lunes, 28 de febrero de 2011

El círculo vicioso de la política exterior

Hay dos hipótesis principales para explicar la inexplicable pelea del gobierno con los EE.UU. en torno al famoso avión. Algunos dicen que es una jugada de política interna: pelearse con los EE.UU. siempre da réditos internos, se aduce. Otros dicen que se trata de la exteriorización del enojo del gobierno argentino por la decisión de los EE.UU. de no incluir a la Argentina en la próxima gira del presidente Obama por la región.

¿Es cierto que da rédito político pelearse con los EE.UU.? Muy probablemente: según la encuesta Latinobarómetro, la sociedad argentina es la que peor opinión tiene de los EE.UU. si se considera el puntaje total de seis variables sobre la cuestión (incluyendo la opinión sobre EE.UU., la percepción de la relación entre EE.UU. y el país de origen, su papel en la región, etc.) Es posible que en esta oportunidad, como en ocasión de la insultante recepción brindada al ex presidente Bush durante la Cumbre de Mar del Plata o en el bloqueo al puente que nos une con Uruguay, el gobierno haya operado en relaciones exteriores buscando un beneficio de política interna.
Privilegiar la política interna reduce la confiabilidad internacional al país. Los países actúan siguiendo sus intereses nacionales; eso los hace previsibles y dignos de confianza, porque los interlocutores saben qué esperar de ellos. La imprevisibilidad argentina es fundamental para entender por qué ningún jefe de Estado del G-7 visitó el país en visita oficial y bilateral desde 2001, lo que nos lleva a la segunda explicación: el supuesto enojo del gobierno por quedar excluidos de la gira del presidente Obama.
Las dos razones parecen ser dos caras de la misma moneda y reforzarse mutuamente. En la medida en que se busca rédito político interno forzando peleas con los EE.UU. se agrava la mala opinión de la sociedad hacia dicho país, por lo que se hace cada vez más redituable pelearse. Y mientras esto sucede somos cada vez menos confiables para el otro país, somos excluidos de visitas y acuerdos, y así reaccionamos con más peleas y perdemos confiabilidad. En este proceso, perdemos oportunidades para avanzar en la defensa de los intereses nacionales y el desarrollo económico con inclusión.

viernes, 25 de febrero de 2011

El patovica de la historia

Estoy leyendo “La República imposible (1930-1945)”, libro del mejor historiador de la Argentina, Tulio Halperín Donghi. Allí leo una oración así:
“Si ya daba razón para la alarma la sugerencia de que la renuncia a introducir el régimen corporativo rechazado por los partidos de la revolución no era necesariamente irrevocable, en cuanto posponía hasta el acto de apertura del Congreso la enumeración de “las reformas constitucionales y legales que habremos consultado con los partidos, ya sea para concordar o para disentir, esperando en este último caso un convencimiento que puede ser recíproco”, no menos alarmante era el tono general de la arenga, que – yendo más allá de los tópicos habituales en los alegatos antiyrogoyenistas de los voceros revolucionarios – rozaba las fronteras de la paranoia al proclamar que la gesta de septiembre no sólo había salvado a la Nación del desgobierno sino de la “liquidación final”, y – tras invocar tanto el mérito ganado por el general Uriburu al desvanecer ese peligro algo problemático cuanto la magnanimidad con que había declinado seguir el ejemplo de las instauraciones dictatoriales entonces en boga en el Viejo y el Nuevo Mundo – concluía “de tanta confianza, de tanta abnegación, no pueden nacer, por el honor del nombre argentino, obstáculos para realizar el pensamiento revolucionario”, con lo que venía a sugerir que los que los partidos de la revolución venían oponiendo a los proyectos reformadores del vencedor del 6 de septiembre eran otros tantos atentados al honor nacional.”
Halperín por dos en mi escritorio; al lado, Cortés Conde.

