miércoles, 31 de octubre de 2012

Tomar el pelo


OK, nada, qué se yo... ayer venía por Avenida del Libertador, llegando a Coronel Díaz y de pronto lo veo a Caruso Lombardi. Me apuré, hice un par de maniobras de dudosa seguridad para pasar a los dos autos que me separaban de él. Cuando lo conseguí le saqué una foto con la Blackberry mientras andaba en segunda a unos 30 kilómetros por hora. La foto es horizontal porque en la esquina inferior derecha salió mi dedo, así que la corté. No sé, Caruso Lombardi. Como si fuera éxito garantizado, no sé. Digo... quiero ser claro en esto: hay una camioneta dando vueltas por la ciudad con Caruso Lombardi vendiendo pelo. Eso.

martes, 30 de octubre de 2012

lunes, 29 de octubre de 2012

Sueños




“L’avventura è finita” repetía en Una sombra ya pronto serás, de Osvaldo Soriano, un tal Coluccini. Me acordé de eso al terminar de releer The Great Gatsby, de F. Scott Fotzgerald (1925) porque su tema principal es el fin del American Dream.

El tema queda planteado rápidamente, en la última oración de la primera sección: "Gatsby resultó bien al final; es lo que perseguía a Gatsby, el humo asqueroso que flotaba en la ola de sus sueños lo que cerró temporariamente mi interés en las penas abortivas y los júbilos de corto plazo de los hombres." (p. 8) La principal característica de Gatsby es la fuerza de sus sueños: "No hay fuego o frescura suficiente para desafiar lo que un hombre puede guardar en su corazón fantasmal." (p. 103) Su fe en los sueños, en que pueden ser convertidos en realidad, es tal que Gatsby aparece como un personaje infantil; lo vemos, entre muchas otras instancias, cuando Carraway intenta tranquilizarlo diciendo que no se puede repetir el pasado: "¿Que no se puede repetir el pasado?, gritó incrédulo. "¡Pero por supuesto que se puede!" (p. 117)

Fitzgerald concluye el libro ligando explícitamente el sueño incumplido de Gatsby con el fin del sueño americano y con la debilidad de todos nuestros sueños. "Advertí entonces la vieja isla [Manhattan] que floreció en un tiempo para los ojos de marineros holandeses - un pedazo fresco, limpio, del nuevo mundo. (...) el último y el más grande de todos los sueños humanos. (...) Él [Gatsby] había andado un largo trecho hasta este pasto azul, y su sueño debe haberle parecido tan cercano que difícilmente podía dejar de agarrarlo. No sabía que ya estaba detrás suyo (...) Así seguimos adelante, los botes contra la corriente, llevados hacia atrás descuidadamente hacia el pasado." (p. 187/188).

En la modernidad de los 20 los sueños son imposibles, los ricos son despreciables - "No sé por qué vinieron al Este. Habían pasado un año en Francia por ninguna razón en particular, y después vagaron de acá para allá intranquilamente donde fuera que la gente jugara al polo y fuera rica en conjunto." (p. 12) - casi nadie es honesto - el único que parece serlo en la novela es Carraway, el narrador, quien nos dice "soy una de las pocas personas honestas que haya conocido jamás." (p. 66) - y el que sueña es infantil y está condenado al fracaso.

La novela es así un gran exponente de la Generación Perdida, esos muchachos que arrancaron la vida con los horrores de la Primera Guerra y la falta de sentido que le siguió. Lo que vino después en el siglo XX no ayudó a recuperar la fe en el ser humano pero muchos igual buscamos, como Gatsby, sueños, quizás más modestos, pero sueños al fin, y nos resistimos a pensar que la aventura del hombre esté terminada.


Originales

"Gatsby turned out all right at the end; it is what prayed on Gatsby, what foul dust floated in the wake of his dreams that temporarily closed out my interest in the abortive sorrows and short-winded elations of men." (C. I, p. 8).

"No amount of fire or freshness can challenge what a man can store up in his ghostly heart." (C. V, p. 103).

"'Can't repeat the past?,' he cried incredulously. 'Why of course you can!'" (C. VI, p. 117).

"I became aware of the old island that flowered once for Dutch sailors' eyes - a fresh, clean breast of the new world. (...) the last and greatest of all human dreams. (...) He had come a long way to this blue lawn, and his dream must have seemed so close that he could hardly fail to grasp it. He did not know that it was already behind him (...) So we beat on, boats against the current, borne back carelessly into the past." (C. IX, p. 187/188).

