miércoles, 11 de abril de 2012

On the road


Estuve leyendo un clásico de la generación beat: On the road, de Jack Kerouac. No me divirtió, no me enganchó y no me emocionó; no me generó mucho de nada, a decir verdad, y creo que lo terminé un poco por respeto a una obra de las que supuestamente “hay que leer” y otro poco porque no tenía cerca ninguna otra cosa que me llamara mucho la atención. Pero de casi todo se rescata algo: en este caso, es una pintura de una generación medio desilusionada y asustada ante la amenaza nuclear; de los EE.UU. en los comienzos del bebop a fines de los 40. Además, tiene algunas citas muy buenas. Transmito algunas acá porque me pareció divertido tratar de traducirlas a la Argentina, cosa que hago abajo de cada una.


“The floors of bus stations are the same all over the country, always covered with butts and spit and they give a feeling of sadness that only bus stations have.”

Los pisos de las terminales de bondis son iguales en todo el país, siempre cubiertas con puchos y escupitajos y dan una sensación de tristeza que sólo tienen las terminales.


“We got off the bus at Main Street, which was no different from where you get off a bus in Kansas City or Chicago or Boston – red brick, dirty, characters drifting by, trolleys grating in the hopeless dawn, the whorey smell of a big city.”

Bajamos del bondi en la 9 de Julio, que no era diferente del lugar que te bajás de un bondi en Bahía Blanca o Rosario o Córdoba – edificios sucios, tipos que caminan por ahí, bondis acelerando en el amanecer sin esperanza, el olor a putas de una ciudad grande.


“Suddenly I found myself on Times Square. I had traveled eight thousand miles around the American continent and I was back on Times Square; and right in the middle of a rush hour, too, seeing with my innocent road-eyes the absolute madness and fantastic hoorair of New York with its millions and millions hustling forever for a buck among themselves, the mad dream – grabbing, taking, giving, sighing, dying, just so they could be buried in those awful cemetery cities beyond Long Island City.”

De pronto me encontré en Plaza Italia. Había viajado tres mil kilómetros a través de Argentina y estaba de vuelta en Plaza Italia; y justo en el medio de la hora pico, además, viendo con mis inocentes ojos de ruta la locura absoluta y el tole tole fantástico de Buenos Aires con sus millones y millones de buscas, correteando entre ellos por un sope, el sueño loco – agarrando, tomando, dando, suspirando, muriendo, sólo para que los pudieran enterrar en uno de esos horribles cementerios gigantes más allá de Pilar.


“Victor proceeded to roll the biggest bomber anybody ever saw. He rolled (using brown bag paper) what amounted to a tremendous Corona cigar of tea. It was huge. Dean stared at it, popeyed. Victor casually lit it and passed it around. To drag on this thing was like leaning over a chimney and inhaling. It blew into your throat in one great blast of heat. We held our breaths and all let out just simultaneously. Instantly we were all high. The sweat froze on our foreheads and suddenly it was like the beach at Acapulco.”

Víctor procedió a armar el porro más grande que se haya visto jamás. Armó (usando papel marrón de una bolsa) lo que terminó siendo un tremendo cigarro Corona de chala. Era enorme. Diego lo miraba con los ojos desorbitados. Víctor lo prendió como si nada y lo pasó a la ronda. Calar esta cosa era como meterse adentro de una chimenea e inhalar. Soplaba adentro de tu garganta en una gran explosión de calor. Contuvimos la respiración y todos liberamos justo de manera simultánea. En el acto estábamos todos locos. La transpiración se secó en nuestras frentes y de pronto era como la playa en Mar del Plata.

1 comentario:

  1. Como neoyorquino nativo te digo que tenes toda la razon del mundo.The Beat or Lost Generation de Kerouac y Ginsberg para mi es mejor perderla que encontrarla,como bien dicen Uds.El unico interesante y medio divertido era el borracho perdido hijo del inventor de la maquina de sumar (me olvido el nombre)que la mato a su novia en Mexico de una bala en la sien en una parodia de William Tell con manzana y todo.Su viejo tuvo que coimear un monton al juez azteca para sacarlo del pais. Saludos,Brian.

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