lunes, 27 de enero de 2020

Apuntes sobre "Otras inquisiciones"

Siguiendo con el proyecto Borges, comencé el tomo II leyendo Otras inquisiciones, libro de 1952 pero en el que hay, nuevamente, al menos un texto (“Sobre los clásicos”, fechado en 1965) escrito más adelante. Ese anacronismo de los editores de las obras completas me molesta, como ya lo he dicho.
Otras inquisiciones es un libro del Borges que menos disfruto: el ensayista. Lo que menos disfruto dentro de esta veta es la discusión sobre la filosofía idealista, que además es repetitiva. En “El ruiseñor de Keats” y en “De las alegorías a las novelas”, se dice casi con las mismas palabras: “Observa Coleridge que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Los últimos intuyen que las ideas son realidades; los primeros, que son generalizaciones; para éstos, el lenguaje no es otra cosa que un sistema de símbolos arbitrarios; para aquellos, es el mapa del universo.” (p. 130) También trata el tema en “Nueva refutación del tiempo”, y también hay recurrentes discusiones sobre el infinito (por ejemplo, en “El tiempo y J. W. Dunne”) y el tiempo, y sobre Dios y sus nombres (“La esfera de Pascal”, “Historia de los ecos de un nombre”).
Al fin de cuentas, sin embargo, en Borges parece primar la cordura. Concluye: “And yet, and yet… Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (...) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro.” (p. 157) Todas esas discusiones son algo para hacer desde la conciencia de que vamos a morir.
En el otro extremo, los ensayos más interesante son sobre la literatura, defendiendo generalmente la idea de que es siempre una empresa colectiva. Por ejemplo, en “La flor de Coleridge” o en “Nathaniel Hawthorne”. El cuento “Wakefield”, de Hawthorne, dice Borges, “prefigura a Franz Kafka, pero éste modifica, y afina, la lectura de ‘Wakefield’. La deuda es mutua; un gran escritor crea a sus precursores.” (p. 59) En “El enigma de Edward Fitzgerald” dice que “Toda colaboración es misteriosa.” (p. 72) Y en “Kafka y sus precursores”, que “cada escritor crea sus precursores. Su obra modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro.” (p. 95)
Otras dos citas. De “Nuestro pobre individualismo”: “El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. (...) el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano.” Y en la nota al pie a estas líneas: “El Estado es impersonal: el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen. Compruebo un hecho; no lo justifico o excuso.” (p. 39) 
De “Dos libros”: “Wells, increíblemente, no es nazi. Increíblemente, pues casi todos mis contemporáneos lo son, aunque lo nieguen o lo ignoren. Desde 1925, no hay publicista que no opine que el hecho inevitable y trivial de haber nacido en un determinado país y de pertenecer a tal raza (o a tal buen mixtura de razas) no sea un privilegio singular y un talismán suficiente.” (p. 108)

No hay comentarios:

Publicar un comentario