Una de mis hijas, la que es hoy más lectora de las tres, lo que puede cambiar, claro, me trajo de viaje una muy linda edición de El Proceso de Franz Kafka, y empecé a leerlo pero al poco tiempo me interrumpí, me aburrió, me costó conectarme. Leí algo de Kafka y de quienes lo leyeron (mis apuntes acá, acá, acá y acá) pero me cuesta engancharme, quizás porque es demasiado cerebral, falto de emoción y de fisicalidad. Me pasa un poco como con Borges: lo leo, lo pienso, entiendo en términos generales, pero no me emociona, no me conecto. Dos cracks, dos genios, pero no hacían el tipo de literatura que yo disfruto más.
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