Un cambio de planes me impidió hacer el curso con Santiago Llach, pero estoy leyendo los mismos cuentos en paralelo. Hace un par de semanas el primer conjunto de cuentos, la semana pasada un libro de análisis y hoy cuatro cuentos más. Aquí apuntes desordenados.
“A Country Doctor”
En medio de una tormenta, un médico tiene que
viajar 10 millas para atender a un paciente de urgencia; tiene carro, pero no
tiene caballo; su criada (Rosa) está por el pueblo buscando un caballo prestado
y el médico entra al chiquero deshabitado por años que de pronto tiene olor a
caballo y aparece un señor en cuatro patas, un extraño para el médico, que es
el mozo de establo y aparece de vuelta Rosa y dos caballos magníficos. El
encargado acosa a Rosa y el médico lo frena; cuando el encargado dice que no va
con el médico, Rosa se asusta y el médico no quiere dejar sola a Rosa, pero de
pronto ya no está ahí sino en el carro en camino y al instante siguiente está en lo del paciente. El
paciente, un joven, le pide que lo deje morir, los caballos se sueltan del
carro y abren las ventanas desde afuera, el médico se preocupa por Rosa. La
familia del paciente lo conmina a atenderlo y el médico primero lo ve sano. Se
pregunta qué hace allí, se preocupa por Rosa y de pronto él mismo piensa en
morir, su vida una “tortura” (“torment”) por la gente del distrito que lo llama sin
necesidad y no le reconoce nada y no le presta caballos: “Escribir recetas es
fácil, pero llegar a entendimientos con las personas es difícil.” La madre lo
lleva a volver a ver al joven y de pronto hay sangre en una toalla, los caballos
“relinchando juntos; el ruido, supongo, ordenado por los cielos para asistir en
mi examinación del paciente” y ahora sí descubre en el joven una herida del
tamaño de su mano, “roja-rosa” (“Rose-red”) y luego gusanos, también
“Rose-red”, del tamaño de sus dedos, con cabezas blancas y entonces el joven
pide que lo salve. El médico vuelve a hablar de sus tribulaciones como médico
rural y de pronto la familia y los mayores de la aldea lo desvisten y un coro
canta que que si no los sana hay que matarlo y luego lo acuestan en la cama al
lado del joven. Tras una conversación con el joven, el médico logra escaparse,
tira la ropa al carro y se arroja él, desnudo, pero sabe que nunca llegará a
casa, mientras en su casa “el desagradable mozo está rabioso; Rosa es su
víctima”.
El análisis surrealista / existencialista: el
médico impotente frente a situaciones extremas ridículas.
El análisis psicoanalítico: el médico reprime y sublima su atracción sexual hacia Rosa, crea el personaje del mozo que sí logra violarla (la toalla ensangrentada representaría la pérdida de la virginidad de Rosa). Yo no leí la sublimación hasta que lo leí acá, pero sí el deseo sexual evidente del médico, que antepone el deber al deseo, la preocupación del médico por Rosa; y después las imágenes bastante claras (la herida del joven es rosa-roja, en alemán el personaje es Rosa y rosa-rojo seguramente sería algo así como rot-rosen; la herida además tiene gusanos rosa-rojos de cabezas blancas… digo, bastante claro, ¿no?)
Uso de la primera persona (raro hasta donde he
visto en Kafka).
"The Hunter
Gracchus"
Comienza con algo así como una naturaleza muerta de
un puerto. Llega una barca y unas personas descienden con un féretro y van
hacia una casa amarillenta de dos pisos. Se encuentran allí con un caballero de
negro con galera que pone su mano sobre la frente del hombre que está en el
féretro, se arrodilla y reza; le pide a todos que lo dejen solo. El cuerpo
abre los ojos y pregunta al hombre quién es; sin sorprenderse, responde que es
el burgomaestre de Riva. El muerto cuenta que murió hace muchos años, cazando
en un bosque, pero que su nave perdió su camino y quedó “por siempre (...) en
la gran escalera” que lleva al otro mundo. El burgomaestre le pregunta si acaso el cazador no es
culpable por ello y el cazador responde que no: “Yo era un cazador; ¿acaso eso
es un pecado? Yo estaba siguiendo mi vocación como cazador en la Selva Negra”.
El Burgomaestre dice que él no puede juzgar si hubo pecado, y pregunta: “¿Pero
entonces de quién es la culpa?” El cazador responde que del barquero, quien
debía conducirlo al otro mundo. El cazador está atrapado entre la vida y la
muerte y el cuento concluye con sus palabras: “Aquí estoy, más que eso no sé,
más allá de ello no puedo ir. Mi barco no tiene timón, y es llevado por el
viento que sopla en las regiones más profundas de la muerte”.