A esta altura, supongo que quedarán dos o a lo sumo tres lectores en esta página pero acá va el punto: ante esta frase, sugerí por Twitter que Halperín debe odiar a sus lectores y que esta prosa ha de ser su castigo. Mi amigo @braunmi me respondió: “al contrario, Halperín quiere mucho a los pocos que logran entenderlo. Su prosa es el patovica de la historia.” Amor u odio, lo cierto es que hay que ser realmente muy especial – y creérselo –para animarse a mandar una oración como la citada arriba a imprenta.
En este laboratorio creemos necesario escribir más simple. Mucho más simple.

jueves, 24 de febrero de 2011

Greenpeace vs. Barrick

Ayer, activistas de la organización ambiental multinacional Greenpeace fueron detenidos por orden judicial por "obstruir el tránsito público" en una protesta contra la también multinacional Barrick Gold.
Consultando La Nación, Clarín y Página/12, el operativo de detención parece haber sido inmaculado: orden judicial, sin violencia, agentes femeninos para detener a las activistas mujeres, etc. Ni siquiera Greenpeace discutió la corrección del operativo. Sin embargo, las detenciones fueron repudiadas por legisladores nacionales como Fernando “Pino” Solanas, Luis Juez y Fernanda Reyes.
En su entrevista como candidato presidencial en La Nación (publicada el 19 de enero pasado), Solanas había dicho sobre los cortes de rutas:

-¿Cuál sería su política ante los cortes de calle?
-Yo me opongo a la represión. Los conflictos sociales no se resuelven así. Eso es un acto de incapacidad. Cuando quien gobierna tapa con un dedo el hormiguero, le salen 10 hormigueros alrededor. (…)
-Pero mientras tanto, si le cortan un puente?
-[Interrumpe] Que intervenga el juez.
-¿Y si el juez le da la orden de desalojar a la policía?
-Yo no voy a intervenir sobre la Justicia, el juez asumirá su responsabilidad.
La organización multinacional Greenpeace tiene derecho a protestar contra la organización multinacional Barrick Gold, pero sin violar la ley argentina. Me gustaría que quienes hacen las leyes en Argentina velaran por su cumplimiento, más allá de las personas o los intereses concretos.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La fragilidad de las cosas

Caminando por avenida Belgrano me llamaron la atención dos o tres grupos de personas paradas en la vereda, mirando algo.
Gente curiosa.

Al seguir su mirada vi que el objeto de su interés era una demolición. Mirar una demolición me pareció tan morboso como mirar un accidente de tránsito, una glorificación de la destrucción. Nunca, pensé, nos detenemos a ver a obreros levantando una pared. Pero seguí mirando cómo la máquina atravesaba la pared de ladrillo como si fuera de papel. Tira abajo en segundos lo que costó meses construir, pensé.
Demolición en avenida Belgrano y Tacuarí.

Me di cuenta en ese momento que estaba pensando en mucho más que paredes. Me acordé de la película Closer, que muestra cómo relaciones humanas construidas con un esfuerzo sostenido por años se pueden destruir en segundos. En política sucede algo parecido: costó años construir la credibilidad del INDEC, pero hizo falta muy poco para vaciar de sentido esa institución. De la misma manera, una marca comercial puede destruir en una acción comercial equivocada un vínculo construido durante generaciones.
Quizás esta sea mi veta “conservadora”, que no tiene que ver ni con lo religioso ni con lo económico, sino con una conciencia de la fragilidad de las construcciones humanas. A veces, qué duda cabe, es imprescindible destruir para poder construir una estructura (física, afectiva, política) superadora, pero muchas veces destruimos sin ninguna posibilidad de generar algo mejor.
Muchos creen que Argentina requiere mucha demolición antes de empezar a construir, y puede ser cierto. Pero no debemos olvidar que, desde 1930 hasta acá, hemos apelado demasiadas veces a esta opción y muchas menos a la paciencia y la constancia para producir mejores familias, empresas más sólidas, instituciones políticas que nos cobijen mejor.

martes, 22 de febrero de 2011

La última vez que lloré

La última vez que lloré en serio fue el 22 de febrero de 2006, hace exactamente cinco años. Lloré como un niño. Lloré entero. Lloraron mis ojos y mis músculos y mis huesos, porque fue el día más emocionante de mi vida, porque nació mi primogénita, Lucrecia. Después nació su hermana, Malena, y en unos meses vendrá otro hermano o hermana. Pero ese día me cambió como ningún otro. Hoy, junto con su cumpleaños, festejo mi paternidad y la capacidad de sentir así, con todo el cuerpo.

lunes, 21 de febrero de 2011

Nuestra responsabilidad política

El viernes vi "El discurso del rey", que me gustó mucho y recomiendo y que me hizo pensar sobre mi responsabilidad política y la tuya.

El Rey Jorge VI de Gran Bretaña.

En esencia, la película trata sobre la responsabilidad. En la película Jorge VI se ve impulsado a superarse no por ambición personal sino por su deber como monarca. Su figura se construye en contraste con la de su hermano Eduardo VIII, quien abdica al trono para casarse con quien desea, y que es presentado como un hombre guiado por sus deseos y rehuyendo permanentemente de sus obligaciones. Jorge, en cambio, es forzado por las circunstancias a superarse, con gran costo personal, para poder cumplir la misión que el destino le presenta: liderar a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial desde una monarquía conmovida por la misma irresponsabilidad de su hermano.
Traído a la Argentina actual, alguno podría comentar sobre la responsabilidad o irresponsabilidad de determinados dirigentes. Pero lo que más me interesa resaltar es la responsabilidad propia de quienes no somos dirigentes. ¿Hacemos algo además de votar? ¿Pagamos todos nuestros impuestos? ¿Apoyamos a quienes nos representan? ¿Diferenciamos a los corruptos de los honestos?
Es muy fácil quedarse afuera y criticar a todos por igual. Por eso me molestó tanto la actitud de quienes se mofaron del ingreso a la política de Miguel del Sel. Yo no sé si sería buen o mal gobernador. Tampoco importa, porque es el pueblo de Santa Fe el que deberá juzgar esa cuestión. Pero cuando alguien que desde lo personal tiene poco que ganar y mucho que perder por meterse en política lo hace, merece todo mi respeto. Quienes no asumimos la responsabilidad de ser representantes debemos, por lo menos, asumir la de representados: cumplir con nuestras obligaciones legales e impositivas; y respetar a quienes se involucran con buenas intenciones.
Mauricio Macri y Miguel Del Sel en conferencia de prensa.

viernes, 18 de febrero de 2011

El sabio


Es una parábola vieja, pero ayer la recordé gracias a una vieja amiga con la que volví a encontrarme y no viene mal dejarla escrita.
Cuentan que un hombre estaba pasando un momento pésimo en su vida; tenía problemas familiares y laborales, y no encontraba amigos que lo consolaran. Alguien le comentó de un gran sabio en el Tíbet que podría ayudarlo, y el hombre emprendió un larguísimo viaje: avión, tren, auto y casi un día caminando por las montañas. Así llegó a la pequeña choza del gran sabio. Al contarle todos sus problemas, el sabio le respondió: "ya pasará hijo, ya pasará", y con eso lo mandó de vuelta a su casa.
Pasó el tiempo, y de a poco las cosas se fueron acomodando para el hombre. Rearmó su situación familiar, encontró un camino laboral redituable y que lo llenaba de satisfacción y tenía amigos con quien compartir los éxitos y las alegrías. El hombre creyó necesario volver al Tíbet para agradecer al sabio por su ayuda. Volvió a hacer el largo viaje y al estar nuevamente frente al anciano le relató durante diez minutos sin parar todo lo bueno que le había ocurrido desde la última visita. Cuando el hombre hizo silencio, el sabio dijo: "ya pasará, hijo, ya pasará..."

jueves, 17 de febrero de 2011

El último viaje

Este blog casi siempre se piensa y muchas veces se escribe en un tren y ayer cuatro personas murieron en un tren parecido.
No quiero hablar de política ferroviaria, de subsidios, de inversiones, de seguridad, aunque francamente espero que otros lo hagan. Quiero hablar de esas personas, con quienes tenía en común, por lo menos, la condición de viajero y de humano. Seguramente nos diferenciaban muchas otras cosas, y hoy nos separa el abismo de la variable dicotómica por excelencia: ellos no viven más.
En algún lado, Hannah Arendt dice que, aunque todos los seres humanos sabemos que inexorablemente hemos de morir, no es para ello que hemos nacido. Hemos nacido para otras cosas, para producir cambios en nuestro entorno con nuestro trabajo, para dar vida, para establecer vínculos, para vivir.

