“to suspect … that our
night-sea journey is without meaning” (l. 134).
“The thoughtful
swimmer’s choices, then, they say, are two: give over thrashing and go under
for good, or embrace the absurdity; affirm in and for itself the night-sea
journey; swim on with neither motive nor destination, for the sake of swimming,
and compassionate moreover with your fellow swimmer, we being all at sea and
equally in the dark.” (l. 156).
“he took a sour
pleasure in supposing that every ‘Maker’ made thousands of separate seas in His
creative lifetime, each populated like ours with millions of swimmers, and that
in almost every instance both sea 1 and swimmers were utterly annihilated, whether
accidentally or by malevolent design. (Nothing if not pluralistical, he
imagined there might be millions and billions of ‘Fathers,’ perhaps in some
‘night-sea’ of their own!)” (l. 192).
“he professed to
believe that in possibly a single night-sea per thousand, say, one of its
quarter-billion swimmers (that is, one swimmer in two hundred fifty billions)
achieved a qualified immortality.” (l. 196).
“If against all odds
this comes to pass, may You to whom, through whom I speak, do what I cannot:
terminate this aimless, brutal business! Stop Your hearing against Her song!
Hate love! “Still alive, afloat, afire.” (l. 268)
“A child is not its
parents, but sum of their conjoinèd shames. A figure of speech. Their manner of
speaking.” (l. 625).
“It was about this
time that I came across the writings of the great Argentine Jorge Luis Borges,
whose temper was so wedded to the short forms that, like Chekhov, he never
wrote a novel, and whose unorthodox brilliance transformed the short story for
me.” (l. 56)
“To be one: paradise!
To be two: bliss! But to be both and neither is unspeakable.” (l. 1145)
“The world might end
before this sentence, or merely someone’s life. And/or someone else’s.” (l. 1704).
“why should a reader
be interested?” (l. 1823)
“Another story about a
writer writing a story! Another regressus in infinitum! Who doesn’t prefer art
that at least overtly imitates something other than its own processes?” (l.
1826)
“The reader! You,
dogged, uninsultable, print-oriented bastard, it’s you I’m addressing, who
else, from inside this monstrous fiction. You’ve read me this far, then?” (l.
1974).