martes, 27 de agosto de 2013

Cuidarse


A veces, en una fiesta, te encontrás con un tipo muy gracioso, de esos que hablan mucho y que después del segundo o tercer vaso o copa o lo que sea habla más; el tipo monopoliza la conversación porque es expansivo y divertido pero a medida que pasa el tiempo, el humor se hace un poco más ácido, y en los chistes aparecen las grietas y tras las grietas el personaje queda desnudo: es una figura patética, está solo, es impotente. Con A Gate at the Stairs (de Lorrie Moore: te amamos Lorrie) me pasó algo así; arranqué riendo en cada página y termine perturbado. La prosa rápida, precisa, filosa y graciosa va dejando espacio a personajes perdidos, al borde, siempre al borde (una hasta se llama Sarah Brink, Sara Borde), listos para desbarrancar y perderlos y no verlos más.
El personaje principal es Tassie, una chica de campo que va a la universidad y que en muy poco tiempo va a vivir mucho, quizás demasiado. El amor maternal que no vivió como hija lo vivirá como niñera, cuidando a la hija adoptiva de Sarah: "Era una cosa hermosa, remolcar a una niña pequeña. ¿Porqué no había sabido eso mi madre?" (p. 172) La maternidad, la adopción y las relaciones raciales (la hija adoptiva es mitad negra) se mezclan con muchas mujeres cuidando a una niña y la adopción como un esquema que intercambia los lugares de las mujeres. "De eso se trataba justamente todo esto de la agencia de adopción: mujeres cambiando de lugar" (p. 89) que es parecido a preguntarse por el lugar de la mujer.
El tema de fondo es el paso a la adultez, claro, que en el mundo femenino me parece que se vive de una manera distinta (ah, es todo tan distinto). Quizás sea imposible relatar la transición a la adultez de una mujer de la manera casi perfectamente lineal que Mairal trata el pasaje de un varón en el viaje iniciático que es Una noche con Sabrina Love, para poner como ejemplo un libro que leí hace poco. En esta novela, en cambio, se vive de forma fracturada: Tassie conoce el amor sexual y maternal, la pérdida y la muerte y nosotros lo vemos de a retazos, con momentos de su vida, con pedazos de su imaginación, de su música, a veces con secciones cortas de no más de tres o cuatro párrafos.
El nombre del libro sale de la reja de bebés al final de las escaleras que dan al cuarto de la bebé, y la reja es una metáfora, un poco trunca como la novela, del paso a la adultez. "En nuestra recluida guardería detrás y arriba de la reja de bebé de las escaleras, no había casi discusiones." (p. 158) Las discusiones se daban abajo, entre los adultos. Y la otra reja, la de la puerta de entrada, estaba rota (p. 12). Vemos crecer a Tassie frente a nuestros ojos en varios lugares; quizás el más vívido sea cuando prende un cigarrillo y lo fuma "frente al espejo del baño, soplando el humo hacia arriba y hacia afuera, y doblando mi cabeza lentamente para este lado y para el otro mientras lo hacía. Bajo las luces bajas no me veía tan mal." (p. 144) Actuando de mujer, siendo una niña.
En el desenvolvimiento de la novela, como el del personaje de la fiesta cuyo humor se va agriando, ser mujer aparece cada vez más como ligado a la tristeza y a la desesperanza. Lo vemos en la madre de Tassie: "La capacidad de mi madre para la felicidad era como un pequeño hueso de sopa salando una olla grande." (p. 19) En la madre biológica de la niña: "No importaría qué camino tomara, el remordimiento le mancharía los pies y le picaría los brazos y llovería sobre ella, sin luz y de por vida." (p. 92) Y lo vemos en la misma Tassie: "Una era impotente antes que cualquier otra cosa" (p. 126) y "Una tenía que seguir adelante con su vida, aunque sólo fuera por mera educación." (p. 214)
No queda claro para qué sirven el amor romántico y el amor maternal. Sarah le dice a Tassie en un momento: "El amor es una fiebre (...) Y cuando salís de ella vas a descubrir si tuviste suerte o - o no." (p. 177) También puede traer sentimientos nuevos, y los sentimientos nuevos, en la adultez, no parecen positivos. "Como realmente me sentía era así: talada como un árbol, un nuevo sentimiento, y me estaba dando cuenta de que todos los sentimientos nuevos de acá en más serían probablemente negativos." (p. 214) ¿Acaso la maternidad no sería para Tassie una posibilidad: un sentimiento nuevo positivo, o la posibilidad de sentimientos nuevos positivos? Moore no lo dice, o no la hace pensar eso a Tassie. Quizás porque el amor maternal tampoco es obviamente positivo: así como su madre no la quiso como hubiera querido y así como la pequeña niña adoptada tiene, al final de la historia, "cuatro mujeres preocupándose por ella, buscándola, un poco, sin que ella siquiera lo supiera. Ese era un amor del tipo más inútil, salvo que creyeras en el poder del amor para planear desde un cielo en llamas al pasto invisible que había designado como su amado, salvo que creyeras en las plegarias de monjas lejanas, salvo que creyeras en los milagros y en la magia". (p. 317)
Al final del día, sin embargo, Tassie sobrevive. Sobrevive a todo lo que le pasa y aprende algo. En más de una oportunidad a lo largo de la novela Tassie juega con respuestas posibles a la pregunta de qué es lo que aprendió en la universidad, y el libro termina con la última de ellas. Tassie le corta el teléfono a un tipo que la invita a salir pero que sólo podía significar peligro para ella: "Eso sí aprendí en la universidad." (p. 322) En el proceso del libro, vemos que aprendió a cuidarse en el mundo de los adultos, como todos nos tenemos que cuidar, de tantas cosas, incluyendo de los pesados que hablan demasiado en las fiestas.