Hannah Arendt en una postal alemana de 1988 (Wikipedia).

Vivimos no del todo conscientes de que nuestro último viaje puede llegar en cualquier momento. Esto es normal: no podemos andar por la vida pensando que cada día puede ser el último. Pero este tipo de tragedias deberían servir también para recordarnos que éste es nuestro único viaje, para reflexionar sobre cómo estamos viviendo, para tratar de vivir mejor.
Me pregunto si realmente había un silencio especial en el tren de 7:50 hoy o si sólo se trata de una percepción mía.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Sobre la honestidad de un nombre

     No digamos que no nos avisaron. Desde el nombre mismo el kirchnerismo nos muestra el objetivo de su proyecto: la victoria. El Frente para la Victoria tiene como objetivo político eso, la victoria. No para transformar sino para perdurar. En palabras de Artemio López:
  
“Todo convive al interior del kirchnerismo, que expresa un proyecto populista de mayorías y como en tal tuvo y tendrá matices y contradicciones en su interior. (…) No se demanda mayor "coherencia" programática (que es una falacia, nada de lo realizado por el FPV estaba escrito en programa de gobierno alguno, en rigor "se hizo camino al andar"), sino mayor volumen electoral, la única verdad.”

     En ese camino, se puede llamar a defender la soberanía nacional por el ingreso de material delicado para un curso aprobado por el propio gobierno (aunque se lo haga desviándose del idioma oficial); se puede trabar importaciones aunque eso vaya en contra de la defensa de “la mesa de los argentinos”; se puede, finalmente, encontrar a socialistas apoyando al Ministro de Economía egresado del CEMA que dice que la inflación no castiga a los pobres.

Amado encuentra apoyos de rincones sorprendentes.

     Como dice Artemio López, el volumen electoral es “la única verdad”.

martes, 15 de febrero de 2011

Una cruzada nacionalista colonizada


La Cancillería argentina describió al material incautado en el avión norteamericano como “sensitivo”, lo cual no parece adecuarse al significado de la palabra. Estos son los primeros tres significados de “sensitivo” que consigna la Real Academia (el cuarto es una planta):

1. adj. Perteneciente o relativo a las sensaciones producidas en los sentidos y especialmente en la piel. Tacto, dolor sensitivo.
2. adj. Capaz de sensibilidad.
3. adj. Que tiene la virtud de excitar la sensibilidad.
El mataburros.

Queremos suponer que el material no pertenece a las sensaciones ni es capaz de sentir. Buscamos “sensibilidad” para ver si el material confiscado podía tener la virtud de excitarla. Pero no: sensibilidad es la facultad de sentir, la propensión a dejarse llevar por afectos, la cualidad de las cosas sensibles, etc. El material incautado no puede ser sensible.
Seguramente la Cancillería quiso decir que era material “delicado”, en su quinta acepción: “difícil, expuesto a contingencias. Punto delicado. Materia delicada.” Pero usó “sensitivo” por el inglés “sensitive”, similar a “delicado”. El diccionario Cambridge en Internet tiene como segunda acepción: “A sensitive subject, situation, etc. needs to be dealt with carefully in order to avoid upsetting people.” (Algo así como: “Una cuestión, una materia delicada – sensitive – debe ser tratada con cuidado para evitar disgustar a otras personas.")
En su cruzada nacionalista, el canciller Timerman podría haber procurado no caer en el colonialismo cultural de usar una palabra por su significado en inglés.
    
Bonus track: la página de Cancillería podría decir "Inicio" en vez de "Homepage", ¿no?

lunes, 14 de febrero de 2011

La velocidad de las cosas

Afiche fotografiado en Belgrano y Piedras a las 8:30 del lunes 14/02/2011

     La velocidad con la que Oyarbide detuvo y liberó a Venegas hizo que recién hoy viéramos este hermoso afiche. En la gráfica, Venegas parece una mezcla entre la famosa ballena "Willy" a la que había que liberar y un adalidad de la libertad como, qué se yo, ¿Vaclac Havel? Lo cierto es que las presiones desde el peronismo opositor (Duhalde) y del sindicalismo oficialista (Moyano) fueron tan rápidas y efectivas que el señor juez parece haber rápidamente reculado.
      Y este original afiche resultó, así, redundante.
     Cosas de peronistas, dice Morales Solá. Culpa de Oyarbide, dice Wainfeld, intentando excusar al gobierno: "Oyarbide es un mal juez, que no debería seguir en su cargo desde hace diez años." Además, "quedó bastante mal parado, asediado por adversarios de todo el espectro sindical (...) quedó la imoresión de que le torcieron el brazo."
     Algo me dice que veremos bastante más de esto durante el año.

viernes, 11 de febrero de 2011

Alegría

     Hace unos días fui con la patrona a comer una pizza. En la mitad me levanté para hacer un llamado telefónico que no podía esperar. Salí de la pizzería y crucé la calle.
     Desde la vereda de enfrente, vi a una niña realmente preciosa, de unos 4 o 5 años, con unos rulos rubios maravillosos y un vestido blanco. Mientras sus padres charlaban en una de las mesas de la vereda, ella se divertía saltando un tope de estacionamiento. Al terminar la llamada, volví a cruzar la calle, pasé al lado de la niña y salté el tope. Ella me miró con curiosidad y la madre con una sonrisa.

Un tope de estacionamiento puede ser fuente de alegría.

     Al rato terminamos de comer. Salimos y le di el ticket del auto a uno de los chicos del valet parking. Mientras esperaba, me tocaron la espalda y al darme vuelta vi a mi pequeña amiga. “Saltá otra vez”, me dijo. Hice la mímica de tomar impulso, di un paso hacia adelante y un saltito al tope. Me di vuelta para mirarla y la sonrisa parecía salirle desde los rulos: su alegría era total. La mía también. Miré a los padres y sonreían contentos.
Fácil, ¿no?

jueves, 10 de febrero de 2011

Milanga-management

   Se llama micro-managing (o micro-gerenciamiento) a la mala práctica que consiste en fijar demasiadas energías en los detalles de la gestión, debilitando por consiguiente las cuestiones estratégicas. Es quedarse en lo micro en lugar de ver lo macro, y la práctica es normalmente acompañada de una incapacidad para delegar.



   El micromanaging cunde en este gobierno, en el que el ministro de economía y la presidente del banco central hablan por los medios del precio de la palta, y la presidente anuncia el precio de las milanesas rebozadas. Así, nos quedamos sin estrategia y con pésimos resultados en la micro también. Quizas porque, como dice Edward Glaeser:

"Una maldicion del mundo en desarrollo es que los gobiernos toman demasiadas cosas y fallan en sus principales responsabilidades. Un país que no puede proveer agua limpia a sus ciudadanos no debería estar en el negocio de regular el diálogo del cine." O el precio de las milanesas.

miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Cuánto deben ganar los políticos?

   En La Nación de hoy, Martín Kanenguiser afirma que un economista triplicó su salario pasando de Secretario de Estado a una agencia de Naciones Unidas. El salto salarial al sector privado es, obviamente, mayor aún.



   Es cierto que la función pública tiene otros beneficios: el gusto de estar "en la cocina", el aprendizaje y los contactos, en algunos casos auto y chofer, acceso a datos, asistentes, etc. Pero tiene también muchas contras: la pérdida de intimidad, la inestabilidad laboral, la menor valoración social, horarios interminables, etc.
   ¿Compensan aquellos beneficios estos costos y la discrepancia salarial? La respuesta, obviamente, varía de persona en persona. Pero siendo todo lo demás igual, cuanto mayor sea esa discrepancia más probable es que ingresen a la función pública personas dispuestas a "compensar" esa discrepancia con pagos suplementarios más o menos reñidos con la ética. Al mismo tiempo, ante la presunción de culpabilidad social, es comprensible que los ciudadanos no quieran pagar más a sus servidores, y que los políticos (incluso los honestos) crean mejor no hablar del tema.
   Estaría bueno que algún día se pueda discutir con altura y racionalidad el tema, ya que es un obstáculo (obviamente no el único) para mejorar la política. Si pedimos a nuestros funcionarios tanta vocación y tantos sacrificios va a ser difícil reconstruir el Estado que necesitamos para promover nuestro desarrollo.

martes, 8 de febrero de 2011

Cuando un blog es fuente

El entuerto Shell sigue adelante y nadie más habla: ni Shell, ni el Gobierno ni YPF. Debe ser por eso y no por la agudeza de mis comentarios, que el amigo Olivera me cita en su nota de hoy en La Nación.

Uno de los mensajeros fue el ministro de Economía, Amado Boudou, que cuestionó la semana pasada a Shell con un frase que no hizo más que confirmar que vender combustibles no es negocio en la Argentina. "El caso es particularmente irritante -dijo Boudou-, porque en diciembre se habían acordado, con el conjunto de empresas que abastecen el mercado, los precios para el primer semestre. Shell después avanzó con subas en las naftas y el gasoil. El esfuerzo grande lo hace YPF, que atiende al 64% del mercado sin modificar los precios." La frase fue tomada por blogs políticos como el del analista Fernando Santillán, que consignó: "Si no hay inflación, como él dice creer, vender más sin modificar los precios debería ser no un esfuerzo sino un gran logro y una alegría".
En este nuevo acto del drama (o la comedia o la farsa) de los combustibles, quizás el comentario más interesante es sobre la comunicación (o su ausencia). En un contexto donde nadie sabe a qué atenerse (¿el mercado está regulado o no? ¿hay libertad para fijar precios o no? ¿el consumidor puede elegir o no? ¿hay inflación o no?), los actores tampoco saben qué pueden o no pueden decir. De allí el silencio. Y de allí a que un blog desconocido (por ahora, porque recién empezamos, ¿no?) pueda ser fuente nada menos que de La Nación.

lunes, 7 de febrero de 2011

Solidaridad o legalidad

   Llego medio dormido y un poco tarde a la estación. Había visto, a una cuadra de distancia, la llegada del tren de 7:50, mí tren. No lo corrí. Llego a la boletería; pago, retiro boleto y cambio; paso por los molinetes; hay guardas pidiendo boletos.


Ya hay más gente en el andén para el tren de las 8:02
Algunos, quizás, pagaron su boleto.

   Una señora me pone su monedero vacío cerca de mi cara y me dice: "¿me prestás $5 para pagar la multa?" Mientras comienzo a comprender (¿antes, durante, después?) respondo: "no". Camino algún paso más; "comprá el boleto", balbuceo.
   Definitivamente, no estuve solidario. ¿Debí estarlo? ¿Con alguien que incumplió su obligación de pagar su boleto? ¿Debía yo pagar por su inconducta? ¿Hago mal en intentar enseñar a mis hijas que la inconducta tiene consecuencias?
   En el furgón del tren de 8:02 (se viaja peor) escucho quejas porque "están pidiendo boletos". La ilegalidad es norma, tanto que los que incumplen se creen con derecho de apelar a la solidaridad de los demás para pagar el costo de su incumplimiento.

viernes, 4 de febrero de 2011

Un gobierno sin combustible

El nuevo intento del gobierno nacional por frenar un aumento de precios de Shell es señal de un gobierno sin combustible. Tres comentarios a raíz del tema y tomando como base la nota de Francisco Olivera en La Nación.