Mi primera aproximación es la existencialista.
Arrojados al mundo sin sentido, sin saber más que eso, sin tener claro qué
culpa se tiene pero purgando por alguna culpa. También algo de estar atrapado
en un cuerpo; encerrado en un féretro, atrapado en un cuerpo. La segunda, sobre
esta, es la biográfica: ¿de quién es la culpa? ¿Es muy difícil pensar que el
barquero, quien conduce, quien debió conducir, quien equivocó el camino, es el padre?
“The Great Wall of China”
Me parece de lo más críptico
que he leído de Kafka, y lo más borgeano también, el formato del relato me
recuerda a “El inmortal”. Es una explicación y justificación de la construcción
por partes de la muralla, sin explicación de para qué se hizo. (Incluso, se
cita a un estudioso que dice que se la construyó para que sea los cimientos de
una Torre de Babel.) Hay un alto comando desconocido y que no parece muy
efectivo. Por momentos parece una película de los hermanos Coen donde
todos chapucean sin saber qué están haciendo. “Queda así, por lo tanto, ninguna
otra conclusión más que la de que el comando eligió deliberadamente el sistema
de construcción por partes. Pero la construcción por partes fue apenas
improvisada y por lo tanto no expeditiva. ¡Extraña conclusión!” Es, imagino, el
tipo de cuentos de Kafka que otros han encontrado con humor. Pero hay de nuevo
la sensación de que se hacen cosas sin propósito, de que no hay propósito y de
que no tiene sentido buscar un propósito, para lo cual se introduce la parábola
del río: con suficiente agua, el río es positivo; si hay más agua, es
pernicioso; en el mismo sentido hay que limitar las “meditaciones sobre los
decretos del alto comando”. La comprensión tiene un límite, y la conclusión
debe ser creer “que el alto comando ha existido por toda la eternidad, y así
también la decisión de construir la muralla”. Luego se pasa a hablar del
imperio y del emperador y de sus reglas y se describe otra parábola: el emperador le da un mensaje
para transmitir a un hombre, pero por más que luche, ni por mil años logrará
siquiera salir del palacio. La descripción es similar a la de “Ante la ley”:
las etapas son infinitas, la vida es un obstáculo tras otro, el hombre un
hámster en su rueda, moviéndose sin parar para quedar en el mismo lugar.
“Jackals and Arabs”
Acampando en medio de un oasis, un hombre europeo
no puede dormir y lo rodea una manada de chacales. Uno se le acerca, se
para y le habla; le dice que hace tiempo lo estaban esperando (como a un
mesías). Hablan mal de los árabes y por momentos el hombre se siente amenazado:
dos chacales lo sujetan por la espalda. Finalmente, el chacal le pide que mate
a los árabes, que todos los animales mueran de muerte natural y que no se los
mate para comer, y traen una tijera para que el europeo mate a los árabes. En eso aparece el jefe árabe de la
caravana, golpea su látigo y los chacales escapan. El árabe le dice al europeo
que es siempre igual, que siempre andan con esas tijeras buscando un europeo
que los libere de los árabes. Después les tira un camello muerto y los chacales
son llevados a él “irresistiblemente”: “Habían olvidado a los árabes, olvidado
su odio”, y aunque el árabe cada tanto les daba latigazos, ellos volvían por
más, “No podían resistirse”.
Vi por ahí una interpretación político-religiosa (ayudada por el hecho de que la primera publicación fue en una revista
sionista) donde los chacales serían los judíos esperando por el mesías. Yo modifico esa interpretación de esta manera, siguiendo con los chacales como los judíos; el hecho de que son carroñeros hablaría de la debilidad de los
judíos por convertirse en actores políticos de propio derecho; y que al final
terminen aceptando los huesos sería la búsqueda de la asimilación en Europa (de
la cual Kafka es parte en su Praga pero que muy pronto se encontraría con el
holocausto). La misma forma
podría tener una mirada de izquierda. Los árabes son el capitalismo, los
chacales los trabajadores que buscan redención pero terminan acomodándose con
un poco de carne de camello. “Esa gran zanahoria, que te muestra papá”, diría
una canción. O algo similar más interno, más subjetivo: uno nunca se puede
salir de los mandatos paternos, nunca nos animamos a matar al padre. O sexual,
claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario