lunes, 29 de enero de 2024

Tragedia moderna

 


Leí A Thousand Acres, novela de Jane Smiley ganadora del Pulitzer de 1992 y el National Book Critics Circle Award de 1991. La novela no me volvió loco, pero tiene cosas muy buenas.

A Thousand Acres relata la caída de una familia, los Cook de Zebulon County, Iowa. Los Cook eran una familia importante en el condado, habían logrado en tres generaciones amasar la considerable superficie de mil acres (poco más de 400 hectáreas), el tamaño máximo que se consideraba en esa época y lugar que podía atender una familia dedicada a eso. Lo habían logrado a partir de una ética de trabajo, esfuerzo y ascetismo, la ética protestante de los inmigrantes del Norte de Europa instalados en el Midwest. “Era como si tuviéramos un catequismo: ¿qué es un granjero? Un granjero es un hombre que alimenta al mundo. ¿Cuál es el primer deber de un granjero? Producir más comida. ¿Cuál es el segundo deber de un granjero? Comprar más tierra. ¿Cuáles son las señales de una buena granja? Campos limpios, edificios bien pintados, desayuno a las seis, cero deudas, nada de agua estancada. ¿Cómo sabrás al conocerlo que estás frente a un buen granjero? No te pedirá ningún favor.” (p. 45). Lo mejor del libro es justamente eso, cómo describe hasta el detalle ese mundo rural, esa forma de vida, ese tipo de comunidades.

Pero el libro va un poco más adentro, a una familia en particular. Y detrás de esa ética de trabajo Smiley relata un drama mayor. Larry Cook es el padre de tres hijas (Ginny, Rose y Caroline) y al comienzo de la novela, en 1979, decide retirarse y entregarle la granja a sus hijas y yernos. Más allá de los detalles, y sin querer contar más de lo debido, allí comienzan los problemas que llevarán a la caída de la familia, pero en verdad se van develando secretos guardados por décadas; secretos que muestran que detrás de esa ética de trabajo se escondían verdades oscuras de las que no se podía hablar, en parte, porque esas comunidades viven de las apariencias. Y una forma de vida de subordinación total para la mujer, desde ya. La novela se convierte así en un drama familiar que no me parece brillantemente contado, ni por el vuelo del lenguaje ni por la profundidad de la narradora, que es la mayor de las hijas.

A Thousand Acres es obviamente una reposición de King Lear (aunque aclaro que digo "obviamente" pero yo sólo me doy cuenta de esto cuando me lo dicen): el padre de tres mujeres decide entregarles su reino y a partir de ahí viene la caída. De hecho, hasta los nombres dan la pauta: Lear es Larry, Goneril y Regan son Ginny y Rose, Cordelia es Caroline, etc. Pero la moralidad está corrida: la historia básica de Lear, donde el rey tiene una falla trágica pero no es necesariamente un demonio, una hija es “buena” y otras dos “malas”, se va corriendo y el “mal” parece ser mucho más esa forma de vida que uno u otro personaje. Y ahí tampoco me convence mucho la cosa, porque aunque pueda ser cierto que esa forma de vida rural pueda engendrar dramas como el de los Cook, no me convence lo que me trata de decir la narradora, y tampoco veo la profundidad emocional de personajes atrapados en esa olla de presión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario