Leí
The Woman Upstairs, de Claire Messud, de quien leí recientemente The
Emperor’s Children. The Woman Upstairs es algo así como un rant
de una mujer de cuarenta y cortos; un rant porque la vida no resultó
como ella quería, porque por un momento, después de estar al borde de la
separación, la vida pareció mostrarle que podía llegar a terminar mejor; y por
la desilusión, claro, de la que somos conscientes desde el principio, aunque no
de su forma, que termina siendo, así, una desilusión sobre sí misma. ¿Cómo pude
haber creído que otra cosa era posible para mí?, parece preguntarse. La
narradora, así, podría haber cantado con Carlos Gardel: “Lo que más bronca me
da / Es haber sido tan gil”. Pero Messud lo dice así, desde el principio: “En
mi lápida debería decir ‘Gran Artista’, pero si me muriera en este momento
diría en cambio ‘una buena maestra/hija/amiga”; y lo que realmente quiero
gritar, y lo que quiero, también, en letras grandes en esa tumba, es VÁYANSE
TODOS A LA PUTA QUE LOS PARIÓ” (p. 3).
Nora
Eldridge, la narradora, quería ser madre y artista, pero terminó siendo
maestra, hija y amiga. Así, The Woman Upstairs es ante todo un libro
sobre sueños rotos, como toda la literatura americana. En este caso, con un twist:
un sueño que parecía roto, que luego parece revivir para terminar rompiéndose de
la peor manera. La peor manera, y este es otro tópico, es la traición, que
siempre es, como decía con Gardel, reflejo de una confianza mal dada, por lo
que la bronca termina siendo consigo misma. Pero no voy a contar todo porque la
trama es un poco compleja y no quiero spoilear, pero van dos temas más:
la muerte de la madre, el duelo; y el arte.
La
madre de Nora era dura. Le enseñó a Nora a no depender de otro hombre y le
mostró que debía tratar de hacer algo (pero también que los sueños se rompen).
Nora vuelve a creer cuando está cerrando el duelo. (Es más, podría decirse que
toda la novela es más sobre el duelo de Nora que sobre los Sahid, la familia
que le hace volver a creer). Así, cuando la madre ya había dejado de intentar y
caminaba hacia su muerte, le dijo: “La vida es curiosa. Tenés que encontrar la
manera de seguir adelante, de seguir riendo, incluso después de darte cuenta de
que ninguno de tus sueños se harán realidad. Cuando te das cuenta de eso,
todavía queda mucha vida por atravesar” (p. 169).
El
sueño roto de Nora era el arte, como dijimos. Y lo que aprende en el camino
Nora, de la peor manera, es que para que ese sueño sea realidad hay que
traicionar. “Lo que hizo que mis obstáculos fueran insuperables, lo que me
confinó a la mediocridad, fui yo, sólo yo”. Le faltó “la capacidad de decir ‘al
carajo’ a todo lo demás, a darle la espalda a todo el sufrimiento y contemplar,
sin molestia, tus propios deseos sobre todo lo demás. Los hombres tienen
generaciones de práctica en esto”. (p. 17) “Tenés que ver todo lo demás –a
todos los demás– como prescindibles, como menos que vos misma” (p. 18).
Entonces: “Quizás esa, en realidad, sea una definición tan buena como puedas
encontrar de un artista en el mundo: una persona despiadada”. (p. 153).
Con
lo que volvemos, claro, a la traición: el artista debe traicionar si quiere
ganar. Y Nora no fue quien traicionó, sino la traicionada. Por eso termina
siendo la mujer de arriba –“Somos la mujer silenciosa del final del pasillo del
tercer piso, la de la basura siempre ordenada, la que sonríe con brillo en las
escaleras con un saludo cordial, y quien, detrás de sus puertas cerradas, nunca
emite un sonido. En nuestras vidas de silenciosa desesperación, la mujer de
arriba es quien somos, con o sin un maldito gatito o un Labrador molesto y
torpe, y ni un alma registra que estamos furiosas. Somos completamente
invisibles. Yo pensaba que no era cierto, o que no era cierto de mí, pero he
aprendido que no soy diferente en nada. La pregunta es ahora cómo trabajarlo,
cómo usar esa invisibilidad, hacer que queme” (p. 6)– y no la artista.
Salvo,
claro, que creamos que este libro es la traición de Nora.
Originales
de las citas
“It
was supposed to say “Great Artist” on my tombstone, but if I died right now it
would say “such a good teacher/daughter/friend” instead; and what I really want
to shout, and want in big letters on that grave, too, is FUCK YOU ALL.” (p. 3)
“Life’s
funny. You have to find a way to keep going, to keep laughing, even after you
realize that none of your dreams will come true. When you realize that, there’s
still so much of a life to get through.” (p. 169)
“What
made my obstacles insurmountable, what consigned me to mediocrity, is me, just
me.” (p. 17)
“the
ability to say “Fuck off” to the lot of it, to turn your back on all the
suffering and contemplate, unmolested, your own desires above all. Men have
generations of practice at this.” (p. 17)
“You
need to see everything else—everyone else—as expendable, as less than yourself”.
(p. 18)
“Maybe
that, really, is as good a definition as any of an artist in the world: a
ruthless person. Which would explain why I don’t seem to make the cut.” (p.
153)
“We’re
the quiet woman at the end of the third-floor hallway, whose trash is always
tidy, who smiles brightly in the stairwell with a cheerful greeting, and who,
from behind closed doors, never makes a sound. In our lives of quiet
desperation, the woman upstairs is who we are, with or without a goddamn tabby
or a pesky lolloping Labrador, and not a soul registers that we are furious.
We’re completely invisible. I thought it wasn’t true, or not true of me, but
I’ve learned I am no different at all. The question now is how to work it, how
to use that invisibility, to make it burn.” (p. 6)
Otras
citas que me gustaron
“¿conocés
esta idea de la patria imaginaria? Una vez que partís de la costa en tu
barquito, una vez que embarcás, nunca más vas a estar de nuevo realmente en casa.
Lo que dejaste atrás existe sólo en tu memoria, y tu lugar ideal se convierte
en un extraño cocktail imaginario de todo lo que has dejado atrás en cada
parada”. / “do you know this idea of the imaginary homeland? Once you set out
from shore on your little boat, once you embark, you’ll never truly be at home
again. What you’ve left behind exists only in your memory, and your ideal place
becomes some strange imaginary concoction of all you’ve left behind at every
stop.” (p. 130)
“De
mi padre, entonces, traté de tomar el consejo WASP de vivir como si. Como si la
casa encantada fuera la vida real. Como si yo disfrutara de cosas que no
disfrutaba. Como si fuera feliz, y como si no hubiera sido abandonada por la
gente que amaba”. / “From my father, then, I tried to take the WASP’s advice to
live as if. As if the Fun House were real life. As if I enjoyed things I didn’t
enjoy. As if I were happy, and as if I hadn’t been abandoned by the people I
loved.” (p. 112)