lunes, 2 de diciembre de 2024

Ser tan gil

 


Leí The Woman Upstairs, de Claire Messud, de quien leí recientemente The Emperor’s Children. The Woman Upstairs es algo así como un rant de una mujer de cuarenta y cortos; un rant porque la vida no resultó como ella quería, porque por un momento, después de estar al borde de la separación, la vida pareció mostrarle que podía llegar a terminar mejor; y por la desilusión, claro, de la que somos conscientes desde el principio, aunque no de su forma, que termina siendo, así, una desilusión sobre sí misma. ¿Cómo pude haber creído que otra cosa era posible para mí?, parece preguntarse. La narradora, así, podría haber cantado con Carlos Gardel: “Lo que más bronca me da / Es haber sido tan gil”. Pero Messud lo dice así, desde el principio: “En mi lápida debería decir ‘Gran Artista’, pero si me muriera en este momento diría en cambio ‘una buena maestra/hija/amiga”; y lo que realmente quiero gritar, y lo que quiero, también, en letras grandes en esa tumba, es VÁYANSE TODOS A LA PUTA QUE LOS PARIÓ” (p. 3).

Nora Eldridge, la narradora, quería ser madre y artista, pero terminó siendo maestra, hija y amiga. Así, The Woman Upstairs es ante todo un libro sobre sueños rotos, como toda la literatura americana. En este caso, con un twist: un sueño que parecía roto, que luego parece revivir para terminar rompiéndose de la peor manera. La peor manera, y este es otro tópico, es la traición, que siempre es, como decía con Gardel, reflejo de una confianza mal dada, por lo que la bronca termina siendo consigo misma. Pero no voy a contar todo porque la trama es un poco compleja y no quiero spoilear, pero van dos temas más: la muerte de la madre, el duelo; y el arte.

La madre de Nora era dura. Le enseñó a Nora a no depender de otro hombre y le mostró que debía tratar de hacer algo (pero también que los sueños se rompen). Nora vuelve a creer cuando está cerrando el duelo. (Es más, podría decirse que toda la novela es más sobre el duelo de Nora que sobre los Sahid, la familia que le hace volver a creer). Así, cuando la madre ya había dejado de intentar y caminaba hacia su muerte, le dijo: “La vida es curiosa. Tenés que encontrar la manera de seguir adelante, de seguir riendo, incluso después de darte cuenta de que ninguno de tus sueños se harán realidad. Cuando te das cuenta de eso, todavía queda mucha vida por atravesar” (p. 169).

El sueño roto de Nora era el arte, como dijimos. Y lo que aprende en el camino Nora, de la peor manera, es que para que ese sueño sea realidad hay que traicionar. “Lo que hizo que mis obstáculos fueran insuperables, lo que me confinó a la mediocridad, fui yo, sólo yo”. Le faltó “la capacidad de decir ‘al carajo’ a todo lo demás, a darle la espalda a todo el sufrimiento y contemplar, sin molestia, tus propios deseos sobre todo lo demás. Los hombres tienen generaciones de práctica en esto”. (p. 17) “Tenés que ver todo lo demás –a todos los demás– como prescindibles, como menos que vos misma” (p. 18). Entonces: “Quizás esa, en realidad, sea una definición tan buena como puedas encontrar de un artista en el mundo: una persona despiadada”. (p. 153).

Con lo que volvemos, claro, a la traición: el artista debe traicionar si quiere ganar. Y Nora no fue quien traicionó, sino la traicionada. Por eso termina siendo la mujer de arriba –“Somos la mujer silenciosa del final del pasillo del tercer piso, la de la basura siempre ordenada, la que sonríe con brillo en las escaleras con un saludo cordial, y quien, detrás de sus puertas cerradas, nunca emite un sonido. En nuestras vidas de silenciosa desesperación, la mujer de arriba es quien somos, con o sin un maldito gatito o un Labrador molesto y torpe, y ni un alma registra que estamos furiosas. Somos completamente invisibles. Yo pensaba que no era cierto, o que no era cierto de mí, pero he aprendido que no soy diferente en nada. La pregunta es ahora cómo trabajarlo, cómo usar esa invisibilidad, hacer que queme” (p. 6)– y no la artista.

Salvo, claro, que creamos que este libro es la traición de Nora.

 

Originales de las citas

“It was supposed to say “Great Artist” on my tombstone, but if I died right now it would say “such a good teacher/daughter/friend” instead; and what I really want to shout, and want in big letters on that grave, too, is FUCK YOU ALL.” (p. 3)

“Life’s funny. You have to find a way to keep going, to keep laughing, even after you realize that none of your dreams will come true. When you realize that, there’s still so much of a life to get through.” (p. 169)

“What made my obstacles insurmountable, what consigned me to mediocrity, is me, just me.” (p. 17)

“the ability to say “Fuck off” to the lot of it, to turn your back on all the suffering and contemplate, unmolested, your own desires above all. Men have generations of practice at this.” (p. 17)

“You need to see everything else—everyone else—as expendable, as less than yourself”. (p. 18)

“Maybe that, really, is as good a definition as any of an artist in the world: a ruthless person. Which would explain why I don’t seem to make the cut.” (p. 153)

“We’re the quiet woman at the end of the third-floor hallway, whose trash is always tidy, who smiles brightly in the stairwell with a cheerful greeting, and who, from behind closed doors, never makes a sound. In our lives of quiet desperation, the woman upstairs is who we are, with or without a goddamn tabby or a pesky lolloping Labrador, and not a soul registers that we are furious. We’re completely invisible. I thought it wasn’t true, or not true of me, but I’ve learned I am no different at all. The question now is how to work it, how to use that invisibility, to make it burn.” (p. 6)

 

Otras citas que me gustaron

“¿conocés esta idea de la patria imaginaria? Una vez que partís de la costa en tu barquito, una vez que embarcás, nunca más vas a estar de nuevo realmente en casa. Lo que dejaste atrás existe sólo en tu memoria, y tu lugar ideal se convierte en un extraño cocktail imaginario de todo lo que has dejado atrás en cada parada”. / “do you know this idea of the imaginary homeland? Once you set out from shore on your little boat, once you embark, you’ll never truly be at home again. What you’ve left behind exists only in your memory, and your ideal place becomes some strange imaginary concoction of all you’ve left behind at every stop.” (p. 130)

“De mi padre, entonces, traté de tomar el consejo WASP de vivir como si. Como si la casa encantada fuera la vida real. Como si yo disfrutara de cosas que no disfrutaba. Como si fuera feliz, y como si no hubiera sido abandonada por la gente que amaba”. / “From my father, then, I tried to take the WASP’s advice to live as if. As if the Fun House were real life. As if I enjoyed things I didn’t enjoy. As if I were happy, and as if I hadn’t been abandoned by the people I loved.” (p. 112)