martes, 25 de marzo de 2014

Problemas tenemos todos


En año nuevo, en Londres, cuatro personas suben a un edificio popular para el suicidio con la intención de saltar. Ahí se encuentran, empiezan a hablar y comienza la novela.
A long way down, de Nick Hornby, es un gran libro, construido con las cuatro voces, en un registro casi oral, de los cuatro personajes principales: Martin, una estrella de segunda de la tele caída en desgracia; Maureen, una señora que dedicó su vida a un hijo discapacitado; JJ, un joven músico americano no demasiado talentoso; y Jesse, una estudiante quemada por una tragedia familiar. A pesar de la situación que los une, la novela es menos sobre la angustia y el suicidio que sobre lo que nos liga a la vida a pesar de sus dificultades, y lo que nos liga son casi siempre vínculos con otros seres humanos. Como dice Jess, en un pasaje difícil de traducir porque tiene un juego de palabras, "La mayoría de la gente tiene una cuerda que los ata a alguien, y esa cuerda puede ser larga o puede ser corta. (Ser corta. Ser parte. ¿Entendés?)" (p. 184)
Cada uno llega a la situación a su propia manera. Como dice Martin al comienzo, "Una mala, tras otra mala, tras otra mala hasta que no te lo bancás más y te vas a un estacionamiento de muchos pisos en el autito familiar con un pedazo de tubo de caucho." (p. 9) O Jess: "Me sentía muy bajoneada, además. Tenía ese sentimiento terrible que te agarra cuando te das cuenta de que estás atrapada con quien sos, y que no hay nada que puedas hacer al respecto." (p. 208)
Como de costumbre, Hornby habla de cosas profundas sin que parezca, apelando al humor y generando imágenes diferentes. Como cuando Martin dice que si sus "palabras estuvieran un poco más cansadas dejarían de tener la energía para reptar hacia arriba por mi garganta y fuera de mi boca. Me las podía imaginar serpenteando para atrás hasta el lugar desde donde habían venido." O cuando JJ se pregunta: "¿Cómo pueden las personas, tipo, no putear? ¿Cómo es posible? El habla está llena de baches donde simplemente tenés que poner un 'carajo'. Te digo quienes son los tipos más admirables del mundo: los presentadores de televisión. Si yo fuera eso, estaría tipo, "Y los hijos de puta volaron el puto avión de lleno a las Torres Gemelas. ¿Cómo evitarlo, si sos un ser humano? Quizás no son admirables. Quizás son robots zombies." (p. 146) O cuando Jess se da cuenta de que una conversación está yendo hacia mal puerto: "Es como un carrito de supermercado con una rueda torcida, porque todo el tiempo estoy pensando, Debería ser fácil avanzar con esto, pero todo lo que digo simplemente me lleva en la dirección equivocada." (p. 293)
Lo cierto es que a pesar de las distintas historias, todos llegan a una situación límite. Porque la vida es dicífil y porque, como dice JJ, "Una cosa que me enseñaron los últimos dos años es que no hay nada que no puedas cagar si intentás con suficiente esfuerzo". Y la vida te lleva a tomar decisiones y eso es siempre difícil. Dice Maureen: "No sé ustedes, pero yo no siempre quiero poder elegir. Podés terminar pasando de un canal a otro, sin mirar ningún programa como corresponde. No sé cómo logran soportarlo las personas que tienen televisión por cable." (p. 173) Al final, ese encuentro fortuito arriba del edificio desde el que se suicidarían les dio un grupo de pertenencia, vínculos que los ligan al mundo, y una nueva perspectiva sobre la vida. Dice Maureen al final del libro, desde esa azotea: "A lo lejos podías ver las luces de esa gran rueda de la fortuna cerca del río, el London Eye. (...) '¿Se está moviendo esa cosa o no?', dijo Martin. 'No me puedo dar cuenta'. La miramos por un rato largo, tratando de descifrarlo. Martin tenía razón. No parecía que se estuviera moviendo, pero debería estar moviéndose, supongo." (p. 333)



Originales de las citas
"Most people have a rope that ties them to someone, and that rope can be short or it can be long. (Be long. Belong. Get it?)" (p. 184)
"Bad thing upon bad thing upon bad thing until you can't take it anymore, and then it's off to the nearest multistory car park in the family hatchback with a length of rubber tubing." (p. 9)
"I felt low, too. I had that terrible feeling you get when you realize that you're stuck with who you are, and there's nothing you can do about it." (p. 208)
"If my words became any wearier, they would no longer have the energy to crawl up my throat and out of my mouth. I could imagine them slithering back down to where they'd come from." (p. 136)
"How do people, like, not curse? How is it possible? There are all these gaps in speech where you just have to put a 'fuck'. I'll tell you who the most admirable people in the world are: newscasters. If that was me, I'd be like, 'And the motherfuckers flew the fucking plane right into the Twin Towers'. How could you not, if you're a human being? Maybe they're not admirable. Maybe they're robot zombies." (p. 146)
"So the whole conversation is going right off course. It's like a supermarket trolley with a wonky wheel, because all the time I'm thinking, This should be easy to push along, and everything I say just takes me in the wrong direction." (p. 293)
"One thing the last couple of years has taught me is that there's nothing you can't fuck up if you try hard enough." (p. 171)
"I don't know about you, but choice isn't always what I want. You can end up flicking between one channel and another, not watching either program properly. I don't know how people with the cable television cope." (p. 173)
"In the distance we could see the lights on that big Ferris wheel down by the river, the London Eye. (...) 'Is that thing actually going round?', said Martin. 'I can't tell'. We stared at it for a long time, trying to work it out. Martin was right. It didn't look as though it was moving, but it must have been, I suppose." (p. 333)

martes, 11 de marzo de 2014

Enojarse


Es raro leer una novela que empieza con "Reglas y sugerencias para el disfrute de este libro". Sobre todo si esa sección sugiere que no leas gran parte del libro, sugerencia que no es del todo incorrecta. A Heartbreaking Work of Staggering Genius (¿Una desgarradora obra de asombrosa genialidad?) es un libro raro al que quizás, sí, le sobren unas cuantas páginas, pero que vale la pena por el tema y por la originalidad del formato.
La historia es más o menos sencilla y te la cuenta en el prólogo que las reglas y sugerencias sugieren no leer. Una familia del medio oeste americano, del último escalón de la clase media alta, enfrenta una tragedia: con pocas semanas de diferencia se mueren el padre y la madre, ambos de cáncer. La familia se desintegra de una forma casi vergonzosa; eso siente el narrador en el entierro del padre: "Estábamos avergonzados. Era todo tan ordinario, tan espantoso - acá estábamos, invitando a todo el mundo a que venga y nos vean en el medio de nuestra desintegración." (p. 33)
El narrador es el tercero de cuatro hermanos, de unos 20 años, y el que se hace cargo de Toph, el hermano de 8 años. Las estrategias parentales son por lo menos curiosas y toda la primera sección del libro en la que muestra esa relación es bien divertida: la falta de asimetría entre los hermanos, la cocina, las reuniones de padres en el colegio, el desorden. "Se preocupan por nosotros. Yo me preocupo por nosotros. Me preocupa que en cualquier minuto alguien (...) [se lleve] a Toph, que lo lleve a algún lugar donde la casa se mantenga limpia, donde se lave la ropa correcta y frecuentemente, donde la figura o figuras parentales puedan cocinar y lo hagan regularmente, donde no se corra por la casa dándonos el uno al otro con palos sacados del patio." p. 82)
El libro es sobre la búsqueda del narrador por el sentido de la tragedia. Desde la bronca hasta la sensación de que se le debe algo por lo vivido y la vergüenza de sentirse tan diferente. Lo más interesante es quizás la originalidad del formato. Ya mencioné el prólogo y las reglas y sugerencias. Otra rareza es una sección de más de 50 páginas que es como la condensación de un año de terapia presentada como una entrevista para el casting de un programa de reality. Allí surge la necesidad de pensarse distinto y que esa singularidad debe ser recompensada: "¿No podés ver que somos extraordinarios? ¿Que estábamos destinados a otra cosa, a algo más? Todo esto no nos pasó para nada, te lo aseguro - eso no tiene lógica, hay lógica sólo en suponer que sufrimos por alguna razón. " (p. 236)
En dos momentos distintos del libro, mientras los hermanos hablan, el menor se sale de personaje y empieza a hablar del narrador o de la novela misma como si fuera el terapeuta. "Sabés qué, para serte honesto, sin embargo, lo que veo es menos un problema de forma, toda esa porquería, y más un problema de consciencia. Estás completamente paralizado por la culpa de estar relatando todo esto". (p. 115) En el segundo episodio de estos el hermano mayor lo aclara "Te estás saliendo de personaje de vuelta" (p. 316) y el menor le pregunta "¿De dónde viene todo este enojo?" (p. 317)
En un libro que debería ser un clásico de la literatura como auto-ayuda, el narrador cuenta su historia para procesar lo vivido; para darle sentido. Y por todo el esfuerzo de impostar la libertad y de sentirse único y que el mundo le debe algo, al final queda algo parecido al sin sentido. Como lo dice en uno de los párrafos más poéticos del libro: "Los viajes por el centro de Illinois, esas millas, tan derechas, donde podías manejar a ochenta, noventa, las ventanas bajas, el maíz desaparecido, sólo campos grises crudos, donde sentías que estabas arando a través del mismo tiempo, como si fueras un misil enorme y ruidoso que descosía a la tierra por el medio, dejando en tu estela una ruina agradecida - pero también sabiendo, nosotros sabíamos, siempre supimos, que en realidad, al menos viéndolo desde la perspectiva de cualquier otro, no era así. Para los autos que iban en la otra dirección nosotros éramos un ruido fuerte y rápido, un destello; visto desde arriba - hasta un fumigador te hubiera dado la perspectiva - no éramos nada que ver con eso - ni ruidosos, ni poderosos, no afectábamos mucho nada, no dejábamos ninguna ruina, no hacíamos ningún ruido - sólo éramos una cosa negra chiquita avanzando de a poco y derecho en la ruta derecha, produciendo el más pequeño de los zumbidos, gateando, a través de esta cuadrícula chata, terrible." (p. 265)
Al final, entonces, no queda mucho más que el enojo. No queda más que hacerse cargo del enojo, y de procesarlo como se pueda. Gritando. Escribiendo. Escribiendo a los gritos.

Originales de las citas usadas
  • "We were embarrased. It was all so gaudy, so gruesome - here we were, inviting everybody to come and watch us in the middle of our disintegration." (p. 33)
  • "They worry for us. I worry for us. I worry that any minute someone (...) [will] take Toph away, will bring him somewhere where the house is kept clean, where laundry is done properly and frequently, where the parental figure or figures can cook and do so regularly, where there is no running around poking each other with sticks from the backyard." (p. 82)
  • "Can you not see that we're extraordinary? That we were meant for something else, something more? All this did not happen to us for naught, I can assure you - there is no logic to that, there is logic only in assuming that we suffered for a reason." (p. 236)
  • "You know, to be honest, though, what I see is less a problem with form, all that garbage, and more a problem of conscience. You are completely paralyzed with guilt about relating all this". (p. 115)
  • "You're breaking out of character again." (p. 316)
  • "'Where does this anger come from?' (p. 317)
  • "The drives in central Illinois, those miles, so straight, where you would drive eighty, ninety, the windows down, the corn gone, just raw grey fields, where you felt like you were plowing through time itself, like you were a huge loud missile tearing the earth in half, leaving grateful ruin in your wake - but also knowing, we knew, we always knew, that really, at least seen from anyone else's perspective, it was not that way. To cars going the other way we were a quick loud noise, a flash; seen from above - even a crop duster would have given you the perspective - we were nothing like that - not loud, not powerful, not affecting much at all, not leaving any ruin, not making any noise - we were just some little black thing puttering straight on the straight road, producing only the smallest buzzing sound, crawling, through this flat, terrible grid." (p. 265)