La historia se repite primero como tragedia y luego como farsa. Es realmente una farsa que Moreno intente frenar este aumento cuando los precios de la conche d'or (como elegantemente se refiere a la compañía Nabokov en Lolita) subieron desde el boicot en marzo de 2005 entre 122% y 171%. ¿Excesos de una compañía? Si de eso se tratara, Shell estaría fuera del mercado. Más aún, YPF con sus nuevos dueños – “expertos en mercados regulados” – subió sus precios 35% el último año, según la misma nota. Querer frenar este aumento y no los anteriores parece una farsa.
Siguiendo en la línea de farsa: parece que finalmente era cierto que Cristina venía para traer una mayor “institucionalidad”: en vez de un épico llamado a no comprar “ni una lata de aceite”, ahora tenemos una resolución de una Secretaría de Estado. Al menos este nuevo método permite un recurso legal por parte del afectado.
Tercer comentario: Olivera cita al ministro Boudou diciendo que “el esfuerzo grande lo hace YPF, que atiende al 64 por ciento del mercado sin modificar los precios.” La pregunta que yo le haría a Boudou sería: ¿de qué esfuerzo habla? Si no hay inflación, como él dice creer, vender más sin modificar los precios debería ser no un esfuerzo sino un gran logro y una alegría.
El gobierno se está quedando sin combustible. Hace la farsa de que “prohíbe” un aumento cuando se le escaparon los precios hace rato; lo hace con un instrumento administrativo débil, y no ya con un acto político de demostración de fuerza; y al hacerlo termina admitiendo lo mismo que intenta ocultar y que todos los ciudadanos vemos día a día: el persistente proceso de aumento de precios fruto de la mala política económica de este gobierno.

jueves, 3 de febrero de 2011

Sarmiento y el futuro argentino

Clarín publica hoy una excelente columna de Luis Alberto Romero sobre Sarmiento y el proyecto argentino. Se olvida a Sarmiento, nos dice mi ex profesor (¡qué miedo le tenía!), porque ha desaparecido también el proyecto que defendía el sanjuanino: el de un Estado fuerte al servicio de la construcción de una sociedad integrada y pujante. Pero Romero pone el énfasis en el futuro; hay hoy una tarea política que consiste:

en reconstruir aquel Estado potente y al servicio del interés general que supimos tener, expulsando a los mercaderes del templo. Consiste en reconstruir el sistema educativo público que contribuyó a conformar la sociedad móvil, integradora y democrática de la vieja Argentina, a la que en sus etapas iniciales Sarmiento dio un sello personal.


Yo creo que estamos menos lejos de lo que supone Romero. En el último capítulo del Facundo, “Presente y porvenir”, Sarmiento dice que, más allá de lo execrable que le resultara Rosas, éste había cumplido la tarea de centralizar, unificar y ordenar al país. Estaba todo listo para que comenzara el progreso argentino: “no se vaya a creer que Rosas no ha conseguido hacer progresar la República que despedaza, no; es un grande y poderoso instrumento de la Providencia (…) La idea de los unitarios está realizada; sólo está de más el tirano; el día que un buen Gobierno se establezca, hallará las resistencias locales vencidas y todo dispuesto para la unión.” Así, Argentina podía entrar “en una carrera no interrumpida de progresos”.

Como entonces, Argentina está hoy en el umbral de “una carrera no interrumpida de progresos”. Tan sólo falta un buen gobierno que no nos impida comenzarla. Tardando más de lo que quizás podría haberse tardado, los Kirchner han concluido la tarea del ordenamiento post-crisis. Ahora, a pensar de nuevo en una nación grande y para todos.

Post inaugural

    Nadie pone en hora su reloj en función de mi llegada a la estación pero, normalmente, a eso de las 7:50 me estoy subiendo a un tren a Retiro. Allí tomo la línea C y cerca de las 8:30 arranca mi jornada laboral en la Fundación Pensar.
   El día, sin embargo, empezó mucho antes; al llegar a la estación la cafeína ya está actuando, y la caminata me despabiló. Decir que estoy lúcido puede ser una exageración, pero las ideas ya están empezando a surgir. Puedo estar pensando en política, deportes o literatura; puedo estar leyendo o imaginando historias; estoy pensando mientras viajo, y con esas ideas y su escritura es con lo que quiero experimentar en este laboratorio.