Originales de las citas usadas

  • "It was a beautiful thing, having a little girl in tow. Why hadn't my own mother known?" (p. 172)
  • "That was of course what this whole adoption agency was about: women switching places." (p. 89)
  • "In our sequestered nursery behind and above the baby gate at the stairs, there was scarcely an argument." (p. 158)
  • "I found an old pack of Murphs's Marlboros and smoked one in front of the bathroom mirror, blowing the smoke up and out, and turning my head slowly this way and that as I did. In the dim lights I did not look that bad." (p. 144)
  • "My mother's capacity for happiness was a small soup bone salting a large pot." (p. 19)
  • "No matter which path she took, regret would stain her feet and scratch her arms and rain down on her, lightlessly and lifelong." (p. 92)
  • "One was helpless before everything." (p. 126)
  • "One had to get on with life, out of good manners if nothing else." (p. 304)
  • "'Love is a fever', she said. 'And when you come out of it you'll discover whether you've been lucky or - not'." (p. 177)
  • "What I really felt was this: chopped down like a tree, a new feeling, and I was realizing that all new feelings from here on in would probably be bad ones." (p. 214)
  • "A little girl with four women wondering after her, looking for her, sort of, without her even knowing. That was love of the most useless kind, unless you believed in love's power to waft in from a burning sky to the unseen grass it had designated as its beloved, unless you believed in the prayers of faraway nuns, unless you believed in miracles and magic". (p. 317)
  • "That much I learned in college." (p. 322)

martes, 20 de agosto de 2013

Caballos hermosos

Ella es Mariposa. Ella es hermosa.

All the pretty horses, de Cormac McCarthy, es una novela hermosa sobre el cambio, sobre lo que termina y no puede recuperarse, y sobre el amor, claro, que a veces se parece tanto a lo que termina y no puede recuperarse. El libro empieza con un funeral en el que se entierra al último de una dinastía, al último en llevar el apellido Grady. Su única hija venderá el campo ganadero, el ranch tejano, para ir a la ciudad, y el nieto, John Grady Cole, se irá a caballo a México en busca del pasado. Antes de irse pasa por la ciudad, donde ve a su madre actuar en el teatro: "Tenía la idea de que habría algo en la historia en sí misma que le hablaría sobre cómo era el mundo o en qué se estaba convirtiendo, pero no lo había." (p. 22) La ciudad no tenía nada para él: todo estaba en el campo, en los caballos y en el ganado.
El chico había nacido para eso, para algo que estaba en el pasado, para los caballos: "montaba un caballo no sólo como si hubiera nacido para ello que así era sino como si por malicia o mala suerte hubiera nacido en alguna extraña tierra donde jamás hubiera habido caballos él los hubiera encontrado igual." (p. 24) En México encuentra un campo como el de los viejos tiempos y conversa con su compañero:
"Así es como era con los viejos cowboys, ¿no?
Seh.
¿Y cuánto pensás que te gustaría quedarte acá?
Como cien años. Andá a dormir." (p. 99)
No sería así. En parte por culpa de un tercer compañero que se les sumó, y en parte porque John Grady se enamoró de la hija del dueño, las cosas se complican y la novela se convierte en una historia de amor y de aventuras además de una historia del pasaje a la adultez mientras nos habla de la irreversibilidad del paso del tiempo. Con el dueño compartían cosas ("había dos cosas en las que estaban totalmente de acuerdo y que nunca fueron habladas y eso era que Dios había puesto a los caballos en la tierra para trabajar ganado y que no había otra riqueza propia de un hombre más que el ganado." (p. 131) Eso no sería suficiente, y John Grady pagaría caro, no tanto el amor, sino el buscar vivir en un pasado ya inasequible. El paso del tiempo se juega también con la figura siempre lejana de su padre (historia que se repite en la tía abuela de su novia, pero no me quiero detener demasiado en esto).
Al volver, John Grady es ya un hombre, pero no encontró su lugar, su lugar no está más. Para quienes lo ven recién regresado es "alguna aparición del pasado perdido" (p. 294), y a su amigo le dice que ya no sabe dónde queda su país, su tierra, "No sé dónde es no sé qué le pasa a país." (p. 307) La historia termina en otro funeral, con John Grady con "su cara húmeda al viento", poniendo sus manos adelante "como para sostenerse o como para bendecir la tierra allí o quizás como para parar al mundo que estaba corriendo sin que pareciera importarle los viejos o jóvenes o ricos o pobres o oscuros o pálidos o él o ella. Nada de sus luchas, nada de sus nombres. Nada de los vivos o los muertos." (p. 309)
Al leer esta novela volvemos a amar a McCarthy, como lo amamos con The Road. La prosa seca, cortante, los diálogos duros de hombres recios, el paisaje casi árido de la Texas profunda y del norte mexicano, son la forma y el fondo de un mundo que no se detiene por nadie, y menos por aquellos que son de otra época. Al mismo tiempo, la mera supervivencia de un personaje así, con una ética también de otra época, nos deja una mínima esperanza, como en The Road

Originales de las citas
  • "He'd the notion that there would be something in the story itself to tell him about the way the world was or was becoming but there was not." (p. 22)
  • "The boy who rode on slightly before him sat a horse not only as if he'd been born to it which he was but as if were he begot by malice or mischance into some queer land where horses never were he would have found them anyway." (p. 24)
  • "This is how it was with the old waddies, aint it?
Yeah.
How long do you think you'd like to stay here?
About a hundred years. Go to sleep." (p. 99)
  • "there were two things that they agreed upon wholly and that were never spoken and that was that God had put horses on earth to work cattle and that other than cattle there was no wealth proper to a man." (p. 131)
  • "He must have appeared to them some apparition out of the vanished past because he jostled the other with his elbow and they both looked." (p. 294)
  • "Where is your country? he said.
I dont know, said John Grady. I dont know where it is I dont know what happens to country." (p. 307)
  • "he stood holding his hat and he called her his abuela and he said goodbye to her in Spanish and then turned and put on his hat and turned his wet face to the wind and for a moment he held out his hands as if to steady himself or as if to bless the ground there or perhaps as if to slow the world that was rushing away and seemed to care nothing for the old or the young or rich or poor or dark or pale or he or she. Nothing for their struggles, nothing for their names. Nothing for the living or the dead." (p 309)

Otras citas
  • "A goodlookin horse is like a goodlookin woman, he said. They're always more trouble than what they're worth. What a man needs is just one that will get the job done." / "Un caballo que se ve bien es como una mujer que se ve bien, dijo. Siempre son más lío de lo que valen. Lo que necesita un hombre es sólo una que cumpla con su función." (p. 92)
  • Los peones mexicanos: "they were careful of their demeanor that they not be thought to have opinions on what they heard for like most men skilled at their work they were scornful of any least suggestion of knowing anything not learned at first hand". / "tenían cuidado de su comportamiento para que no se creyera que tuvieran opiniones sobre cosas escuchadas porque como la mayoría de los hombres con talento para su trabajo eran desdeñosos de la mínima sugerencia de saber algo no aprendido de primera mano." (p. 98)
  • "scared money cant win and a worried man cant love". / "la plata con miedo no puede ganar y un hombre preocupado no puede amar." (p. 253)
  • "Why do I bother myself? Eh? She will go. Who am I? A father. A father is nothing." / "¿Para qué me preocupo? ¿Eh? Ella se va a ir. ¿Quién soy yo? Un padre. Un padre es nada." (p. 151)

martes, 13 de agosto de 2013

lunes, 12 de agosto de 2013

Reglas



Cuando terminé mi Maestría y defendí mi tesis volví a leer literatura y ya casi no agarro un libro de no ficción. Es una regla, casi, y hace poco la quebré con Usos del pasado. Qué hacemos hoy con los setenta, de Claudia Hilb.
Tuve a Claudia Hilb en un curso de filosofía política en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Fue hace bastante: Menem era presidente. Tiempo después leí un artículo suyo sobre La Tablada que me maravilló. Lo leí dos o tres veces en distintos momentos. Luego vi el libro en una librería y me contuve, no quería romper la regla; después la escuché por radio en el programa de Gustavo Noriega y no me pude contener: compré el libro y lo leí en pocos días.
El libro contiene seis ensayos en torno a los 70. En el primero, "La responsabilidad como legado", se pregunta "¿en qué medida contribuimos nosotros, los militantes de aquella izquierda setentista, a que el terror del que fuimos tal vez las principales, pero por cierto no las únicas víctimas, pudiera advenir?" (p. 17) La toma de responsabilidad por lo ocurrido continúa en el segundo ensayo, "Moldeando la arcilla humana: reflexiones sobre la igualdad y la revolución". Allí sostiene, nada menos, que "La enseñanza de la Revolución cubana (...) es que una sociedad radicalmente igualitaria sólo podía imponerse bajo la forma de un régimen totalitario." (p. 47) El tercer ensayo es el ya mencionado: "La Tablada: el último acto de la guerrilla setentista". Allí se destaca la locura de los grupos iluminados encerrados en sí mismos pero la autora profundiza especialmente sobre el lugar de la mentira y el engaño en los totalitarismos: "es precisamente en ese terreno, el de la manipulación de la realidad fáctica y su sustitución por una realidad ficticia, que se muestra la figura particular del totalitarismo." (p. 87)
La segunda parte del libro contiene un interesante ensayo comparativo entre los juicios por derechos humanos en Argentina y la "Comisión de la Verdad y la Reconciliación" en Sudáfrica. El siguiente texto presenta una fuerte crítica a "los juicios españoles a las dictaduras del Cono Sur" porque despolitizan el tratamiento de los temas más conflictivos de ciertas comunidades; así, los juicios se convierten en "mercancías del mercado mundial de las buenas conciencias, las relaciones de fuerza y las ideologías." (p. 121) Finalmente, el último ensayo reflexiona sobre una decisión de la UBA de no aceptar como estudiantes a "condenados y/o procesados por delitos de lesa humanidad." 
El libro, escrito desde la filosofía política y desde la subjetividad de alguien que participó en la tumultuosa historia de los 70, es profundamente movilizante, sincero e importante. Por eso me tomé el trabajo de buscar una dirección de la profesora Hilb para agradecerle. Le dije que si más de quienes participaron de la horrible historia política argentina de las últimas décadas tuvieran una perspectiva más cercana a la del libro, yo podría ser más optimista respecto del futuro argentino. 

lunes, 5 de agosto de 2013

Valió la pena


Me costó mucho terminar My Name is Red, novela de Orhan Pamuk. Un poco novela de amor y otro poco de misterio, en el fondo es un libro de ideas al estilo de La montaña mágica y sería realmente formidable si no fuera tan aburrido, tan largo, tan repetitivo. Que está bien, porque te habla de "miniaturistas", ilustradores de libros a fines del siglo XVI en Estambul, que básicamente seguían los mismos cánones repetitivos de hacía décadas y décadas. O sea que está bien, pero no tanto: pensé en dejarlo mil veces, y hasta leí un libro de poesía (apunte pronto) y empecé otro de columnas (apunte más tarde) en el medio. Algo, sin embargo, me hacía querer terminarlo, aunque he aprendido a no ser tan exigente conmigo mismo y un poco más exigente con los libros.
¿Qué me llevó a terminarlo? En parte, quería saber qué pasaba con la historia de amor y con el misterio (el libro comienza con un muerto que te habla: está todo construido en primera persona pero en diversas voces, y el título de cada capítulo te indica quién habla. Interesante. Así, el primer capítulo se titula "I am a corpse", "Soy un cadáver".) Además de querer saber el desenlace de esos dos misterios, está el tercero, que es la lucha entre el estilo europeo de pintura y el estilo de los miniaturistas. Los occidentales habían comenzado a utilizar la perspectiva y ya habían inventado el retrato, que pone a la persona en el centro de escena; los musulmanes no querían retratar las cosas como las ve el ojo humano, sino como las vería Alá. Ahí es donde entra la novela de ideas: en la lucha entre Oriente y Occidente, la llegada de la modernidad que pone al individuo en el centro de la escena. De esta manera, además de hablar de ese Estambul, te habla de tensiones aún existentes en Turquía (entre Europa y Medio Oriente), en el mundo del Islam en general e incluso hasta cierto punto en todas las religiones del mundo. En todo caso, no es casualidad que el móvil del asesinato sea la envidia que es, en un mundo de individuos, "La principal emoción de la vida." (p. 99)
El amor también es una emoción importante, claro. Por un lado está el enamoramiento, que torna a los hombres tontos o locos (“¿Cómo es, entonces, el amor te convierte en pelotudo o sólo los pelotudos se enamoran?” - p. 82), pero que también hace que el mundo parezca mejor: "Estaba tan contenta con lo que estaba haciendo que era como si el mundo entero estuviera envuelto en una luz de felicidad; no podía pensar en nada malo." (p. 148) El tiempo y el matrimonio llevan a extinguir ese sentimiento: "El matrimonio apaga la llama del amor, dejando nada más que una negrura yerma y melancólica. (...) La verdad es estar contenta. El amor y el matrimonio no son más que un medio para conseguirlo: un marido, una casa, hijos, un libro." (p. 191) Así, aunque sea uno de los principales motores del mundo ("sólo la riqueza, el poder y romances legendarios mueven la curiosidad de la gente." - p. 132), el amor está destinado a desaparecer, como el arte: "La indiferencia, el tiempo y el desastre destruirán nuestro arte. (...) cada obra hecha en este mundo a través de los años se esfumará en fuegos, será destruida por lombrices o será perdida por negligencia". (p. 171)
Aunque el tiempo termine destruyéndolo todo, el arte y el amor, My Name is Red no te dice que no valga la pena intentarlo. Quizás un poco por eso, a pesar de todo el tiempo que me tomó, lo terminé. Porque uno sigue intentando, y aunque me haya costado y cansado y por momentos aburrido, valió la pena por la riqueza del libro.

Citas utilizadas arriba
  • "Envy is the prime emotion in life". (p. 99)
  • “Tell me then, does love make one a fool or do only fools fall in love?” (p. 82)
  • "I was so content with what I was doing, it was as if the whole world were engulfed in blissful light; I could think of nothing bad." (p. 148)
  • "Marriage douses love's flame, leaving nothing but a barren and melancholy blackness. (...) The truth is contentment. Love and marriage are but a means to obtaining it: a husband, a house, children, a book." (p. 191)
  • "only wealth, might and legendary romances stir people's curiosity." (p. 132)
  • "Indifference, time and disaster will destroy our art. (...) every single work made in this world over the years will vanish in fires, be destroyed by worms or be lost out of neglect". (p. 171)

Otras citas

  • El Diablo: "I am not the source of all the evil and sin in the world. Many people sin out of their own blind ambition, lust, lack of willpower, baseness, and most often, out of their own idiocy without any instigation, deception or temptation on my part." / "Yo no soy la única fuente de todo el mal y el pecado en el mundo. Mucha gente peca por su propia ambición ciega, lujuria, falta de voluntad, bajeza y, más habitualmente, por su propia idiotez sin ninguna instigación, decepción o tentación de mi parte." (p. 289)
  • "Alas, it's difficult having a daughter, difficult." / "Ay, es difícil tener una hija, difícil." (p. 91)
  • Dice el color rojo. "I'm so fortunate to be red! I'm fiery. I'm strong. I know men take notice of me and that I cannot be resisted." / "¡Soy tan afortunado de ser rojo! Soy fogoso. Soy fuerte. Sé que los hombres me toman en cuenta y que no puedo ser resistido." (p. 186)

jueves, 1 de agosto de 2013

Mamerto/a

Subte línea D, Estación Catedral, escaleras en Florida.

mamerto/a
1. borracho/a, afecto a las bebidas alcohólicas, espirituosas y espumantes. Ver también, mamao.
2. torpe, nabo, gil, que no logra actuar adecuadamente en el mundo de los seres humanos.
3. forro, pelotudo que, por puro egoísmo, enamoramiento o estupidez estructural, no deja bajar del tren, subte o ascensor antes de intentar subirse.