Desde que el oficialismo ganó las elecciones y goza de la iniciativa política casi absoluta muchos nos preguntamos qué rumbo tomará el nuevo gobierno: profundización populista, corrección o algo más o menos parecido a lo conocido. En las últimas semanas se vieron movimientos en el campo sindical, en subsidios, en Aerolíneas y en el manejo del dólar. Pero en un país y con un gobierno como el actual, en el que las decisiones parecen pasar casi exclusivamente por una persona, lo que importa es lo que piensa esa persona. Y el martes pasado la presidente habló en la Conferencia Industrial de la UIA (discurso completo cortesía de Aníbal Fernández acá) así que nos pareció interesante leerlo y analizarlo.
Fuente: www.anibalfernandez.com.ar
Bien pronto en el discurso, la presidente hizo mención a la situación internacional: dijo que es un cuadro “complejo, difícil y por momentos asusta a algunos”. Tras teorizar sobre la historia y sus interpretaciones dijo que el gran problema actual es que “se están tratando de aplicar viejas ideas para resolver nuevos problemas” y que no existe hoy un David Ricardo, un Adam Smith o un Carlos Marx “que dé un marco teórico a lo que está pasando y entonces permita decodificar por dónde vamos y hacia dónde vamos.”
Ese marco difícil y esa falta de un marco decodificador parece ser lo que justifica la nueva etapa, definida como “la etapa de la sintonía fina.” Pero sintonía fina no parece ser ajustar detalles sino entrar en el detalle, individual, de cada sector: “vamos a tener que comenzar a precisar y a estudiar a cada uno de los sectores” “en lo que son los grandes temas, inversión, cuestiones salariales, inflación, subsidios”. Esta sintonía fina se basa en una visión corporativa de la política, tradicional en el peronismo: “los tres sectores fundamentales que conforman este mundo en que estamos aquí, que son ustedes los empresarios, los trabajadores y nosotros, el Estado”. La inflación, que mencionó, no se corrige para la presidente con modelos de metas de inflación sino, seguramente, con más “sintonía fina”.
Esta postura implica disciplinar a los empresarios pero también a los trabajadores. Después de decir que es importante “defender las conquistas laborales” criticó ciertas “prácticas” sobre todo en conflictos intersindicales (“paralizamos la actividad de una empresa o de toda la actividad económica”) pidiendo que las soluciones de esos conflictos vayan “de la mano de la legalidad y de la legitimidad”. En este sentido, desechó el proyecto de distribución de ganancias empresarias (“es una cosa que tienen que decidir entre los empresarios y los trabajadores, no la puede imponer el Estado por la fuerza”), y desestimó medidas económicas extremas: en clara referencia al dólar y los rumores de un "corralito verde" dijo que se “han lanzado toda clase de rumores en las últimas semanas, de los más disparatados”.
Ni profundización populista ni corrección de rumbo, la presidente parece haber elegido algo así como “más de lo mismo”. Pidió una “innovación de los comportamientos” a empresarios y sindicatos “desde la inteligencia para seguir sosteniendo un mismo modelo”. No se trata de crear marcos y leyes sino de decidir en cada caso y con sintonía fina: cuando hablemos, dijo, “quiero que me hablen con números (…) los de las utilidades, lo que hemos invertido, lo que tenemos que hacer, de la competitividad”.
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