Leí Beautiful World, Where Are You, de Sally
Rooney, de quien leí también Normal People. Debo decir que odié el final de Beautiful
People… (que no voy a spoilear) y disfruté algo la mayor parte del libro.
No un montón, no muchísimo, no sé si llega a bastante, pero por momentos
avanzaba rapidísimo en la lectura.
La novela trata
sobre las relaciones entre cuatro personajes: Eileen y Simon se conocían de
chicos, aunque Simon era más grande, y siempre hubo algo ahí. Luego Eileen se
conoció en la universidad con Alice, que con el tiempo devino una novelista
exitosa, tuvo un breakdown, y se fue a vivir a un pueblo donde conoce a Felix a
través de una aplicación. En ese momento empieza la trama que relaciona a estos
cuatro millennials: Alice la novelista exitosa, Eileen la literata frustrada,
Simon el abogado de izquierda y Felix que trabaja en un depósito.
Todo eso se
estructura en dos tipos de textos. Por un lado, tenemos el relato en una
tercera persona que busca ser muy tercera, muy objetiva, y que por momentos
parece casi un guión o acotaciones teatrales, pero que por momentos no me
parece aceptable, porque no es realmente una mirada objetiva sino que trata de
aparentar objetividad. Por ejemplo, conocemos a Eileen en un capítulo que
empieza así: “A las doce y veinte de un miércoles, una mujer estaba sentada
detrás de un escritorio en una oficina compartida en el centro de Dublín,
escroleando para abajo en un documento de texto.” (p. 19) O, hacia el final de
una secuencia importante: “El mar hacia el oeste, el largo de una tela oscura.
Y hacia el este, subiendo y a través de las rejas, la vieja rectoría, azul como
la leche. Adentro, cuatro cuerpos durmiendo, despertando, durmiendo
nuevamente.” (p. 258) Por otro lado, están los mails que se mandan entre Eileen
y Alice, donde es todo subjetividad, pero que progresivamente me fueron
aburriendo, y hasta irritando, sobre todo cuando se convierten en una crítica
cultural de esta izquierda light tan millennial (la misma que está del lado
equivocado en Medio Oriente en estos momentos, aunque no hay nada del tema en
la novela, por supuesto) que encuentro tan irritante por livianita.
También me
irritaba Eileen, la millennial patrón, con su neurosis galopante, pero eso en
el fondo es lo que está bien del libro, la descripción de esta generación que
no logra separarse de sus propios ombligos. Mujeres y varones de edad adulta que
sigue comportándose un poco como adolescentes sin encontrar la manera de salir
de su loop. Dice Eileen: “La gente de nuestra edad se casaba y tenía hijos y amantes,
y ahora todos son solteros y viven con compañeros de departamento a los que
nunca ven” (p. 186). La soledad de los hiperconectados, que no pueden decirse
las cosas, que no pueden comunicarse, queda más puesta en evidencia por Felix,
que dice cualquier cosa, sin mucho freno, sin ningún tacto, y que me resultó el
personaje más querible. (Un ejemplo gracioso de Felix siendo Felix: "Digo,
en serio, creo que si todos los hombres que se hayan portado más o menos mal en
algún momento en un contexto sexual de golpe se murieran mañana, quedarían tipo
once hombres vivos.” - p. 136).
Así que así los
vemos a estos cuatro chicos, durante 250 o 300 páginas, tratando de darse
cuenta de cómo va la cosa (como le dice Eileen a Alice en uno de esos mails:
“¿Qué si estas cosas suben y retroceden naturalmente, como las mareas, mientras
el significado de la vida se mantiene siempre igual - sólo vivir y estar con
otras personas” - p. 161) y nos divertimos un poco y nos irritamos un poco y a
veces los entendemos un poco y otras les decimos grow up already y después viene ese final que bueno, no voy a
spoilear.
Originales
“At twenty past
twelve on a Wednesday afternoon, a woman sat behind a desk in a shared office
in Dublin city centre, scrolling through a text document.” (p. 19)
“The sea to the
west, a length of dark cloth. And to the east, up through the gates, the old
rectory, blue as milk. Inside, four bodies sleeping, waking, sleeping again.”
(p. 258).
“People our age
used to get married and have children and conduct love affairs, and now
everyone is still single at thirty and lives with housemates they never see.”
(p. 186).
"I mean
honestly, I think if every man who had ever behaved somewhat poorly in a sexual
context dropped dead tomorrow, there would be like eleven men left alive.” (p.
136).
“What if these
things just rise and recede naturally, like tides, while the meaning of life
remains the same always - just to live and be with other people?” (p. 161).
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