lunes, 2 de septiembre de 2019

Inminencia del mal



Leí Distancia de rescate, de Samanta Schweblin, y me pasó algo parecido a lo que me pasó con sucolección de cuentos, El núcleo del disturbio. Con ese libro pensé no es el tipo de literatura que más me interpela, no me vuelve loco, incluso diría que no me gusta, pero está bien. Con Distancia de rescate la sensación fue más clara respecto de lo que está bien. Nuevamente, no me vuelve loco, pero me parece un libro excelentemente logrado, con un tono y un clima que llevan al lector a la angustia, y eso es notable.
La novela se construye enteramente con diálogos en los que se reconstruye algo que pasó y algo que está ocurriendo entre dos madres (Amanda y Carla) y dos hijos (Nina y David) en algún pueblo rural. Pasaron y están pasando cosas dramáticas, sabemos desde el principio que hay peligro, que “tarde o temprano sucederá algo terrible.” (p. 89) Y pensamos desde el primer momento que, aunque está permanentemente en guardia para evitar ese peligro, Amanda no lo logrará: “Lo llamo ‘distancia de rescate’. Así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería.” (p. 22)
Lo que ocurre no es del todo claro. La distancia y el tiempo se confunden y no es claro si el peligro es natural, si es agua viciada, o sobrenatural. Y hay algo realmente angustiante en esta sensación de impotencia, de una fatalidad inminente, a lo que se le suma esa confusión. Los diálogos van y vienen, cambian los oradores y las referencias temporales, todo está dicho en presente y todo es confuso a pesar de un lenguaje muy preciso y económico. “Estoy confundida, confundo los tiempos” (p. 77), dice Amanda, tratando de reconstruir lo que la llevó a un destino que parece imposible de torcer, más allá de la posibilidad de rescate.

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