jueves, 27 de noviembre de 2014

Reescribir la vida



En Ask the Dust, John Fante continúa la saga de Arturo Bandini. Dejé a Bandini en The Road to Los Angeles, cuando emprendía el viaje para convertirse en escritor; me salteé Wait until Spring, Bandini y ahora me lo encuentro viviendo en un hotel de cuarta, intentando sobrevivir gracias a algún cheque que le manda la madre desde Colorado y la publicación de algún cuento en una revista que dirige un tal Hackmuth. (La saga terminará con un cuarto libro, Dreams from Bunker Hill.)
Bandini tenía un cuento publicado, "The Little Dog Laughed", pero detrás de la confianza y hasta la fanfarronería que despliega por momentos ("¿Le parece, Sr. Hackmuth, que escribo tan bién como Faulkner?" - p. 17 - o  "Poe, Whitman, Heine, Dreiser, y ahora Bandini" - p. 52) es evidente la inseguridad sobre su capacidad literaria y sobre su adecuación al mundo adulto en general. Esa inseguridad se traduce a su vida sexual - o a la ausencia de tal cosa -, que vemos primero en una escena con una prostituta y luego en el cortejo a Camilla López.
La novela está estructurada alrededor de la relación de Bandini con Camilla, de quien el escritor se enamora torpemente. El problema es que Camilla, además de ser una adicta, está enamorada de Sam, un compañero de trabajo que también escribe y que tiene algún tipo de enfermedad terminal y se va a vivir a una choza en el desierto. La inseguridad o la dificultad de vivir y la muerte son las dos grandes razones para escribir. Tras una debacle amorosa, escribe: "Me senté frente a la máquina de escribir y escribí sobre ello, lo derramé ahí de la manera en que debió haber sucedido." (p. 70) Luego, a pedido de Camilla, le lee a Sam algunos textos y va a la choza en el desierto para pasarle sus comentarios, un especie de taller literario a domicilio: "Miré hacia el sur en dirección a las estrellas grandes, y supe que en esa dirección estaba el desierto de Santa Ana, que bajo las grandes estrellas en una choza había un hombre como yo, que probablemente sería tragado por el desierto antes que yo, y en mi mano tenía un esfuerzo suyo, una expresión de su lucha contra el implacable silencio hacia el cual estaba siendo arrojado." (p. 120)
Escribimos, nos dice Fante en una novela sobre un chico que quiere convertirse en hombre y en escritor, para reescribir nuestras vidas o para expresar nuestra lucha contra la muerte. Como toda novela, es también sobre quiénes somos y en este caso también sobre el lugar en el que vivimos. Bandini es un hijo de italianos que busca hacerse un lugar en su tiempo y en su espacio, empujando a los anglosajones: "Vomité arriba de sus diarios, leí su literatura, seguís sus costumbres, comí su comida, deseé sus mujeres, admiré su arte. Pero soy pobre, y mi nombre termina con una vocal suave, y me odian, a mí, a mi padre y al padre de mi padre, y se quedarían con mi sangre y me matarían, pero ya son viejos, se están muriendo bajo el sol y en el polvo caliente de la ruta, y yo soy joven y estoy lleno de esperanza y de amor por mi país y mis tiempos". (p. 47)
La novela termina con Bandini sin novia pero con un libro. Una victoria y una derrota, más material sobre el cual reescribir la vida y comenzar a aceptar que el fin acecha.

Originales de las citas usadas
"Do you think, Mr. Hackmuth, that I write as well as William Faulkner?" (p. 17)
"I have vomited at their newspapers, read their literature, observed their customs, eaten their food, desired their women, gaped at their art. But I am poor, and my name ends with a soft vowel, and they hate me and my father, and my father's father, and they would have my blood and put me down, but they are old now, dying in the sun and in the hot dust of the road, and I am young and full of hope and love for my country and my times". (p. 47)
"Poe, Whitman, Heine, Dreiser, and now Bandini". (52)
"I sat at the typewriter and wrote about it, poured it out the way it should have happened". (p. 70)
"I looked southward in the direction of the big stars, and I knew that in that direction lay the Santa Ana desert, that under the big stars in a shack lay a man like myself, who would probably be swallowed by the desert sooner than I, and in my hand I held an effort of his, an expression of his struggle against the implacable silence toward which he was being hurled." (p. 120)