"Why they came East I don't know. They had spent a year in France for no particular reason, and then drifted here and there unrestfully wherever people played polo and were rich together." (C.I, p. 12)

"I am one of the few honest people that I have ever known." (C. III, p. 66)


(Las páginas corresponden a la edición Penguin Popular Classics de 1994)

jueves, 25 de octubre de 2012

Esto ya es un club


7:50 a Retiro le da formalmente la bienvenida a José Ibarra al club de los políticos sin GPS, con conspicuos miembros como Pablo Bruera y el Chivo Rossi. El señor quiere ser, parece, diputado o senador por la provincia de Salta o incluso diputado o senador provincial, quizás intendente; sabemos que gobernador no ya que la provincia no elige gobernador sino hasta 2015. El Sr. Ibarra parece haber creído que, en este proceso, un paso tenía que ser poner este cartel en Avenida de Mayo y Perú, ciudad de Buenos Aires, donde no creo que pasen muchos de sus votantes.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Volvió la alegría

Volvió la alegría, volvió la sutileza, volvió el debate sobre el voto a los 16 años. Nosotros dijimos algunas cosas acá, pero estos muchachos del Peronismo de la Capital, creadores del hermoso "Bestias", ahora vienen con el argumento de "¿y dónde termina esto, eh?" 


martes, 23 de octubre de 2012

Nos tapó el agua


La señora tenía la típica pinta de las señoras de barrio: la cartera, la campera, los anteojos, el pelo cuidado. Una señora que podría ser de cualquier barrio del conurbano. Se la ve ahí, en la esquina superior derecha de la foto, a punto de pasar por el molinete liberado. Yo me había detenido acá atrás para sacar la foto del laguito que me separaba de las máquinas expendedoras de boletos. Alguien había escrito en hojas en blanco con marcador "Servicio con demoras" y lo había pegado a las máquinas. No es novedad. Están ahí casi todos los días. Tanto que nunca sabemos qué quieren decir los ferroviarios o los especialistas de tránsito de radios y tele cuando dicen "servicio normal". Normal es con demoras. Normal es malo. Normal es que no funciona.
Así que paré ahí y saqué la foto e hice un rodeo al laguito para llegar al costado derecho de la expendedora de la derecha para sacar mi boleto sin mojarme los pies: Retiro ida y vuelta, $2,20. Cuando saqué mi boleto y giré para subir los escalones vi que la señora de barrio volvía del andén. Me había mirado desde allí mientras sacaba el boleto y me preguntó: "¿pero qué tenemos que hacer? ¿Tenemos que sacar boleto?" Le respondí sin palabras que no sabía.
Después nos dijeron que el próximo tren tardaría 15 minutos en llegar. Cuando llegó lo dejé pasar y me subí al que vino después. No volví a ver a la señora ni sé si sacó boleto.



lunes, 22 de octubre de 2012

No recordar


Dos amigas con una vida de recuerdos en conjunto: S. y ML.
S. visita y llama a ML. una y otra vez mientras ML. va deslizándose en el Alzheimer. S. consigna sus visitas, sus llamados, su procesamiento del proceso, no tanto para no olvidar sino para no dejar de estar, hasta que ya no puede seguir. "Tengo que escribir estos textos mientras ella está viva" dice S. al comienzo, "para tratar de entender este estar/no estar de una persona que se desarticula ante mis ojos" (p. 9).
Mientras ML. pierde la memoria S. siente que su amiga deja de ser ella misma, registra las formas en que deja de serlo: "¿Cómo dice yo el que no recuerda, cuál es el lugar de su enunciación cuando se ha destejido la memoria?" (p. 19). Y mientras su amiga pierde la memoria S. se ve invadida por la propia: "Yo quiero ser dueña de mi memoria, no que ella me maneje a mí. Esta acechanza del pasado, casi constante, no solo interrumpe mi presente, literalmente lo invade." (p. 59)
Desarticulaciones, de Sylvia Molloy (Editorial Eterna Cadencia), es un libro inteligente, sensible y bello. (Ay, cómo me gustan esos libros chiquitos...) Impresiona la sutileza con la que rescata las situaciones, las emociones, con compasión por la enferma y por la acompañante.
Recordé a Roth: “No hay que olvidar nada – esa es la inscripción en su escudo familiar. Estar vivo, para él, es estar hecho de memoria – para él si un hombre no está hecho de memoria, no está hecho de nada.” Pero eso que en Roth es una memoria colectiva, familiar, religiosa, en Molloy es personal. La memoria es lo que somos. Y cuando "olvidamos" a la manera del Alzheimer dejamos un poco de ser, nos vamos desarticulando, porque no es un olvido, porque "para decir que uno ha olvidado hay que tener una mínima capacidad de recuerdo". (p. 66)
S. empieza el libro con la intención de registrar para tratar de entender y termina cuando se da cuenta de que ya no puede registrar, aunque, como dice el epígrafe al inicio, ML. "todavía está". Ha dejado, quizás, de haber continuidad, ML. ya no es, solo está (p. 58). Las listas, por ejemplo, son registros de una memoria; dejan de tener sentido cuando no hay una memoria que recuerde para qué se pusieron esas palabras en un papel y en un orden determinado: "si falta el sujeto que la arma no hay quien le dé sentido." (p. 34) Así es como, en cierto momento, también el registro que es el libro deja de tener sentido y S. puede dejarlo, dejarla.

viernes, 19 de octubre de 2012

La paloma de Levrero



Foto y texto de @natowers (ver también No camp)

Hace días que viene a visitarme una paloma. Le saqué una foto y la mandé por mail. Asunto: “La paloma de Levrero”.
Hoy me dejó un regalo en el balcón. Me hablaron pestes de las palomas: que son sucias, que son ratas voladoras, que lo del nido es lo peor que me pudo pasar. OK, pero qué querés que te diga, a mí me alegró el huevito, lo sentí un reconocimiento al balcón y a mis plantas.
Ahora desde mi escritorio la veo irse y volver. Viene, se pasea por el filo del balcón, salta a la maceta, da unas vueltitas, se acomoda y esconde el cuello. Si me muevo un poco brusco se asusta y se tira y vuela. Al rato vuelve. Me cuido de no hacer ruido, me quedo calladita. Una locura.
Hace un rato vi unas nubes y me preocupé. Fui al lugar donde dejamos la basura en el edificio a ver si encontraba una caja, un algo para hacerle un techito. No encontré cajas, ni nada con teleología constructiva. Pero encontré una vieja maceta mía, un poco sucia. Un poco de refilón, vi unos libros arrumbados adentro, entre la tierra seca. Metí la mano con un poco de cara de asco y saqué mi copia de la Trilogía Involuntaria. No sé cómo llegó ahí. Pero no puedo dejar de pensar que la paloma de Levrero me hizo ir a buscarla.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cartel


Promocionar la ópera hoy en día no debe ser cosa fácil. Los muchachos de Juventus Lyrica probaron con una frase fuerte: "El que es fiel a una, es cruel con todas las demás", dice Don Giovanni, e imagino a muchos y muchas anotando la excusa humanitaria.

martes, 16 de octubre de 2012

Jean de metal


Es así la cosa, parece. Caminás por Buenos Aires, por Congreso, por Rivadavia, y te encontrás con un metalero ochentoso. Una campera de jean de metal; una campera de jean pero chaleco, y con escudos de bandas que no conocés, pero que sabés que son metaleras; lo sabés porque usan tipografías góticas. Y mientras caminás, hablando por el Whatsapp con un amigo tratando de arreglar un golf, te acercás a ver más de cerca eso que es de otro tiempo. Es de la época en la que no jugabas al golf, y tenías amigos con camperas así; Andy, Muquito, Willy. No sé si juegan al golf ellos, pero las últimas veces que los viste parecían ciudadanos. Vos no usabas esas. Vos usabas jeans negros y remeras negras y buzos negros. Nada de letras góticas. Te acercás al chabón, mientras pensás también en la reunión que vas a tener sobre temas parlamentarios, y ves que la espalda del flaco, no sé si flaco es una buena expresión, digo, que la espalda del flaco parece una caja fuerte, y te preguntás si da acercarte a sacarle una foto, si habría que preguntarle, y te da miedo que la respuesta sea un cross de izquierda a tu nariz torcida por un cross de derecha (ojo, quizás la enderazaba, pienso ahora). Y te acercás, y robás la foto, como se la robaste a José Patineta y ahí la tenés, a la campera ochentosa, al jean de metal.

lunes, 15 de octubre de 2012

Un hombre más



La semana pasada leí Pequeñas intenciones, de Jorge Consiglio. Es una novela de un hombre más; un flaco al que le pasan cosas, sin designio, sin intenciones, sin juicio. Creo que no lo leí muy bien, que me pasaron cosas que me interrumpieron la lectura, que se extendió en el tiempo más de lo que debería y no por culpa del libro sino por cosas de la vida real. Quizás por eso no me volvió loco, aunque sí encontré muchas cosas muy valiosas. Una de ellas es justamente lo dicho al inicio: el personaje es similar a cientos de personas con las que nos cruzamos todos los días; personas cuyas vidas son fruto de la casualidad y el abandono. Así lo dice el narrador en un momento: "Me invitó a tomar café con leche. Supe que esa noche iba a empezar a crecer algo que, como los yuyos, era fruto de la casualidad y el abandono." (p. 119) Otra virtud es el lenguaje, claro y sencillo, sin vueltas y sin firuletes.
Siguen otras citas que me llamaron la atención:
"Entiendo que vivió su peor equivocación con convencimiento y eso, de por sí, es un acierto, aunque no lo parezca." (p. 15)
"Nuria, mi hermana, eligió para su vida la triangulación como estrategia. Cuando tenía en claro su meta, se desviaba hacia algún punto y después, como por casualidad, llegaba a lo que se había propuesto. Esta conducta siempre le resultó productiva, consiguió todo lo que se le metió en la cabeza. La eficacia del método se fundamenta en la sorpresa." (p. 34)
"Siempre pensé que la felicidad se relaciona con la imaginación. Y mi hermano, que se pasaba el día organizando delirios, a veces la alcanzaba." (p. 75)
"Me impresionó el contraste entre el hombre de la foto y el viejo que acababa de entrar. El tiempo le había dilatado los rasgos. La cara se había transfigurado de tal forma que uno relacionaba, de inmediato, esa degradación con la injusticia. Igual que las enfermedades largas, la vejez pone a discutir la biología con la identidad." (p. 92)
"Es raro. No sé bien cómo decirlo. Creo que a veces los enfermos son, en la cabeza de los sanos, más infelices de lo que resultan ser." (p. 113)
"Cuando quiero algo yo no salgo a buscarlo, espero que mi fuerza de voluntad lo traiga. Siempre actué de esta forma." (p. 166)

miércoles, 10 de octubre de 2012

Patineta retro



Hoy en el andén vi una patineta retro
de esas que son una lengüita plástica
como la que usábamos en la casa de mi tío
en la pileta sin agua
y nos pegábamos palos memorables.
Una patineta amarilla ahí en el andén
mientras esperamos una vez más
y el flaquito jugaba con su patineta
su patineta retro amarilla 
y el flaquito sabía que quedaba linda
con sus zapas violetas
y creo que se dio cuenta
cuando le sacaba fotos
para subirlas acá.



martes, 9 de octubre de 2012

Hojas


hojas 
hermosas hojas, ¿no?
hay cosas así
al lado de las otras
hojas
hojas hermosas
en un árbol que
hace un mes
daba pena
y hoy
es otra cosa.

jueves, 4 de octubre de 2012

Abogadas honestas


Cartel para el chiste fácil
visto en el hall de la estación Once
abogadas que prometen honestidad
abogadas que te resuelven lo laboral
abogadas que sacan plata por un accidente
abogadas exitosas como nuestra presidente
te prometen agarrar al dorima 
que no garpa alimentos
y te apuran los trámites lentos
son abogadas que te jubilan
aunque no hayas aportado
están aquí, del otro lado 
frente a usted
en la oficina 11 "A"
abogadas con honestidad
se te meten en la piel
las abogadas con cartel.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Otra rareza de un raro



Leí en dos o tres días otra rareza de Mario Levrero, autor uruguayo catalogado como uno de “los raros” junto a Felisberto Hernández y otros. El libro es, en verdad, dos libros de relatos: Los Muertos / Aguas salobres. Como decía en otra reseña, Levrero tiene una línea más lúdica (La Banda del Ciempiés, Nick Carter), una muy realista (La novela luminosa) y otra oscura, más kafkiana (La trilogía involuntaria). En estos dos libros se cruzan principalmente la línea realista y la oscura pero también está presente lo mágico, la fantasía pura (una casa en la que hay caños de los que salen hombrecitos de miniatura, un pueblo costero que un día descubre que desapareció el mar, etc.) Una rareza, sin duda, pero si todo lo demás puede no convencer a los no fanáticos del uruguayo, el último relato es imperdible: son cinco carillas que relacionan un amor incompleto y un cuento inconcluso con el pegote de un caramelo. Si no quieren comprar el libro, búsquenlo en una librería y lean ese relato a escondidas; después me cuentan.

Mini apuntes:
- “No estoy exactamente enamorado de la muchacha, pero es la única disponible.” (p. 30)
“– Antes – me informan – el noveno piso estaba entre el octavo y el décimo; ahora, qué quiere que le diga. Se alejan, se han alejado mucho.”  (Buen ejemplo de lo mágico en Levrero.) (p. 64)
- “Lo que realmente quería hacer, de todo corazón, era echarme a dormir. Durmiendo es como encuentro las mejores ideas para resolver situaciones difíciles, y muy a menudo las situaciones difíciles se resuelven solas mientras duermo; uno está demasiado consustanciado con la noción de actividad, y muchas veces, casi siempre, se dedica a entorpecer las cosas en lugar de darles oportunidad de resolver su curso a la manera de ellas”. (p. 79) ¿No es una maravilla?
- “Mientras tanto abría muy laboriosamente un atado de cigarrillos, cuya compra había sido justamente el motivo para entrar al café; la operación es sencilla pero en él tiene un carácter ritual: la búsqueda morosa de la tirilla para abrir la envoltura de celofán, mientras examina el atado como si fuera el primero que ve en su vida, descartando cualquier tipo de acción automática; luego la etapa de tirar de la punta muy lentamente, hasta separar por completo la parte superior de la envoltura, y dejarla con cuidado sobre la mesa; la apertura del papel de aluminio, cortándolo como si temiera lastimarlo al hacer presión contra la faja, que mantiene apretada con un índice; y por fin, antes de golpear la cajilla contra el borde de la mano izquierda para hacer asomar el primer cigarrillo, deposita casi con devoción en el alféizar de la ventana esa especie de paquetito apretado, muy pequeño, formado con los trozos de papel sobrante; y al terminar esta etapa de la serie de operaciones, tiene una pequeña sonrisa y como un suspiro de satisfacción.” (p. 99) Gran ejemplo del híper-realismo de Levrero, esto me recordó a mi época de fumador en la que tenía un ritual bastante parecido.

martes, 2 de octubre de 2012

Chau, Eric, gracias



Se murió Eric Hobsbawm a quien cualquier calificativo mío no haría justicia. Como homenaje, va una sección notable de The age of Revolution, en la que te explica la dinámica de la Revolución francesa, su peculiaridad política y su importancia para la política democrática en las décadas que la siguieron.
“Brevemente, la forma principal de la política francesa y de toda la política revolucionaria-burguesa subsiguiente quedaba a este punto bien clara. Esta dramática danza dialéctica dominaría a las futuras generaciones. Una y otra vez veremos a reformistas moderados de clase media movilizar a las masas en contra de una resistencia feroz o de la contrarrevolución. Veremos a las masas empujando más allá de los objetivos de los moderados hacia su propia revolución social, y a los moderados luego dividiéndose en un grupo conservador desde entonces haciendo causa común con los reaccionarios y un grupo de izquierda determinado a perseguir el resto de sus objetivos moderados aún no logrados con ayuda de las masas, aún a riesgo de perder el control sobre ellas. Y así sucesivamente a través de repeticiones y variaciones del patrón de resistencia (…) La pecualiaridad de la Revolución Francesa es que una sección de la clase media liberal estaba preparada a mantenerse revolucionaria hasta e incluso más allá del borde de la revolución anti-burguesa: estos eran los Jacobinos, cuyo nombre terminó representando a la ‘revolución radical’ en todas partes.” (Hobsbawm, Eric, The age of Revolution, Vintage, 1996 (1962), p. 62.)
Este pasaje es una buena muestra de los méritos y las limitaciones del modo de hacer historia teniendo como actores a clases sociales propio de una escuela marxista. Fíjense que acá no hay Robespierre, ni Napoleón ni ningún nombre propio; son grupos sociales amplios los que actúan y eso ayuda a generalizar pero también oscurece cuestiones importantes. En fin: gracias por todo Eric, será un placer seguir leyéndote.

El original: “In brief, the main shape of French and all subsequent bourgeois-revolutionary politics were by now clearly visible. This dramatic dialectical dance was to dominate future generations. Time and again we shall see moderate middle class reformers mobilizing the masses against die-hard resistance or counter-revolution. We shall see the masses pushing beyond the moderates’ aims to their own social revolution, and the moderates in turn splitting into a conservative group henceforth making common cause with the reactionaries, and a left wing group determined to pursue the rest of the as yet unachieved moderate aims with the help of the masses, even at the risk of losing control of them. And so on through repetitions and variations of the pattern of resistance (…) The peculiarity of the French Revolution is that one section of the liberal middle class was prepared to remain revolutionary up to and indeed beyond the brink of anti-bourgeois revolution: these were the Jacobins, whose name came to stand for ‘radical revolution’ everywhere.”