Leí Desperate Characters, de Paula Fox,
novela de 1970 de la que nunca había escuchado hablar. Y está mal eso, porque
es una gran novela, me parece.
Desperate
Characters
sigue a una pareja, Sophie y Otto Bentwood, durante más o menos un fin de
semana. La sigue más a ella que a él, en una especie de tercera primera
persona, pero el punto central es la pareja, son ellos dos, una pareja de 40 y
cortos que decidió no tener hijos y que se encuentra en un momento curioso de
la vida. Ella está volviendo de un romance del que él parece no haberse
enterado (pero no es obvio), él está justo en el momento en que se está
separando de su socio de años o décadas. Y en estos tres o cuatro días en que
los vemos les pasan cosas: a ella la muerde un gato de la calle y temen que
haya contraído rabia, un hombre negro entra a su casa, descubren que alguien
vandalizó su casa de fin de semana, y todo esto sobre el telón de fondo de la
Nueva York dura y en flujo social de fines de los sesenta, como en lucha
permanente por los espacios entre sectores sociales, y con Vietnam ahí detrás.
El tema de la
paternidad -o falta de- está muy presente en el libro. ¿A dónde va una pareja
que no tiene hijos? ¿Cómo se pasa a la adultez y la vejez incluso sin hijos?
¿Es la desesperanza causa de la falta de hijos o es acaso solo una forma
diferente de la desesperanza?
El primer día van
a una fiesta en lo de unos amigos y se encuentran con amigos del hijo de la
casa. Otto, a quien poco antes Sophie acusa de apenas estar en el siglo
correcto, lo que él acepta, comenta sobre la generación más joven: “‘Eligieron
seguir siendo niños’, dijo como adormecido, ‘sin saber que nadie tiene esa
opción’. ¿Qué era un niño? ¿Y cómo podría saberlo ella? ¿Dónde estaba la niña
que había sido? ¿Quién podía decirle cómo había sido ella de niña?” (p. 30). La
falta de maternidad / paternidad y el hecho de estar envejeciendo igual,
dejando de ser niños, jóvenes. “Ya no podía comer y beber como lo hacía antes.
Inexorablemente terminaba siendo invadida por elementos que eran al mismo
tiempo desagradables e irrisorios. Sólo hacía muy poco tiempo se había dado
cuenta de que una es vieja por mucho tiempo.” (p. 48).
Mientras los
seguimos durante el fin de semana, los Bentwood se nos presentan por momentos
como perfectamente íntimos y en otros momentos totalmente ajenos. “Habían
estado casados quince años. ¿Qué sabía ella de los pensamientos de él?” (p.
148) Y así como no quieren ver la fealdad de la ciudad que los rodea –“‘Ojalá
hubiera otra manera de ir a Flynders’, murmuró Sophie. ‘Leéme’, pidió Otto. ‘Ya
salimos de esto.’ ‘Es tan desesperanzadoramente feo.’ ‘No lo miros’, dijo él rápido.”
(p. 119)–, tampoco parecen querer ver demasiado hacia adentro, de cada uno o de
la pareja. Y a pesar de todo lo que falta, de lo que no está bien, parecen
seguir eligiéndose, así como pueden, por desesperación o por desesperanza. Como
dice Otto: “Yo estaría mejor si fuera un poco más como mi padre. El basó su
vida en el supuesto de que nada resultaría de nada. Y la esperanza irrumpía en
él de la misma manera que la decepción irrumpe en la vida de otros. Odiaba la
esperanza. Lo desarmaba. Supón lo peor, hijo mío, y nunca te decepcionarás…”
(p. 122)
Originales de
las citas usadas
“‘Charlie’s right’,
she said. ‘You’re barely in the right century.’ ‘That’s true’.” (p. 11).
“‘They’ve chosen
to remain children’, he said sleepily, ‘not knowing that nobody has that
option.’ What was a child? And how would she know? Where was the child she had
been? Who could tell her what she had been like? She had one photograph of
herself at four, sitting in a wicker rocker, a child’s chair, her legs straight
out, in white cotton panties, wearing someone’s Panama hat that was too big for
her.” (p. 30).
“She could not eat
and drink the way she once had. Inexorably, she was being invaded by elements
that were both gross and risible. She had only recently realized that one was
old for a long time.” (p. 48).
“They had been
married for fifteen years. What did she know of what he thought?” (p. 148)
“‘I wish there was
another way to go to Flynders’, Sophie murmured. ‘Read to me’, urged Otto. ‘We’ll
be out of this soon.’ ‘It’s so hopelessly ugly.’ ‘Don’t look at it’, he said
quickly.” (p. 119)
“I’d be better off
if I were more like my father. He based his life on the assumption that nothing
would come of anything. And hope broke in upon him the way disappointment
breaks in on other people’s lives. He hated hope.It unmanned him. Assume the
worst, my son, and you’ll never be disappointed….” (p. 122).
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