sábado, 9 de mayo de 2020

14 piras



De chiquitos, a veces, en el campo, los papás nos dejaban ir de noche a algún lado a acampar; nos íbamos a unos metros de la casa, prendíamos un fuego, calentábamos salchichas pinchadas en un palito y nos contábamos historias. Después el fuego se apagaba, se ponía fresco y nos íbamos para la casa tratando de que los padres no se dieran cuenta de que habíamos claudicado... En un departamento en el centro, una amiga se quedaba a dormir en casa de otra. La mamá ponía sábanas y frazadas sobre un colchón tirado en el piso, apagaba las luces y ahí empezaban los cuentos.
Algunos no podemos dejar esa costumbre. Es más: llevamos esa inclinación a un nivel superior; pasamos esa oralidad a un papel y después recreamos esa oralidad leyendo frente a otros. Todas las noches, cientos de grupos de personas se reúnen a leerse y a escucharse; en Buenos Aires y en todo el mundo. En cada una de esas personas hay un fuego interno. Y en medio de cada uno de esos grupos hay un fuego – real, imaginado o tácito – que los une.
Ahí, en cada grupo, hay comunión, y hay una ofrenda que cada uno da a los demás. El que lee ofrece una ventana a su identidad, a sus miserias, logros, miedos, amores, deseos, sufrimientos. Los que escuchan ofrecen algo a cambio. A veces es un comentario sobre una palabra o un tiempo verbal. Pero más importante, y siempre, cada uno está ofreciendo su escucha, su cercanía. Le dice al que lee, sin palabras: no estás tan sola en tu soledad.
El grupo de las 14 piras, es el grupo de los lunes a la noche de los talleres literarios de Santiago Llach. Somos un grupo de fronteras indefinidas: algunas personas pasaron por este grupo de taller pero no quedaron como miembros del grupo; otros dejaron de ir a taller los lunes pero siguen siendo parte. Algunos de nosotros nunca hicimos taller juntos. Somos un grupo diverso por género, orientación sexual, ideas políticas, religión, situación económica, lo que se les ocurra. Intuyo que mirarnos de afuera y vernos juntos debe generar cierta perplejidad. ¿Qué hace ese señor tradicional de Recoleta con esa chica de Puán? ¿Qué hace ese economista millenial con esa lectora voraz de Don Torcuato?
Lo que nos une es poco visible. Lo que nos une es la literatura. Lo que nos une es que seguimos, un poco como a los 12, queriendo contar y escuchar cuentos. Que nos gusta leer y que sentimos la necesidad de escribir (a veces con gusto, a veces con dolor, siempre con algo de molestia).
Sobre todo, nos une una cierta intensidad que nos obliga a escribir lo que sentimos, a expresarlo y a querer mostrarlo, aunque con ambivalencia, porque mostrar nos resulta también incómodo. Nos da vergüenza, nos asusta, nos oprime; nos hace sentir aún más vulnerables. Por esa intensidad quizás un poco neurótica, un día obtuvimos como grupo el nombre de Caracteres Ardientes. Ese nombre derivó a su vez en una identidad visual: una fogatita que dibujó Esteban Serrano y que pasó a ser nuestro sello.
Un día, ese deseo intenso y retorcido por mostrar lo que hacemos encontró un canal. Ocurrió, nuevamente, por una idea de Esteban. La idea era simple. Si agarramos una hoja A4 y la doblamos tres veces nos quedan 16 caras de papel. En ese papel podemos plantar un poema de 14 caras, más una tapa y una contratapa.  Un mini libro de un poema, en una hoja de papel. Cada uno de esos poemas, con una ilustración y un título, y con cierta unidad visual que brinda nuestro sello, pasa a ser una pira; una ofrenda de su autor al resto del grupo y al mundo.
Hicimos 14 piras de 14 páginas y las ofrecemos al mundo. Es una manera de hacer circular lo que hacemos. Compartimos por todas las redes sociales archivos de estos libros de un poema de una página. El que quiera puede bajar gratis una, algunas o todas las piras; puede imprimir o fotocopiar; puede quedarse con lo que imprimió o regalar.
Más allá del valor de cada pira, el proyecto tiene un valor claro: poner la literatura al alcance de todos; demostrar que se puede materializar y distribuir algo que surgió de un grupo reunido a contar cuentos. Sabemos que es difícil; sabemos que el mercado editorial argentino es muy limitado. Sabemos que hay cientos y miles de escritores argentinos que no logran publicar y visibilizar sus producciones. Pero este proyecto de alguna manera demuestra que con buenas ideas no es imposible. Con una idea y con los recursos que surgen cuando un grupo de gente busca hacer algo en conjunto.
Fue posible por la idea de Esteban; por el aporte de Noelia Torres como editora; por lo que sumó cada uno de nosotros compartiendo lo suyo. Y, sobre todo, fue posible por la indispensable compañía que encontramos del otro lado. Por gente que leyó y bajó y compartió: una maestra de escuela, librerías, editoriales, talleristas que ayudaron a circular las piras. Todos ellos responden a nuestra ofrenda de palabras con la ofrenda de escuchar.
En El idioma de los argentinos, Borges dice que “la intensidad es una forma de eternidad”. Las piras, probablemente, no estén llamadas a perdurar eternamente, pero representan algo que sí es eterno. Representan ese deseo eterno de los intensos por contar y escuchar. Por poder seguir, como cuando éramos chicos, como en el pasado más remoto de la humanidad, compartiendo cuentos alrededor de una fogata.

Twitter: @catorcepiras
Instagram: @catorcepiras

No hay comentarios:

Publicar un comentario