Leí American Sarmiento de viaje, como debe
ser. ¿Qué es American Sarmiento? Nos dice el autor,
Hernán Iglesias Illa, que "No es una novela ni un ensayo ni una crónica de
viajes ni una investigación ni una crítica literaria ni una autobiografía. O es
todo lo anterior al mismo tiempo." (p. 103) Es un libro sobre un libro
(los Viajes de Sarmiento) y sobre un
viaje en el que el autor recreó aquel viaje de Sarmiento. Es una reflexión
sobre Sarmiento y la Argentina, sobre la Argentina vista desde el extranjero y
un alegato en favor de una Argentina más abierta al mundo, al capitalismo y a
la democracia. Pero es, sobre todo, un libro divertido, inteligente, que se
disfruta mientras se lee y que se termina antes de que uno esté seguro si
realmente empezó: como una buena película.
Hay, como
decía, todo un comentario sobre la Argentina vista desde afuera. Iglesias vive
en EE.UU. desde hace un tiempo y sus libros rozan el tema de "los
argentinos en el extranjero" (p. 63). En Golden Boys habla de los argentinos que trabajaban en finanzas en
New York en los noventa, en Miami
(reseña acá) habla, bueno, de Miami, incluyendo la relación de los argentinos
con esa ciudad, y en American Sarmiento
dice que tuvo un proyecto en el que intentó "escribir una novela ambiciosa
sobre estudiantes de doctorado argentinos en Manhattan" (p. 17) Iglesias
dice que "A pesar de los años que llevo acá, simulando tener una vida
cotidiana y un apego por mis alrededores, sigo obsesionado con el país donde
nací." (p. 252) Y algo parecido me dicen muchos amigos que se han ido.
Pero American Sarmiento no habla sobre la
diáspora argentina sino sobre dos maneras de pensar Argentina en su relación
con el exterior. Está la visión de una Argentina cerrada, que se ufana de
cierta supuesta superioridad y excepcionalidad, y está la visión de una
Argentina más abierta al mundo, menos dispuesta a considerarse original y más
dispuesta a aprender del resto del mundo. Sarmiento es, desde ya, un
representante de la segunda escuela: no sólo porque propuso siempre a EE.UU.
como modelo, sino porque se lo puede pensar, dice Iglesias, "como el
primer mochilero argentino, el primer viajero que recorrió Europa con el doble
propósito, noble y narcisista, de conocer el mundo y conocerse a sí
mismo." (p. 272)
La visión
abierta va con un corpus de ideas básicamente liberal, capitalista, democrático,
una sociedad abierta, para decirlo en términos de Popper. "En Argentina,
el capitalismo casi no ha tenido cheerleaders.
Ha tenido críticos y ha tenido gestores culposos, pero casi nadie, y muchos menos
escritores o intelectuales, le ha festejado sus éxitos o se ha emocionado con
sus conquistas." (p. 246) Sarmiento "celebraba y proponía un
capitalismo popular y rompedor basado en la democracia y el individuo, sin
lucha de clases ni privilegios heredados. (...) Esta es en buena medida su idea
de igualdad: que todas las personas tengan acceso a la propiedad y al derecho
de propiedad." (p. 128)
Si nos
pusiéramos estrictos podríamos criticar que Iglesias es un poco laxo con los
términos, pero no nos ponemos estrictos porque el punto es válido: un siglo y
medio después de Viajes, Argentina
sigue sin subirse de lleno al tren del capitalismo democrático. En aquel
entonces el obstáculo era Rosas, más adelante fue Perón y hoy son los Kirchner:
"Kirchner es mi Perón. Mi Rosas", dice Iglesias, y American Sarmiento parece por un rato
convertirse en un alegato político, y casi en una novela sobre cómo el narrador
se convierte en un político. Sólo que el narrador tiene suficiente cordura como
para no tomarse a sí mismo demasiado en serio ni siquiera cuando está más cerca
de hacerlo: "Por eso a veces (no es joda) pienso que nosotros somos como
la Generación del 37. Somos los poetas tecnocráticos, ingenuos políticamente,
sintonizados mejor con el mundo que con La Matanza, aguantando el chaparrón
kirchnerista." (p. 255)
¿Es entonces un
alegato político? En parte sí. Un alegato por una Argentina que se crea menos
original y que quiera parecerse más a los países que funcionan. Una Argentina
donde el Estado importe menos: "La felicidad, intuía Sarmiento (o le hago
intuir yo, que pienso parecido), es una decisión privada, en la que el Estado
poco puede hacer salvo rescatar a los desesperados." (p. 114) Un alegato entonces por una
Argentina más liberal, más democrática, más capitalista; pero lo más interesante es la
forma que toma ese alegato, y esta es la segunda razón por la cual no
criticamos esa laxitud de los términos; ni crítica literaria, ni ensayo, ni
novela, quizás Iglesias encontró una forma válida para escribir de política hoy,
de una manera rápida, inteligente, divertida y centrada en personas de carne y
hueso antes que en grandes relatos o ideologías cerradas; y al hacerlo hizo un
libro interesante y divertido.
Interesante, gracias....y para los q estamos afuera....esta en Kindle
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