Leí Fire Exit, de Morgan Talty, también en la lista de los mejores libros de 2024 de The Economist, como Creation Lake y la excelente biografía de Pamela Churchill Harriman. Fire Exit, como Creation Lake, me gustó menos de lo que le gustó a The Economist: no me volvió loco la forma y por momentos le vi demasiada vuelta de trama. Habiendo dicho eso, es un tema interesante y fue una lectura agradable.
El narrador, Charles, es una persona criada en
una reserva indígena en el Noreste de Estados Unidos por su madre blanca y su
padrastro de la tribu Penobscot. Como tanto su madre como su padre biológico no
son Penobscot, al cumplir 18 Charles, que se siente nativo por crianza, debe
abandonar la reservación. Para complicar más la cosa –y fortalecer la pregunta
de cuánto importa la sangre y cuanto la crianza o los vínculos o la cultura–
Charles y Mary, su novia de la juventud, tienen una hija, Elizabeth. Para que a
Elizabeth no le ocurra lo mismo que a Charles, para que pueda ser considerada Penobscot
y por lo tanto no ser expulsada a los 18, Mary deja a Charles apenas queda
embarazada y se casa con un nativo, Roger, sin contarle nunca a Elizabeth que
en verdad es hija de Charles. Elizabeth no hereda la “blancura” de Charles,
pero sí hereda la depresión de su abuela paterna, la madre de Charles a quien
nunca conoció.
Un poco de novela de la tarde, es cierto, pero
no deja de hacer unas cuantas preguntas. Sobre la herencia de sangre y la
herencia por vínculo. Charles está atrapado en un cuadrado de herencias formado
por el padre biológico que nunca conoció, el padrastro de cuya muerte se siente
algo responsable, de la madre que se acerca a la muerte y de la hija no
reconocida. Ahí en el medio, está solo, con un amigo alcohólico a quien lleva y
trae del bar y no mucho más. La segunda es la cuestión de la identidad y la
pertenencia: ¿qué es una persona blanca pero criada como indígena, vista por la
gente con la que vivió toda la vida como ajeno? Imposible que eso no agrave su
sensación de aislamiento y soledad. Y finalmente está la razón legal o política
de todo esto, que son las reglamentaciones de “blood quantum” o “cuota desangre”, que determinan quién es o no es indígena para el Estado y para las
propias tribus (casi como leyes de pureza racial). Como otro libro que leí de
un indígena norteamericano sobre vida en una reserva, The Round House,
de Louise Erdrich, hay algo dramático y triste de una manera muy suya allí, y
novelas como estas son una manera de entrar a un mundo que nos es ajeno.
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