Yo sé que ustedes, lectores míos de mi corazón, quieren que yo hable de política. Lo sé porque tengo datos. Las estadísticas de este blogcito lindo son elocuentes. Cuando hablo del amor no vienen a leerme. Cuando hablo de fútbol o de básquet me ningunean; se van a leer a otros, seguro. Cuando hablo de lecturas, olvídense: no entra ni mi primo librero. Pero claro, cuando hablo de política vienen todos, sobre todo ustedes, mis lectores kirchneristas, que buscan regodearse en mi debilidad, en mi impotencia para revertir el triunfo de vuestra eterna Cristina.
Yo sé, entonces, de qué quieren que hable. Pero no quiero hablar de política. No por un tiempo, al menos. Que pase octubre. Que pase 2012. Pero nadie me deja. Como le pasaba a Michael Corleone en la tercera parte de El Padrino, justo cuando estoy a punto de salir me arrastran de vuelta hacia adentro. Hoy, por ejemplo, salgo de casa liberado porque las BlackBerries no andan y porque tengo una novela nueva que voy a empezar en el tren. Está nublado pero no llueve; no hace frío ni calor; voy a caminar con tranquilidad a la estación, saludando a los amigos de las garitas, y voy a tener entre estación, tren y subte, casi una hora de lectura limpia, no contaminada por la política: literatura, loco.
Salgo de la casa y mientras camino por el jardín meto la mano en el bolsillo del piloto y mis dedos entienden que lo que están palpando es la fichita de parquímetro que compré de más para dejar en el auto. El auto está en el jardín, lo entramos ayer porque fuimos al súper; llenamos el carrito… pero no, no voy a recordar lo que pagué, no voy a hablar de inflación ni del modelo; así que sigo, abro la puerta y pongo la ficha en su lugar. Cierro la puerta del auto y abro el portón de salida y una luz celeste, abajo, en el piso, captura la atención de mis ojos. Ya había dado el primer paso adelante pero freno y leo el volante, pegado por la humedad a las baldosas de mi vereda. Me vinieron a buscar hasta mi casa. “Pensá en futuro. Sumale un voto a tus mismos ideales. Dale más fuerza a Cristina.”
Soy un perseguido político, loco. Ya les dijo por qué no la voto. No me persigan. Soy un perseguido por la política. Déjenme en paz, despiértenme en un año o dos.
cuánta acusación injusta santillán, yo le re entro al blog cuando usted habla de libros
ResponderEliminarGracias, Hele. Lo tuyo es bien antidiscriminación: ¡me leés siempre! ¡Gracias!
ResponderEliminarY.....la verdad que los post sobre deportes o poesía no garpan mucho, dormí tranquilo que en cuatro años te despertamos....un abrazo kirchnerista.
ResponderEliminarBuena onda, Gustavo. Abrazo.
ResponderEliminargenial !!! me pasa algo similar Fernando Hace 2 días que tomé la decisión de no escuchar radio camino al laburo Muchos programas de FM están contaminados de opinión comprada y me doy mucha "manija" Hace 2 días que estoy más tranquilo Saludos!
ResponderEliminarOsvaldo. Muchas gracias. Es un poco de filosofía zen que estoy tratando de aplicar desde las primarias. Mirá esto, por ejemplo: http://750aretiro.blogspot.com/2011/08/y-bueno.html
ResponderEliminarOoommmmm.